José María Heredia y Heredia, fascinante historia de su vida!!! (Todas las historias tienen un margen de error) Ojalá y nuestros nietos e hijos puedan leer esta interesante historia del “Cantor del Niagara”
JOSÉ MARÍA HEREDIA Y HEREDIA.
José María Heredia y Heredia, el “Poeta Nacional de Cuba”, el “Cantor del Niágara”, dejo un gran legado para la Historia de México y de Cuba.
Nació en Santiago de Cuba el 31 de diciembre de 1803. A lo largo de su vida se destacó por ser una persona polifacética: poeta, orador, fiscal, juez de letras, soldado, abogado, profesor, historiador, traductor, periodista, secretario personal, novelista histórico, dramaturgo, diputado y director del Instituto Literario del Estado de México
Sus padres fueron José Francisco Heredia y Mieses y María de la Merced Heredia y Campuzano, quienes eran primos hermanos originarios de la Isla de Santo Domingo. José Francisco se desempeñaba como abogado en Santiago de Cuba cuando José María nació. Después fue nombrado Juez de Sucesiones, Regente interino del Tribunal de Puerto Príncipe y, en 1806, asesor de la Intendencia de la Florida Occidental.
En 1809 José Francisco fue nombrado magistrado en el Palacio de Justicia de Caracas. Nuevamente la familia tuvo que partir hacia otro lugar de residencia. Esto definió la niñez de José María pues le tocó vivir en una época de constantes convulsiones revolucionarias. A su padre, quien trabajaba para la Corona española, le tocó presenciar los primeros movimientos de independencia en América Latina, y prueba de ello son sus Memorias sobre las revoluciones de Venezuela, donde reseña la situación venezolana a principios del siglo XIX.
Desde muy pequeño José María dio a demostrar sus grandes conocimientos, pues a la edad de 7 años ya sabía leer y traducir textos en latín y en francés. A los 14 años ya había recibido su certificado de Gramática Latina por la Universidad de Santa Rosa de Lima de Venezuela. A fines de 1817 su padre fue nombrado juez de Instrucción del Tribunal de México, por lo que tuvieron que partir hacia la capital de la Nueva España, pero antes tuvieron que hacer escala en La Habana.
La familia Heredia tuvo que residir en Matanzas, en Cuba, unos meses debido al mal estado de salud en la que se encontraba José Francisco. En este lugar José María escribió su primera obra dramática conocida como Eduardo IV o El Usurpador clemente. Además, decidió hacer sus estudios de Derecho en la Universidad de la Habana, donde conoció a su amigo entrañable Domingo del Monte.
En abril de 1819 la salud de José Francisco mejora y decide partir hacia Veracruz con su familia. José María se inscribió en la Universidad de México para continuar con sus estudios de Derecho, mismos que había interrumpido en Cuba. Aquí fue donde siguió con su producción poética, destacando “En el Teocalli de Cholula”. Al año siguiente su padre fallece en la Ciudad de México, por lo que José María interrumpe de nuevo sus estudios.
(Vicente Rocafuerte, presidente de Ecuador entre 1835 y 1839, fue amigo de José María Heredia y Heredia.)
En febrero de 1821 José María y su familia deciden regresar a Matanzas y se alojan en la hacienda de su tío Ignacio. En abril del mismo año obtuvo su título de Bachiller en Derecho por la Universidad de La Habana y, dos años más tarde, se recibe como Licenciado en Derecho. Por recomendación de sus amigos, Vicente Rocafuerte, -quien después será electo presidente de Ecuador en 1835-, y Silvestre Alfonso, Heredia es nombrado jurista para el Tribunal de Puerto Príncipe, en Camagüey, Cuba.
Heredia comenzó a destacar en el ámbito político en el momento justo de su adhesión a la logia masónica “Soles y Rayos de Bolívar” en 1823. El perteneció a la Orden de los Caballeros Racionales que se ubicaba en Matanzas. La finalidad de la logia era buscar la independencia cubana respecto a la Corona española. La conspiración fue descubierta y se ordenó la aprehensión de Heredia y de todos los integrantes de la logia. A fines de 1823 logró escapar de Cuba embarcándose rumbo a Boston, Estados Unidos, y para la Navidad ya se encontraba alojado en Nueva York.
