Bellas cartas, ❤️❤️❤️❤️❤️❤️
Por eso La Niña de Guatemala murio de amor por el poeta más poeta de la historia,a mi me hicieron llorar estas cartas a su hija 💕
Ahora los dejos con algunas de ellas, la dividí en tres partes, aquí la primera.
Cartas a María Mantilla
José Martí.
María mía:
¿Conque Fermín
es querídisimo, y yo no
soy más que querido? Así
dicen tus cartas. Yo me
vengo de ti, queriéndome
con todo mi corazón. Aunque
tú y yo somos así, que
callamos cuando más queremos
La verdad es que no
estoy bravo contigo.
¡Me acordé tanto
de ti en mi enfermedad! Una
noche tenía como encendida
la cabeza, y hubiera deseado
que me pusieses la mano
en la frente. Tú estabas lejos.-
¿Te acuerdas de mí? Ya
lo sabré a mi vuelta, por el
ejercicio en francés de cada día,
que hayas escrito con su
fecha al pie, -por la música
nueva, -por lo que me digan
del respeto con que te has
hecho tratar, -y por el calor
de tu primer abrazo.
A Carmita, que me quiera,
que se ría dos horas al día, y
no más, y que pinte.
Tu
Martí
Ernesto:
Quiere, sirve, habla
con finura, y trabaja.
Tu
Martí
María mía:
Ya no te vuelvo a
escribir hasta que te vea, o poco antes,
y quiero decirte adiós, para que no
me olvides en las alegrías de
Central Valley. ¿Ves el cerezo grande,
el que da sombra a la casa de
las gallinas? Pues ese soy yo,
con tantos ojos como tiene hojas
él, y con tantos brazos, para
abrazarte, como él tiene ramas.
Y todo lo que hagas, y lo que
pienses, lo veré yo, como lo ve el
cerezo. Tú sabes que yo soy brujo,
y que adivino los pensamientos
desde lejos, y soy como los vestidos
de esas bailarinas clavadas a un
cartón que anuncian el agua,
que cuando hay tiempo bueno
tienen el vestido azul, y si
el tiempo es malo, el vestido
es del color de un golpe,
de morado oscuro, y si hay
tormenta, negro. Si piensas algo
que no me puedas decir, de
lejos lo sentiré, por dondequiera
que yo ande, y me pondré
oscuro, como el vestido que
anuncia el mal tiempo.
Por el viaje no hemos
visto mucho nuevo. He visto
gente mala y buena, y con la
buena he podido más
que la mala. He estado enfermo,
y me atendieron muy
bien la cubana Paulina, que
es negra de color, y muy señora
en su alma, mi médico
Barbarrosa, hombre de Cuba
y de París, y hermano bueno
del que tú conoces, -y Pancho,
que no se separa de mi cabecera,
y hace muy buenos discursos:
pero todavía anda jorobado,
y se pone el sombrero
sobre la oreja. Y en tantas leguas
de arena y de pinares, la
verdad es que sólo tres cosas
nos han llamado la atención:
-un negro viejo de África, en
la estación de Thomasville,
del Estado de Georgia, donde
no se puede beber vino ni
cerveza: el negro lo era mucho,
de bigote y barba de horca,
como creo que esta el Moisés
pintado en el Diccionario de
Larousse (Moyse), la levita
y el pantalón negros como
él, el sombrero de palma, con
las alas muy anchas, dobladas
a los lados por el borde,
la mano en el bastón, con una
cuerda pasada a la muñeca,
y la mirada como fuego,
encendida, y larga: -y lo
otro fue el almuerzo muerto
de un mal hotel, con huevos
que olían a pollo, y un beef-steak
engurruñado y hediondo,
y hominy, -y tres niñas
en su traje azul, con gorros
de campo, que venían de la
casa de la escuela, allá en
lo hondo del monte, por
entre los pinos. Aquí los niños
besan, y la gente sonríe.-
No te me pongas áspera.
Quería, antes de
entrar en viaje, recibir carta
tuya, y temo que no llegue.
A ver si piensas en mí,
que te cuido y te quiero
tanto, cuando todos estén alegres,
y yo no esté donde
tú estás, -cuando está el
cielo tranquilo, y muy lleno
de estrellas.
Tu
Martí
Dale un beso a Patria.-
29 de mayo
Mi María:
¿A que no
sabes qué te llevo?
«Cuatro danzas» lindas,
de un señor de acá
de México, a las cuatro
hijas de mi amigo
Mercado, -y una
«Melopea», a que
Carmita la recite al
piano, -y dos piezas
muy finas sobre Ruy
Blas y Carmen.-El
domingo me preparó
la casa de Mercado una
gran fiesta de música,
para mí solo. Las tres
hijas cantan, y una con
voz muy pura y llena, –
y tocan, tu rapsodia y
tu minueto: por la noche
fue lo hermoso, con la
orquesta de once, de
mandolinas, bandurrias
y guitarras. Pero lo
admirable aquí es el
pudor de las mujeres,
no como allá, que
permiten a los hombres
un trato demasiado
cercano y feo. Esta es
otra vida, María
querida. Y hablan
con sus amigos, con
toda la libertad necesaria;
pero a distancia,
como debe estar el
gusano de la flor.
