La cubana que pudo haber sido reina. Refrescando la Historia.
Cuando Alfonso falleció tenía 31 años, ningún título en el bolsillo y nadie de la familia que le diera el último adiós.
La Puchunga y la Lagarta
“La Puchunga” fue una cubana que pudo haber sido Princesa de Asturias, si el monarca español Alfonso XIII no hubiera prohibido a su hijo primogénito Alfonso de Borbón y Battenberg contraer matrimonio con ella, una plebeya.
Edelmira Sampedro y Robato, nació en Sagua La Grande el 15 de marzo de 1906. Era hija de Pablo Sampedro y Ocejo, natural de Matienzo (Cantabria) pero asentado en Cuba y de la cubana Edelmira Robato y Turro descendiente de asturianos. Asimismo era prima del catedrático y escritor Jorge Mañach y Robato . Su padre llegó a tener una plantación de caña de azúcar en 1880 y acabó heredando de él una fortuna de dos millones de pesos.
Alfonso se había enamorado de la cubana y renunció por escrito , obligado por su padre, al Principado de Asturias y la sucesión en el trono el 11 de junio de 1933 en Lausanne (Suiza) para poder casarse con ella. Según la Pragmática Sanción de Carlos III, debía casarse con algún miembro de una familia Real para no perder los derechos de sucesión. Desde entonces sólo utilizó el título de Conde de Covadonga.
La historia de amor de Edelmira y Alfonso es de película. Ella no tenía sangre azul y aunque sus padres tenían dinero, eso no era suficiente para que un heredero al trono contrajera matrimonio con ella. La salud de Alfonso era muy débil y se encontraba en el sanatorio de Leysin en Suiza donde recibía tratamiento porque padecía de hemofilia. Dicen que el amor surgió a primera vista y se casaron en la Iglesia del Sagrado Corazón de Ouchy, muy cerca de Lausanne, el 21 de junio de 1933. La boda de Edelmira y Alfonso
Alfonso se veía muy feliz y decía de su mujer que era una persona dotada de todas las cualidades para hacerlo feliz: “Bonita aunque de reducida estatura, voluptuosamente formada, de ojos y pelo negros, con rasgos tan nítidamente cortados como los de una moneda recién acuñada”. Ella adoptó el nombre de Condesa consorte de Covadonga y enseguida viajaron a La Habana pero lamentablemente no tuvieron descendencia y se divorciaron poco después en esa ciudad el 8 de mayo de 1937.
Lo que había empezado con tanto ardor se acabó bien pronto y tras el divorcio ella le exigió cien dólares mensuales y todos los regalos que él le había hecho. No tuvieron descendencia porque Alfonso estaba muy débil y aunque era muy joven, su enfermedad lo obligaba a permanecer muchos días en cama. Edelmira no volvió a contraer matrimonio.
Parece ser que Alfonso estaba fascinado por las cubanas y muy pronto otra cubana robó el corazón del deteriorado primogénito de Alfonso XIII: Marta Esther Rocafort y Altuzarra, de profesión modelo, hija mayor de Blas Manuel Rocafort y González, un reconocido dentista cubano y de Rogelia Altuzarra y Carbonell. La seductora Marta tenía como apodo “La Lagarta”.
El término “Lagarta” o “Lagartona” se considera peyorativo y se dice de la mujer que le gustan en exceso los hombres, mayormente casados, por el afán de quitárselos a las esposas.Con Marta La Lagarta
Marta Rocafort comenzó a frecuentar a Alfonso en la ciudad de Nueva York, antes de que terminase su primer matrimonio con Edelmira Sampedro Robato y tal vez haya sido la causa de su divorcio ya que su mujer, herida con la noticia, acusó al príncipe de tener relaciones extramatrimoniales.
La reina Victoria Eugenia, enterada de las tribulaciones de su hijo con la Rocafort, viajó a Nueva York para resolver el conflicto y de paso ver cómo iba la salud de su hijo. Su Alteza era portadora de un ultimátum del rey Alfonso XIII que le pedía que no abandonara a Edelmira.
El 3 de julio de 1937, en plena Guerra Civil Española, el Conde de Covadonga se casó con Marta Esther Rocafort y Altuzarrra en una lujosa boda celebrada en La Habana acompañados por el presidente de Cuba, Federico Laredo Bru. Dos meses después la pareja se separó y el 8 de enero de 1938, se divorciaron en Nueva York.
Marta no pudo ostentar el título de Condesa Consorte, porque Edelmira era la única que estaba autorizada. “La Lagarta” se casó a los pocos meses con un multimillonario norteamericano.