LA ESTANCIA DE JOSÉ MARÍA HEREDIA EN MÉXICO. DE OFICIAL DE LA SECRETARIA DE ESTADO A MAGISTRADO DEL ESTADO DE MÉXICO
La visita de Heredia a las Cataratas del Niágara, en junio de 1824, dio como resultado la creación de una de sus obras poéticas más conocidas, “Oda al Niágara”. En Nueva York, en 1825, publica una recopilación de sus poesías escritas entre 1819 y 1824. En ese mismo año, por intervención de Rocafuerte, Heredia fue invitado por el presidente Guadalupe Victoria a trabajar como funcionario de la Secretaria de Estado. De esta manera, se vinculó estrechamente con personalidades como Antonio López de Santa Anna, Lorenzo de Zavala y Andrés Quintana Roo, estableciendo una buena amistad con mencionados personajes.
En enero de 1826, Heredia ocupó el cargo de oficial quinto de la 1ª Secretaria de Estado, gozando de un sueldo de 1 000 pesos, además fue hospedado en el Palacio Nacional, además, se encargó de la redacción de la Gaceta del Gobierno. Fue nombrado miembro del Instituto Nacional de Literatura.
Heredia residió en la Ciudad de México, misma que en abril de 1826 fue establecida como capital del país. Esto representó para el Estado de México la perdida de capital natural. Debido a esta situación, el gobierno tuvo que buscar una nueva sede de los poderes estatales, siendo establecida en Texcoco, en enero de 1827. En esta nueva sede fue donde se promulgó la primera Constitución del Estado, el 14 de febrero del mismo año.
En febrero de 1827, Heredia fue nombrado por el presidente Victoria y el ministro de Justicia, Miguel Ramos Arizpe, como Juez del Distrito de Veracruz. A raíz de esto el Senado le atribuyó que no era ciudadano mexicano, y que no tenía los 25 años de edad que el cargo requería. Después de muchos contratiempos, Heredia decidió renunciar en mayo del mismo año.
Heredia manifestó a su amigo Silvestre Alfonso su malestar por el caso del juzgado, refiriendo que:
Ante todo te diré que reina aquí un espíritu mezquino que llamaré de nacionalismo que repugna reconocer talento ni virtud, ni reposar confianza alguna en quien no haya nacido mexicano. Aun en mi mezquina plaza sólo me ha sostenido la amistad personal del Presidente (Augier, 2005: 328-329).
Ante esta situación Heredia fue nombrado Juez del Distrito de Cuernavaca en mayo de 1827. En septiembre del mismo año Heredia contrajo nupcias con Jacoba Yáñez, hija de José Yáñez, magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Federación, quien fue gran amigo de José Francisco Heredia, padre del poeta.
Heredia presenció las guerras intestinas que hostigaron a México en los inicios de su vida independiente. En Tlalpan Heredia fue nombrado fiscal de la Audiencia de México en diciembre de 1828. En este lugar prosiguió con su labor periodística donde publicó Miscelánea. Periódico Crítico y Literario a partir de 1829 hasta 1832.
El Motín de la Acordada en 1829 desconoció el triunfo de Manuel Gómez Pedraza a la presidencia, y trajo consigo el pronunciamiento de Vicente Guerrero como presidente de México. A esto, el fiscal Heredia manifestó
[…] Fue necesario que reventase un volcán para salvarnos de la tiranía. He visto grandes actos de virtud y crímenes atroces. Pero al cabo, creo que todo es preferible al yugo que iba a imponernos el odioso Gómez Pedraza. Guerrero está electo Presidente, su alma es noble y elevada, y podemos esperar mejores días (Augier, 2005: 370-372).
Heredia fue partidario del gobierno de Vicente Guerrero.
Aunado a estos problemas el nuevo gobierno, representado por Guerrero, tuvo que hacer frente al desembarco español en Tampico en julio de 1829. La reconquista española, comandada por el general Isidro Barradas, planteó al Congreso Federal el otorgamiento de poderes extraordinarios al presidente de la república para hacer frente al problema que se le avecinaba. El secretario de Hacienda, Lorenzo de Zavala, solicitó presupuesto a los estados de la federación para organizar una expedición que detendría al ejército español. El frente mexicano estuvo liderado por los generales Antonio López de Santa Anna y Manuel Mier y Terán, quienes triunfaron en septiembre del mismo año.