Es muy hermoso aquí
el decoro de las mujeres.
Cada una, por
su decoro, parece
una princesa. ¡Y el
cariño de la casa!
Acá ahora
tengo muchas hijas.
Son mujeres ya las
tres hijas de Manuel
Mercado, y para mí
son como si fueran
niñas. La casa parece
una jaula de pájaros
deshecha cuando llego.
Me han puesto la mesa
llena de rosas y
nardos: me ha hecho
cada una con sus
manos un plato finísimo,
de comida o de
dulce: cada una
me ha preparado una
sorpresa. A mí, a
veces, se me llena
de lágrimas el corazón.
-Y me pongo a
pensar, y me pregunto
si tu me querrás
así, y Carmita, y
Ernesto. -Yo todo lo que
veo, quisiera llevárselos:
y no puedo nada: un
muñequito sí les llevo,
y un amigo que las
ve por todas las
partes. ¿Qué plato fino
me preparas tú, hecho
con tus manos?
Aquí todas las
niñas saben hacer
platos finos. -Y yo,
temblar de miedo, de
que tu no me
quieras como aquí
me quieren. –
Tu
Martí
Athos
febrero 2,-1895
Mi niña querida:
Tu carita
de angustia está todavía delante
de mí, y el dolor de tu
último beso. Los dos seremos buenos,
yo para merecer que me
vuelvas a abrazar, y tú para
que yo te vea siempre tan linda
como te vi entonces. No tengas
nunca miedo a sufrir. Sufrir
bien, por algo que lo merezca, da
juventud y hermosura. Mira a una
mujer generosa: hasta vieja es bonita,
y niña siempre, -que es lo
que dicen los chinos, que sólo
es grande el hombre que nunca
pierde su corazón de niño: y mira
a una mujer egoísta, que, aun
de joven, es vieja y seca. Ni a las
arrugas de la vejez ha de tenerse
miedo. «Esas arrugas que tú tienes,
madre mía» -dice algo que leí hace
mucho tiempo -«no son las arrugas
feas de la cólera, sino las nobles
de la tristeza.» -Quiere y sirve, mi
María. -Así te querrán, y te querré. –
¿Y como no te querré yo, que te llevo
siempre a mi lado, que te busco
cuando me siento a la mesa, que
cuanto leo y veo te lo quiero decir,
que no me levanto sin apoyarme
en tu mano, ni me acuesto sin
buscar y acariciar tu cabeza? ¿Y
tú me olvidarás, o te distraerás
de mí, y querrás más a quien
te quiera menos que yo?
¿Que has hecho desde
que te dejé? Entre niños y enfermos
y las primeras visitas habrás
tenido poco tiempo en los
primeros días; pero ya estarás
tranquila, cuidando mucho a tu madre
tan buena, y tratando de valer tanto
como quien más valga, que es cosa
que en la mayor pobreza se puede
obtener, con la receta que yo tengo
para todo, que es saber más que los
demás, vivir humildemente, y tener
la compasión y la paciencia que los
demás no tienen. -A mi vuelta sabré
si me has querido, por la música
útil y fina que hayas aprendido
para entonces: música que
exprese y sienta, no hueca y aparatosa:
música en que se vea un
pueblo, o todo un hombre, y hombre
nuevo y superior. Para la gente común,
su poco de música común,
porque es un pecado en este
mundo tener la cabeza un poco
mas alta que la de los demás,
y hay que hablar la lengua de
todos, aunque sea ruin, para que
no hagan pagar demasiado cara
la superioridad. -Pero para uno,
en su interior, en la libertad de
su casa, lo puro y lo alto. –
Los libros, se habrán que
dado en Central Valley, y yo lo he
de sentir, sobre todo si se quedo allá
el Larousse, que ahora te serviría
en un trabajo de cariño que
quiero que hagas, para ver si te
acuerdas de mí, -y es que vayas
haciendo como una historia de
mi viaje, a modo de diccionario,
con la explicación de los nombres
curiosos de este viaje mío. -Atlas,
por ejemplo, es el nombre de la compañía
de estos vapores: busca Atlas,
y escribe lo que encuentres. -Athos,
es el nombre del vapor: busca
Athos. -Cap Haitien, es el lugar a
donde vamos ahora, -búscalo, en el
Larousse y en las geografías. Y así
harás un libro curioso e irías pensando
en mí. -El Larousse esta en
casa de Gonzalo, y Blanche tiene un
buen libro de Mitología, donde puedes
leer de Atlas y Athos: «Goldfinch»
es el autor del libro, o cosa así,
con láminas.-De Cap Haitien habla mucho
una geografía de las Antillas que tenemos,
pero está en Central Valley. -Tú hallarás. -No
se sabe bien sino lo que se descubre.
Y ahora un abrazo muy
largo, para que te duermas con él.-Visita
en nombre mío a Aurora, y al bebito
y diles que es leal mi corazón. Estarás
hecha una madre, con los hijos de
Luis. -Es lo que me gusta más de ti:
que te quieren los niños. -Pero nadie
te quiere más, ni desea más verte y oírte
que tu
Martí
P/d La Foto de los círculos en la boca es para que vean su parecido entre padre e hija.