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😍LA SIEMPRE BELLA 👉 BARACOA 😍
Baracoa es el primer asentamiento en la Isla después de la llegada de los colonizadores españoles y de ahí su nombre de “Ciudad Primada”. Baracoa, término de origen araucano, significa “existencia del mar”. Es también llamada “ciudad paisaje”, “ciudad de las aguas” y “ciudad de las montañas”. El 95% de su territorio es montañoso y llueve más de 200 días al año y de ahí su increíble vegetación. Es el lugar con más arroyos, afluentes y ríos de toda la isla, entre ellos el Toa, el más caudaloso del país y el Miel.
Cristóbal Colón llega a Baracoa el 27 de noviembre de 1492. Encuentra una naturaleza de espectacular belleza y una población desarrollada descendiente de los Arawacos. Aquí planta una de las 29 cruces que colocó en su periplo por el Nuevo Mundo: "La Cruz de la Parra", única original que se conserva y es patrimonio de Baracoa.
El 15 de agosto de 1511 Diego Velázquez de Cuéllar funda en un puerto de la costa norte oriental, que los indígenas llamaban Baracoa, la primera villa de Cuba. La nombra “Villa de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa”. Su primer alcalde fue Hernán Cortés, quien fija aquí su residencia y la declara capital política, le da el título de ciudad y la hace capital del gobierno Eclesiástico, erigiendo el primer obispado que tuvo Cuba.
En estas tierras fue quemado Hatuey, indio venido de tierras dominicanas para advertir a los nativos el camino de la lucha contra los conquistadores y cuya historia se recuerda como símbolo de rebeldía.
En 1515 se transfiere la capital política, económica y religiosa hacia Santiago de Cuba. A partir de entonces queda Baracoa sumida en un período de olvido en el cual fueron comunes los ataques de Corsarios y Piratas. Motivo de ello, entre los años 1739 y 1742 se levantan tres importantes fortificaciones: el Fuerte Matachín, en la parte sureste de la ciudad; el Fuerte de la Punta, en la norte; y el Castillo de Seboruco, al suroeste.
A finales del Siglo XVIII llegan a Baracoa más de cien familias francesas, huyendo de la Revolución Haitiana. Lo harán en sucesivas oleadas hasta 1804, lo que propicia su auge económico. Ellos incentivaron la producción de miel y la producción de Raspadura de azúcar de caña, introdujeron nuevas técnicas para el cultivo del café, planta extendida por ellos en Cuba y la extracción de aceite de coco, así como la explotación del banano.
En 1838 , por orden de la reina María Cristina de Habsburgo y Lorena le fue conferido a la ciudad de Baracoa su escudo, que en su extremo inferior dice "OMNIUN CUBE URBIUM EXIGUA TAMET SI TEMPORE PRIMA FERENS", expresión que resume: "Aunque pequeña entre las ciudades de Cuba, eres sin embargo la primera en el tiempo".
Algunos acontecimientos ya anunciaron en Baracoa el preludio de la guerra de independencia. En 1852 Carlos Manuel de Céspedes fue deportado a esta ciudad por resolución del Capitán General de la Isla, donde permaneció cinco meses. Durante esta Guerra se incrementó la defensa de la ciudad con la construcción de 4 torreones: Torreón de Joa, Torreón del Cementerio, Torreón del Paraíso y Torreón de Cagüacey, los cuales eran punto de observación y defensa y controlaban la entrada y salida de la ciudad.
En 1876 y 1877, casi al finalizar la Guerra Grande, Antonio Maceo dio muestras en esta región de su pericia militar durante la toma de los poblados de Sabanilla y Baracoa. Su desembarco por Playa de Duaba, el 1ro de abril 1895, sirvió para reiniciar la lucha independentista. El primer combate victorioso se realizó en el Alto del Pino, a unos pocos kilómetros de la ciudad ese mismo año.
Si alguna zona de la isla aún conserva la apariencia y riqueza naturales de la época del descubrimiento, cinco siglos después, esa es Baracoa. No fue hasta 1965, cuando terminó de construirse el “Viaducto de la Farola”, alarde de la ingeniería y la más reciente de las siete maravillas de la construcción en Cuba. Hasta ese momento, Baracoa estuvo prácticamente aislada del resto del país. Era más fácil llegar en avión o en barco que por carretera.
Región de personajes increíbles, donde sorprenden historias reales, que parecen de fábula, como la de Enrique Faber, o mejor, “Enriqueta”, una francesa, doctora en medicina, que llegó a Baracoa a principios del siglo XIX y se hizo pasar por hombre para poder ejercer su profesión. El 11 de agosto de 1819, Enriqueta se casó "como varón" con la criolla Juana de León en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. En este mismo templo se guardan los documentos que acreditan aquel matrimonio donde mismo se encuentra “la Cruz de la Parra”.
Otro de los personajes más curiosos es “el Pelú”, un desarrapado que apareció a finales del siglo XIX y se convirtió en centro de las burlas populares hasta que un día echó una maldición a la localidad. Desde entonces, aseguran las malas lenguas, Baracoa no ha levantado cabeza.
Imposible no mencionar a Magdalena Rovenskaya, rusa blanca hija de un aristócrata zarista ajusticiado por los bolcheviques. En 1917, escapó de la revolución rusa y llegó a Cuba en 1929, después de pasar por Constantinopla, París y otras capitales europeas. Llegó con el propósito de hacerse cargo de los negocios dejados por un difunto pariente de su esposo. Baracoa tenía entonces un gran auge económico debido a su producción bananera.
Posteriormente compran un café, una tenería y una propiedad agraria. Construye el “Hotel Miramar”, terminado en 1953, frente al malecón de Baracoa. Siempre llamado “de La Rusa”, como aún se le conoce. Baracoa ejerció especial embrujo sobre esta elegante mujer y ella hechizó a sus pobladores.
Alejo Carpentier se inspiró en la historia de La Rusa para crear a “Vera”, uno de los personajes centrales de su novela “La consagración de la primavera”.
El Coco y el cacao están presentes en la vida y costumbres de la gente, también en la música tradicional y en los platos típicos, que son únicos en Cuba: el “bacán”, especie de tamal hecho a base de plátano rallado, leche de coco y diversas especias; el “chorote”, bebida elaborada con cacao, leche, canela y harina de Castilla, y dulces como el “cucurucho”, de ralladura de coco, miel y pasta de fruta bomba.
Baracoa tiene 14 kilómetros de playas silvestres y en sus inmediaciones está el parque natural más importante del Caribe, el “Alejandro de Humboldt”, 700 kilómetros cuadrados de monte tropical que son patrimonio mundial y uno de los sitios más importantes en el hemisferio occidental para la conservación de la flora endémica. Con espectaculares paisajes, naturaleza salvaje de asombrosos ríos y playas, de arenas negras o blancas y vírgenes, caracoles multicolores, las tan mencionadas “polímitas” coloreadas de amarillo, naranja y azul.
Tal es su colorido, que alucinó al diseñador italiano Luciano Benetton dedicándole a la localidad en 1996, un número completo, de 118 páginas, de la revista “Colors”.