Posteriormente, Guerrero fue derrocado por el vicepresidente Anastasio Bustamante, en diciembre de 1829, mediante el Plan de Jalapa. Lorenzo de Zavala y José María Heredia sufrieron las consecuencias de haber apoyado a Guerrero. El primero tuvo que partir al exilio y el segundo fue relegado de su cargo, confiriéndolo nuevamente al juzgado de Cuernavaca.
A raíz de lo sucedido Heredia le manifestó en una carta a su amigo Tomás Gener sobre el castigo que el gobierno le había imputado:
“He tenido que aguantar la píldora y conformarme con mi antiguo destino. Mi verdadero delito ha sido que no quise sublevarme en diciembre del año pasado” (Augier, 2005: 386-387).
Debido a las fricciones que había con la Ciudad de México el gobernador Melchor Múzquiz decide trasladar la capital del estado a Toluca, el 23 de julio de 1830 (Herrejón, 1995: 89). A su buen trabajo en el juzgado de Cuernavaca, Heredia fue nombrado Ministro de la Audiencia del Estado de México el 7 de febrero de 1831.
Heredia se instaló con su familia en Toluca, en la calle de Don Justo Valdés. En una carta que le envió a su madre, le hizo mención de cómo era el nuevo lugar donde vivía:
“Esta ciudad, donde residen las autoridades supremas del Estado, es muy buena, y mayor que Matanzas” (Augier, 2005: 391-392).
José María prosiguió con su labor poética y periodística en Toluca. Entre 1831 y 1832 publicó dos tomos de sus Poesías, misma que había editado en Nueva York. Además, con el patrocinio de los gobernadores del Estado de México y Zacatecas, Melchor Múzquiz y Francisco García Salinas, respectivamente, imprimió los cuatro tomos de sus Lecciones de Historia Universal y reanudó la edición de Miscelánea. Periódico Crítico y Literario.
Su gran producción periodística se reflejó en su colaboración en varios periódicos de la época. Fue editor de la ya mencionada Miscelánea… en sus tres ediciones: 1829, 1831 y 1832; Noticioso General en México entre 1819 y 1820; Iris en 1826, junto a Claudio Linati y Florencio Galli; El Conservador entre 1830 y 1831; Fanal en 1833; Minerva en 1834; entre otros
En Toluca Heredia tuvo que hacer frente a una nueva problemática que ocurrió en el país. Las elecciones federales de 1832 eran consideradas por los Estados como el único medio para subsanar la ilegitimidad que se había generado en 1828. Entre los candidatos presidenciales figuraron los generales Manuel Mier y Terán y Nicolás Bravo, y el prominente Lucas Alamán. En enero de 1832 Antonio López de Santa Anna proclamó el Plan de Veracruz y se levantó en armas en contra del gobierno de Bustamante. El pronunciamiento no tuvo eco en un primer momento, pero, después de la muerte de Mier y Terán rápidamente todo el país se adhirió al plan y se sublevó en contra del régimen.
En agosto del mismo año, Bustamante dejó la presidencia para combatir a los sublevados. Melchor Múzquiz asumió la presidencia interina, pero su administración fue relegada por la firma de los Convenios de Zavaleta entre Bustamante, Santa Anna y Gómez Pedraza en diciembre de 1832. Gómez Pedraza asumió la presidencia para terminar el periodo presidencial al que había sido electo en 1828.
A raíz de esto, Heredia, en una carta que envió a Tomás Gener, manifestó lo siguiente:
“Cada día, mi amigo, me convenzo más de que esto no tiene atadero, y que la profunda inmoralidad e ignorancia de estas gentes les impedirán por un siglo o dos tener un gobierno, que sea, que marche de un modo regular y seguro” (Augier, 2005: 412). Pareciera que el magistrado había profetizado el futuro político de México.