Su corto matrimonio no le permitió tener hijos, aunque físicamente tampoco los hubiese podido tener. Alfonso de Borbón Battenberg pasó más de la mitad de los treinta y un años de su vida internado en hospitales, sufriendo operaciones y con dolores terribles. Murió a los 31 años el 6 de septiembre de 1938 en el hospital Gerland de Miami como consecuencia de un accidente de automóvil. Aunque el golpe no fue muy grave, tuvo una hemorragia interna que no pudo resolverse a causa de su hemofilia. La Guerra y luego la dictadura de Franco en España no permitieron que descansara en el suelo que lo vio nacer.
En 1985 Juan Carlos I se encargó de que sus restos regresaran a España y fueran depositados en el Monasterio del Escorial, según el rango de su herencia monárquica. En este adiós estuvo presente Edelmira en el aeropuerto de Miami que asistió de rodillas a la repatriación de los restos de su exmarido. Fue la única mujer reconocida como cónyuge legítima y a quien la familia real llamaba cariñosamente “La Puchunga”. Audio Player
El término Puchunga o Puchunguita es un apelativo cariñoso que puede aplicarse a una persona, animal o cosa y equivale a “mi nena” o “mi amor”. Está muy extendido en toda Sudamérica y en Cuba y lleva una connotación de “pequeña”.
La condesa de Covadonga falleció en Coral Gables (Miami) el 23 de mayo de 1994 a los 88 años.
Alfonso de Borbón y Battenberg, bautizado Alfonso Pío Cristino Eduardo Francisco Guillermo Carlos Enrique Eugenio Fernando Antonio Venancio nació en el Palacio Real de Madrid el 10 de mayo de 1907 y falleció en Miami, Florida, Estados Unidos, 6 de septiembre de 1938).Alfonso de Borbon
Como hijo primogénito de los reyes Alfonso XIII (1886-1941) y Victoria Eugenia (1887-1969), fue Príncipe de Asturias (heredero de la Corona española) desde su nacimiento. Con motivo de su bautizo, el 18 de mayo de 1907 fue nombrado Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro y de la Real y Distinguida Orden de Carlos III con su Collar. Por Decreto de 2 de febrero de 1931 su padre le concedió otro Collar, el de la Real Orden de Isabel la Católica, cuya Gran Cruz también ostentaba desde su nacimiento.
Siempre tuvo una salud muy frágil a causa de la hemofilia. Se trata de una enfermedad genéticamente hereditaria que sólo se manifiesta en los varones (herencia ligada al sexo) pero que éstos heredan de sus madres y sólo transmiten a sus hijas, y éstas a un determinado porcentaje de su progenie masculina. Sin embargo, aunque las mujeres no manifiesten habitualmente síntoma alguno de la enfermedad, son las únicas que lo pueden transmitir a su descendencia. Los hijos varones de una portadora de hemofilia tienen un 50% de posibilidades de ser hemofílicos, mientras que de entre las hijas el 50% tiene posibilidades de ser portadoras de la enfermedad, y consecuentemente pasársela a la siguiente generación.
A día de hoy la hemofilia no tiene cura, aunque las transfusiones de sangre han aliviado mucho la situación de los hemofílicos en todo el mundo. Conviene matizar que la hemofilia no surge debido a las repetidas uniones matrimoniales entre parientes que las dinastías europeas han protagonizado desde tiempo inmemorial y en realidad aparece como resultado de una mutación genética durante la gestación no del hemofílico, sino de su madre.
Cuando la única hija de Beatriz, Victoria Eugenia de Battenberg, contrajo matrimonio en 1906 con el rey Alfonso XIII de España, muchos advirtieron al soberano que descartase a su elegida, sabiendo que podía introducir la enfermedad en la sangre de los Borbón de España pero ¡Cómo iba aquel ángel de ojos cristalinos y tez casi transparente a sufrir semejante maldición!
Como sabemos, el rey se equivocó, como en tantas otras cosas. Su primogénito, Alfonso, Príncipe de Asturias, era hemofílico, y el benjamín, Gonzalo, también lo era. Curiosamente, ambos fallecieron en circunstancias parecidas, en sendos accidentes automovilísticos en 1938 y 1934 respectivamente.Alfonso de niño sentado sobre las piernas del rey Alfonso XIII
El Rey se negó en un principio a aceptar la enfermedad de su primogénito y le trató como si estuviera sano. Llegó a hacerle sentar plaza de soldado, animarlo a cazar y hasta a volar en avión, aún sabiendo que cualquier golpe le ocasionaba grandes dolores y crisis de salud. El 15 de abril de 1931, el pobre Alfonso tuvo que dejar el Palacio Real junto con su madre y sus hermanos (salvo el infante Juan, que estaba en la Academia Naval de San Fernando) en camilla, ya que había estado unos días antes en una cacería y el retroceso de la escopeta le había causado heridas en el hombro.
