★ CARLOS ROLOFF ★
"El que vino a fajarse como un Mambí"
La vida del polaco Carlos Roloff parece una novela. Nacido en 1842 en la Varsovia oprimida y ocupada por los rusos, a los 20 años emigró a los Estados Unidos, donde se enroló en el ejército de la Unión y prestó sus servicios como oficial durante la Guerra de Secesión. Terminado el conflicto civil se estableció en Cuba y de inmediato se sumó a los conspiradores que preparaban la guerra contra España.
Se alzó con los villareños en febrero de 1869 y estos conocedores de su experiencia en el campo de batalla lo nombraron jefe de sus fuerzas con el grado de Mayor General. Hombre ingenioso como pocos, hizo virtud de las carencias y enfrentó a los españoles casi sin armas construyendo cañones de cuero y otros artilugios rústicos.
Combatió en Oriente y en Camagüey al frente de las tropas villareñas y cuando el General Máximo Gómez decidió poner en marcha su plan de invasión se puso bajos sus órdenes. Sin embargo, las contradicciones con el General Dominicano llevaron a su destitución. Puesto al frente de los que se oponían a Gómez, le comunicó a este que los villareños no acataban su mando y entonces fué el dominicano el que dejó el mando de Las Villas, lo que fué un duro golpe para el Ejército Libertador.
Tras el fin de la Guerra del 68 se estableció en Guanabacoa, La Habana, de donde los españoles lo expulsaron, pues sospechaban (con razón) que preparaba una nueva insurrección en Cuba.
Peregrinó entonces por los Estados Unidos y Centroamérica, desde donde lo llamó a buscar Martí para que fuera uno de los fundadores del Partido Revolucionario Cubano y uno de los jefes principales de la nueva guerra que preparaba en Cuba.
Junto al también Mayor General Serafín Sánchez condujo a la Isla la mayor expedición que recibió el Ejército Libertador durante la Guerra del 95. El General en jefe Máximo Gómez lo nombró jefe de Las Villas, donde organizó eficazmente las fuerzas, incluyendo secciones de artillería, algo inédito entre los mambises.
Terminó la guerra en el cargo de lnspector General del Ejército Libertador y su labor al frente de esta dependencia permitió disponer de un escalafón para el licenciamiento ordenado y el pago de los haberes de los que lo habían entregado todo por la independencia de Cuba.
Murió en su casa de Guanabacoa el 17 de mayo de 1905. Un periódico de la época le rindió justo tributo al escribir sobre su deceso: “Aquel eslavo valeroso parecía haber nacido en nuestra Patria, tan Grande, tan Fervoroso y tan Constante era su Amor por Cuba”.