EL DIPUTADO HEREDIA EN EL CONGRESO DEL ESTADO DE MÉXICO
El 2 de enero de 1833, el gobernador Zavala, quien había regresado de su exilio al ocupar nuevamente el cargo, expidió la convocatoria para elegir a un nuevo Congreso estatal. En febrero de 1833 Heredia fue electo diputado del Congreso del Estado de México y, de acuerdo con la lista de resultados que publicó la imprenta del Estado, obtuvo 81 votos, el quinto lugar de los 21 diputados que fueron electos. De acuerdo a la Constitución del Estado, Heredia había sido electo para un periodo de 4 años. La nueva Legislatura, de tendencia liberal, se instaló el 16 de febrero.
Antes de tomar posesión de su cargo, durante la sesión preparatoria de la Legislatura, donde se reunieron todos los diputados electos, se le imputó su origen cubano, y por lo mismo se le manifestó que no era digno de ocupar un cargo de tal magnitud. Heredia se escudó en el artículo 12 del Plan de Iguala, el cual otorgaba la ciudadanía a todo extranjero que estuviera en el país.
Las discusiones en el Congreso se hicieron intensas, varios diputados argumentaron que Heredia debía tener una carta de naturalización para ejercer el cargo de diputado. Mariano Arizcorreta argumentó en favor de él manifestándole al Presidente de la Junta:
Señor, en la Isla de Cuba el Señor Heredia rodeado de viles satélites del tirano Español, prestó servicios constantes y enérgicos a la sagrada causa de la Libertad vióse sentenciado a muerte. Un asilo a los libres se le presentó en la República de Méjico: no vasila en adoptarla por su patria: presta en ella servicios interesantes: se le encargan empleos honoríficos que desempeña satisfactoriamente: talento, instrucción, patriotismo, todo anuncia su utilidad en el Congreso, todo su firmesa para sostener los derechos sacrosantos del Pueblo […] (Legislatura del Estado de México, 1833: Acta del 16 de febrero).
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Heredia fue electo diputado propietario en el Congreso del Estado de México para un periodo de 4 años, de 1833 a 1837, pero debido a fricciones políticas sólo estuvo en el cargo de febrero a julio de 1833.
Después de varias discusiones se optó por darle el cargo a Heredia y siendo nombrado primer secretario de la sesión preparatoria de la Legislatura. Su participación fue muy activa durante los 4 meses que estuvo en la Cámara, interviniendo en más de 100 ocasiones durante las sesiones. En su papel como diputado del V Congreso Constitucional del Estado de México perteneció a las Comisiones de Justicia, Negocios Eclesiásticos y Legislación, Instrucción y Corrección de estilo.
En las primeras discusiones del Congreso se ve su intervención en el caso de la iniciativa de los diputados José Joaquín Solórzano, Román García, Juan de Dios Lazcano y Rafael María Villagrán. Ellos propusieron otorgarle el título de Libertador de la República Mexicana al General Antonio López de Santa Anna. Asimismo, de conceder la calidad de “Beneméritos del Estado” a Antonio López de Santa Anna, José Antonio Mejía, Juan Arango, Gabriel Valencia, Esteban Moctezuma, José Cuesta, Valentín Gómez Farías y José Salgado, como galardón por haber derrocado al gobierno de Anastasio Bustamante -considerado usurpador-, y por haber reinstaurado el orden constitucional, al haberle devuelto la presidencia a Manuel Gómez Pedraza.
De esta manera, los diputados Mariano Arizcorreta y Félix María Aburto, pidieron que se nombrara también “Benemérito del Estado” al gobernador Lorenzo de Zavala. No obstante, Heredia manifestó su rechazo de otorgarles la calidad de “Beneméritos del Estado” a los mencionados personajes, haciendo referencia a lo siguiente:
[…] Creo que el efecto de semejante declaración, que da a un Ciudadano la prerrogativa sublime de elevarse en el concepto público sobre los demás perderá todo su efecto si se extiende a tantas personas. Además una dolorosa experiencia tomada principalmente en la historia contemporánea de América y en particular de mucho país, debiera convencernos de que estos honores, solo puede concederlos de un modo irrevocable y seguro el juicio imparcial de la posterioridad. Muchos Caudillos que recibierase en vida la apoteosis por haber presidido a la libertad de su patria, embriagados luego en la copa del poder, y trastornados por el incienso de la adulación han marchitado sus laureles con atentar á las libertades públicas, e intentado revindicar como una herencia el despotismo que destruyeron. No prodiguemos pues una gloria que debe reservase a los héroes en el porvenir, como un fanal que hasta el término de su vida los aliente y guíe en la carrera de la virtud y del merecimiento. Espero que estas observaciones dictadas por el más puro y sincero patriotismo no recibirán una interpretación siniestra, cuando nadie aprecia más que yo los servicios de los sujetos que se han mencionado, y muchos de ellos, entre los cuales cuento al Gral. Santa Anna, corresponden a mi afecto honrándome con su amistad personal y confianza (Legislatura del Estado de México, 1833: Acta del 7 de marzo).