Al día siguiente de la proclamación de la II República, el 15 de abril de 1931, partió, junto con su familia, hacia el exilio. Debido a una de las crisis que le aquejaron, tuvo que ser ayudado al abandonar el Palacio Real de Madrid porque no podía andar. Junto a su madre y casi todos sus hermanos viajó en tren hasta Francia.
Alfonso se enamoró de una mujer de nacionalidad cubana de origen español, Edelmira Sampedro y Robato (1906-1994), mientras estaba convaleciendo y en tratamiento en una clínica suiza. Porque ella no pertenecía a ninguna familia real, requisito que debía cumplirse según la Pragmática Sanción de Carlos III que regulaba los matrimonios de la Familia Real para no perder los derechos de sucesión al trono, su familia le retiró su apoyo y medios. Al contrario de los actuales Príncipes de Asturias, en que supuestamente ya no existen salvo los que estipulen las Cortes y Constitución.
Por ello y a petición de su padre, el príncipe Alfonso renunció a sus derechos sucesorios por escrito en Lausana el 11 de junio de 1933, y desde entonces utilizó el título de Conde de Covadonga. Se casó con Edelmira en la Iglesia del Sagrado Corazón de Ouchy, junto a Lausana, el 21 de junio de 1933. Edelmira era hija de Pablo Sampedro y Ocejo (natural de Matienzo, Cantabria), propietario de una plantación de caña de azúcar, y de Edelmira Robato y Turro, de origen asturiano. No tuvieron descendencia. Alfonso y Edelmira terminaron divorciándose en La Habana el 8 de mayo de 1937.Matrimonio Puchunga3
Alfonso de Borbón y Battenberg volvió a contraer matrimonio civil (mientras los españoles se mataban en las trincheras) en la Embajada de España de La Habana el 3 de julio de 1937, con Marta Esther Rocafort y Altuzarra (1913-1993), también de nacionalidad cubana. Marta Esther era hija de Blas Manuel Rocafort y González, odontólogo, y de Rogelia Altuzarra y Carbonell. Alfonso y su segunda mujer se divorciaron en la ciudad de La Habana el 8 de enero de 1938. Tampoco tuvo hijos de su segundo matrimonio.
Alfonso pasaría más de la mitad de los treinta y un años de su corta vida en cama, internado en hospitales, con operaciones, con dolores terribles. Era incapaz de disfrutar de la vida y de tener descendencia, pues tras una operación urológica se quedó impotente, unos años antes de casarse con Edelmira Sampedro.
(Este último incidente no parece ser del todo seguro si se tiene en cuenta que hubo una persona que aseguró ser su hijo. Un octogenario residente en San Diego (California) que presumía de tener lazos con la familia real española, murió recientemente en esa ciudad estadounidense golpeado por un camión de la basura que conducía marcha atrás. La muerte del octogenario, al que se conocía en la zona como “El Conde” o “El Príncipe”, fue recogida por la prensa local en un artículo en el que se detallaba que el hombre, de 83 años, había muerto atropellado por un camión que chocó contra un contenedor de basura en el que escarbaba, sin que el conductor se percatara de su presencia.supuesto hijo
Según lo que contaba él mismo, el fallecido era hijo de Alfonso de Borbón y Battenberg Los residentes del lujoso vecindario lo recuerdan por su sociabilidad, su impecable sentido de la elegancia y el largo tiempo que pasaba en los restaurantes y la librería local, además de por su extraña costumbre de rescatar cosas de los contenedores de basura. El fallecido solía llevar consigo una fotografía del rey español Alfonso XIII, con el que guardaba un gran parecido. Explicaba a sus conocidos que nació en Suiza y que su padre, que padecía hemofilia, murió en Miami en un accidente de coche en 1938. Decía haber vivido en París, Alemania y Nueva York, donde fue intérprete de las Naciones Unidas).
Sufrió un accidente de automóvil en Miami al salirse de la calzada el vehículo que conducía y chocar con una cabina telefónica. El ex-príncipe murió en septiembre de 1938 a la salida de una sala de fiestas, debido a un choque del taxi en el que iba contra un poste, que para él fue mortal. En apariencia no tuvo mucha importancia, pero un golpe causó una hemorragia interna que no pudo cortarse por la hemofilia que padecía y falleció en el hospital Gerland de Miami.
La única presente fue Mildred Gaynor, una cigarrera de un local nocturno que fue también quien le acompañó en sus últimos días de correrías y que viajaba con él en el coche en el momento del accidente. Cuando Alfonso falleció tenía 31 años, ningún título en el bolsillo y nadie de la familia que le diera el último adiós.