El diputado José Joaquín Solórzano propuso que se declarara al General Adrián Woll como Benemérito del Estado. Heredia expuso que reconocía los méritos y servicios que prestó Woll a la federación, pero quien debía darle mencionada categoría y premiación era el Congreso de Jalisco debido a que él había combatido contra el régimen de Bustamante, en Guadalajara.
El diputado Heredia propuso al Congreso designar al gobernador de Zacatecas, Francisco García Salinas, como “Benemérito del Estado de México”.
Al ver que el Congreso aprobó las anteriores proposiciones, Heredia expresó que Francisco García Salinas, gobernador de Zacatecas, también fuera elevado a “Benemérito del Estado” por haber sido defensor del federalismo, y ser el reflejo de “un buen gobernante”, su propuesta fue aceptada por la Legislatura.
José María Heredia también hizo hincapié en que era necesario atender el asunto de las reformas en materia de justicia, y la forma de tener en cuenta estos proyectos, era por medio de las sesiones del Congreso. Además, tuvo la iniciativa de darle participación a la población en las decisiones de la Cámara de Diputados a través de un buzón instalado en el recinto, donde los ciudadanos emitieran sus juicios sobre lo decidido por la Cámara, y, además, propusieran los proyectos que estimaran útiles.
En la sesión del 6 de marzo de 1833, Heredia hizo la iniciativa para que se publicaran las actas de la Legislatura en el periódico de la ciudad, el Fanal, mismo que él dirigió. Asimismo, se comisionó a los diputados Heredia, Juan Ignacio Dávila y José Ramírez para que revisarán la manifestación sobre las propuestas de rebajar la Dieta a los diputados del Congreso, a la cantidad de 1500 pesos. Esta proposición llegó a la Legislatura mediante el buzón que Heredia había sugerido.
En la Comisión de Justicia se propuso que el expediente promovido por Lucas Alamán, apoderado del Conde de Terranova, se pasara a consulta del Gobernador para solucionar el litigio sobre la ocupación del Estado sobre los bienes de éste. Heredia criticó la postura de Lucas Alamán, acerca del reclamo de estos bienes, tachándolo de monarquista, haciéndole referencia que sus exigencias eran ridículas, que no iban de acorde a los tiempos y pidió archivar el expediente.
Heredia, siendo un gran literato, en una sesión hizo una aclaración de que un acta estaba mal redactada y que su publicación en el periódico solo causaría deshonra al Congreso. El Diputado Antonio Escudero le mencionó que la Comisión de Corrección de Estilo se encargaría del asunto, misma que Heredia presidió, lo que originó una discusión entre los diputados Heredia, García, presidente de la Legislatura, y Escudero.
La gran amistad que había tejido con Lorenzo de Zavala también se fracturó durante su estadía en el Congreso. La Legislatura había nombrado Gobernador del Estado de México a Zavala, y Teniente Gobernador a José Figueroa, quienes iban a tomar posesión el 12 de marzo de 1833, se puso a discusión el tiempo que debían durar en el poder, y la mayoría de los diputados concordaron en que el gobernador durara 4 años, y el Teniente Gobernador, 2 años.
Heredia argumentó que no era propicio debido que Zavala ya estaba ejerciendo el puesto y que, de acuerdo a las leyes, él había ocupado la gubernatura en 1830, por lo que solo le faltaba un año de gobierno, y ese era el que debía terminar. Tras esto se originó una discusión y se llegó al acuerdo de que el Gobernador y Teniente Gobernador electos debían prestar juramento el 12 de marzo, por 4 y 2 años respectivamente. Heredia voto en contra de la propuesta, pues lo consideró como ilógico y que se hacía una malinterpretación de las leyes.
Las elecciones federales de 1833 dieron como ganador al general Antonio López de Santa Anna como presidente y a Valentín Gómez Farías como vicepresidente. Santa Anna no asumió la presidencia, confiriéndosela a Gómez Farías, quien promulgó una serie de reformas de corte liberal. Entre esas modificaciones constitucionales se encontraba la reforma eclesiástica, la militar y la educativa. Las reacciones en contra de las medidas de Gómez Farías no hicieron tardar y, al cabo de un año, fue derrocado por Santa Anna.
Heredia, al igual que Gómez Farías, preocupado por la situación educativa del país, hizo la proposición a la Legislatura de solicitar al Gobierno del Estado el informe sobre lo recaudado en las municipalidades del Distrito de Toluca entre los años de 1831 y 1832 y cuánto se había gastado en las escuelas públicas.
El diputado Heredia argumentó que se cometían un sinfín de injusticias, cobrándoles a los pobres y no a los ricos. Asimismo, el Congreso debía encargarse sobre los problemas relacionados a los abusos e injusticias que se perpetraban, esto de acuerdo al informe que debía presentar el Gobierno dándole determinado tiempo para entregarlo, debido a que él creía que se le iba a dar demora al tema.
El diputado Escudero apoyó la iniciativa de Heredia, pero le hizo la aclaración que no lo apoyaba en la parte de hacerle reiteración al Gobierno sobre el envío del informe, pues solo dejaría mal visto al Congreso. Heredia le respondió que lo hizo para darle una pronta respuesta a un problema social.
En materia de seguridad Heredia presentó su iniciativa de formar un presupuesto de costo para establecer una penitenciaría en Lerma, donde los delincuentes del Estado cumplieran sus condenas realizando actividades en los talleres y telares que se establecieran, y con los recursos que obtuvieran, cubrirían los gastos de dicho establecimiento. Declaró que los reos que son sentenciados jamás vuelven al Estado, y se debía seguir los ejemplos de los estados de Zacatecas y Jalisco donde se habían ya establecido penitenciarias.
Durante la sesión del 12 de marzo de 1833 se discutió la condena a los asesinos de Vicente Guerrero. Heredia reprobó el fusilamiento y, asimismo, rechazó la iniciativa de los diputados sobre el destierro de los ejecutores del Benemérito de la Patria. Heredia consideró que era una propuesta algo absurda, ya que no se dieron los nombres de los culpables, y solo quedaría en el aire la condena hecha por un Congreso que él consideraba letrado, por lo que pidió retirarla.
En la propuesta sobre la inscripción que debía tener el buzón que fue instalado para que la sociedad participara en las decisiones del Congreso, misma que fue sugerida por Heredia, los diputados discutieron del cómo convenía que fuese la leyenda:
[…] Se pondrá una lapida en el Buzon que contenga esta inscripción: = Buzón mandado colocar por el Honorable Congreso en 1833, á fin de que el publico le dirija por el las comunicaciones que crea oportunas.”
A petición del Señor Villar se tomó en consideración, y puesta á discusión, El Señor Heredia dijo parecerle difusa la inscripción y propuso en consecuencia la siguiente redacción: “1833 Buzón del Honorable Congreso para oír al Pueblo.”
El Señor Ariscorreta dijo: que creía innecesario ponerse la palabra Buzón, pues con solo verlo se sabe lo que es, y que además era preciso manifestar su objeto; por lo que propuso se redacte en estos términos:
“1833, El Honorable Congreso del Estado, deceoso de oír al Pueblo.” […] (Legislatura del Estado de México, 1833: Acta del 12 de marzo)
Heredia siempre estuvo muy activo en todas las sesiones del Congreso. Participó en la elección de los 24 jueces de los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia y se pronunció en contra de las corridas de toros. El 13 de marzo de 1833 se le comisionó, junto a otros diputados, para la formación de una junta inspectora que vigiló las funciones del Instituto Literario.
A escaso mes de haber tomado posesión de su cargo como legislador los problemas dentro del Congreso eran más notorios. El 24 de marzo Heredia tuvo que elaborar una exposición de agravios a la Legislatura del Estado de México, manifestando su malestar por el ambiente en el que trabajaba:
Señor:
En febrero último tuve el honor de que la Junta Electoral sin la menor solicitud ni deseo de mi parte, me nombrase Diputado a esta Honorable Legislatura. Desde la segunda Junta preparatoria vi en algunos de mis compañeros una falta de franqueza que me hizo presagiar graves disgustos para lo futuro. Desgraciadamente he visto realizarse mis presagios. La vigorosa oposición que en cumplimiento de mi deber he puesto a proyectos que me han parecido anárquicos o injustos, ha excitado contra mí el resentimiento de algunos compañeros que parece inútil nombrar, cuando creo no pueden ocultarse a la penetración del Congreso.
Ayer sobre todo se me han hecho agravios que no sólo han recaído en mi persona, sino han atacado positivamente la Libertad Constitucional que tienen los representantes del pueblo para enunciar sus opiniones, y es una de las garantías más vitales de nuestro sistema. En sesión tenida por la mañana, se me negó el uso de la palabra, con tan manifiesta infracción del Reglamento, que el mismo Presidente convino en ella, diciéndome que había procedido con equivocación. Esta disculpa me hubiera satisfecho, sin la escena escandalosa de la sesión ordinaria siguiente. Por haber combatido la sanción de un error, que hubiera puesto en manos del Congreso el más bárbaro despotismo, a no haber negado su sabiduría se me llamó al orden sin el menor fundamento, y al tratar de una explicación, volvió a imponerse silencio con mayor arbitrariedad. Yo apelo a la conciencia de los señores Diputados, a ese Juez sobre cuya voz inflexible no ejercen influjo las antipatías personales, ni el ominoso espíritu de partido, apelo a los ciudadanos que hallaban en la galería para que decidan si las palabras que vertí en aquel acto, pudieron ni remotamente justificar semejante conducta.
Este celo del señor Presidente por el orden, se hará más notable si se recuerda que en otras ocasiones ha tolerado S.E. que en la discusión se me inculpe y reconvenga por mí nombre, con infracción de los artículos 12 y 129 del Reglamento. En hora buena sostengan los Diputados sus opiniones con noble libertad y decoro; más para hacerlas triunfar ninguno abuse del poder efímero que se le confía con el objeto de sostener derecho tan santo, y conservar el orden y regularidad conveniente a las discusiones legislativas.
El extraordinario esfuerzo mental que me fue necesario para soportar con moderación tales ofensas, ha aumentado la alteración empezada ya en mi salud por los peligros y fatigas que arrostré en la última revolución. En consecuencia, he ocurrido a los auxilios del arte, y el profesor a quien he consultado, prescribe sobre todo que me abstenga por algún tiempo de cuanto pueda producir emociones fuertes en mi espíritu.
Por lo mismo ruego al Honorable Congreso se sirva dispensarme la asistencia a sus trabajos mientras consigo restablecer mi salud del trastorno que han producido en ella desagradables circunstancias que he mencionado.
Remito esta exposición a la secretaría para que dé cuenta con ella en sesión secreta. Si mis términos parecen duros, recuérdese el modo con que se me ha tratado, y no se reprobará que con la debida reserva desahogue ante el cuerpo legislativo un corazón profundamente ulcerado por el sentimiento de la injusticia (Augier, 2005, 413-415).
Meses más tarde de haber sido electo diputado, el 3 de julio de 1833, José María Heredia presentó su renuncia por los diversos problemas que había tenido dentro de la Legislatura. “Los que reprueban mis opiniones políticas, y me han querido degollar por ellas, hacen justicia a mi probidad como hombre y magistrado”.
SUS ÚLTIMOS AÑOS
Heredia fue amigo cercano y secretario personal del general Antonio López de Santa Anna, quien fue presidente de México entre 1833 y 1855.
Heredia se destacó por ser un humanista decimonónico peculiar debido a la gran producción literaria que dejó a lo largo de sus 35 años de vida. Siempre manifestó su gran admiración por el general Antonio López de Santa Anna, pues él lo consideró como un amigo, además de haber sido su secretario personal. En un principio reprochó a los opositores de Santa Anna, manifestando:
[…] El ilustre general Santa Anna, ese hombre verdaderamente grande, a quien la historia le hará justicia que sus contemporáneos le niegan, después de haber salvado la República en Guanajuato, en vez de aplausos fue recibido con insultos por el Congreso General, compuesto, en su mayoría, de hombres ignorantes o perversos (Augier, 2005: 420).
Los poderes dictatoriales de Santa Anna y los diversos conflictos que azotaban el país, llevaron a Heredia a enemistarse con él. El poeta critico la postura conservadora de Santa Anna, además de que no compartió los mismos ideales del general veracruzano:
Es verdad que el [General] Santa Ana, omnipotente hoy aquí (tanto) como puede ser un hombre, fue mi amigo; que en 1832 cuando peleaba por derrocar la usurpación y tiranía, yo seguí sus banderas, con no poco peligro, y en la última parte de la campaña fui su secretario, y vivíamos en la más estrecha intimidad, hasta dormir en un mismo cuarto (Augier, 2005: 444).
Posterior a su renuncia como diputado, el 5 de febrero de 1835, el gobernador del Estado de México, Manuel Díez de Bonilla nombró a José María Heredia, como Rector del Instituto Literario del Estado de México, hoy Universidad Autónoma del Estado de México.
Heredia puso su atención al Instituto, creando las cátedras de Matemáticas, Gramática Latina y Castellana, Derecho Natural y de Gente, la enseñanza de los idiomas inglés y francés, además del taller de dibujo. La cátedra de Historia estuvo dirigida por él mismo, teniendo como libro de texto sus Lecciones de Historia Universal. Asimismo, promovió la creación de un reglamento interno y de un himno institucional.
Entre 1834 y 1835 muchos ayuntamientos del Estado de México e, inclusivo diputados y senadores federales representando a la entidad, votaron a favor del establecimiento de un régimen centralista a nivel nacional. Apoyaron la abolición de las Legislaturas locales, del establecimiento del nuevo gobierno, y la restitución de la Ciudad de México como capital del nuevo Departamento de México, entre octubre de 1835 y diciembre de 1836.
A raíz del establecimiento del centralismo, el Instituto Literario fue cerrado y Heredia fue depuesto de su cargo como Rector. Posteriormente fue designado Socio del Instituto de Geografía y Estadística, Vocal de la Academia Nacional de la Historia y Miembro de la Academia de la Lengua. Asimismo, fue nombrado secretario del Tribunal Superior en marzo de 1838.
El poeta nunca pudo concretar su segundo y tan anhelado viaje a Nueva York por diversas circunstancias familiares. A Heredia le tocó presenciar los principales eventos históricos del país, tales el reconocimiento de la independencia de México de España en 1836; y la intervención francesa en 1838.
Contrariamente a las circunstancias que acaecían en el país, Heredia no dejó de trabajar en su producción literaria, y prueba de ello fue su crónica de ascenso al Nevado de Toluca en 1836, en la cual relata la flora y fauna que se ubicaba en el volcán. Esta crónica demostró los conocimientos sobre botánica del cubano, además de aportar la primera reseña de un ascenso al Volcán Xinantécatl.
En abril de 1836, Heredia solicitó al Capitán General de Cuba, Miguel Tacón, permiso de volver a la isla, con motivo de visita a su familia. Le aseguró que había abandonado toda aspiración de buscar la independencia cubana, pues no quería el mismo destino de caos y guerra que le había pasado a México tras haber conseguido su emancipación. Su petición fue aceptada y partió a Matanzas, en noviembre del mismo año.
Su salud comenzó a empeorar para inicio de 1839, y el 7 de mayo del mismo año, falleció en su casa ubicada en la calle del Hospicio no. 15, en la Ciudad de México. Heredia murió muy decepcionado por la situación política que aquejaba a México expresando lo siguiente: “¡Cuanto no lo desearé yo, cansado ya de sufrir el flujo y reflujo de revoluciones, que agitan y ensangrientan este desgraciado país! […]”.
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