Jardines de La Tropical.
La Historia de Los Jardines empieza con la adquisición de la Tropical por Cosme Blanco Herrera en el 1897.
La Tropical posee una ubicación estratégica, situada a orillas del Rio Almendares, por lo cual utilizaba energía hidráulica para echar a andar sus maquinarias. Dicha tecnología fue imitada posteriormente por la Cervecería Internacional y Cuba Cerveza.
La calidad de la cerveza producida adquirió rápidamente a una fama internacional, debido en parte a la participación deconsagrados maestros cerveceros alemanes y franceses, residentes en la Fábrica.
La construcción de los jardines cuyas actividades aportarían fama y dinero a la industria cervecera, y donde sus propietarios trazaron, indudablemente, el desarrollo cultural, así como el proyecto urbanístico y arquitectónico del parque estimularía aún más la consolidación de la empresa y su celebridad. Desde 1904, cuando fueron inaugurados, y hasta la fecha, en cada una de sus instalaciones quedó estampada la herencia española, en tanto, otros clubes y sitios de esparcimiento adoptaron los estilos estadounidenses entonces de moda. De ello siempre se preciaron constructores y propietarios.
Los Jardines constituyeron una alternativa sustentable y necesaria dentro de una ciudad que se vestía de modernidad con el inicio de la República, significando dentro de su creciente entramado urbano, un exclusivo espacio de recreo que, pretendiendo ser legado de la naturaleza era conquista del más refinado artificio humano. La exquisitez de sus diseños y la calidad con que fueron realizados lo sitúan junto a los grandes exponentes de la arquitectura paisajista modernista internacional. Lo que fue posible gracias al ingenio de sus maestros de obras, que con tal obra pusieron en alza su buen oficio, rebatiendo con ello las actitudes de quienes los rechazaron. De esa manera, fueron intensamente disfrutados por la sociedad habanera, cubana, y del mundo, pues la visita a los Jardines de La Tropical se convirtió en itinerario obligado para cualquier turista, igualmente, las guías y directorios comerciales del momento se hicieron eco de su belleza y del prestigio de su industria.
El carácter ornamental estético de la vegetación y sus componentes arquitectónicos sigue la belleza natural rústica. El tratamiento de la vegetación es fundamentalmente naturalista. Prevalece la presencia de árboles frondosos maderables, frutales y medicinales, muchos de los cuales constituyen valiosas especies endémicas.
Uno de los principales salones de baile fue construido alrededor de un árbol de mamoncillo de 200 años de antigüedad, del cual tomó su nombre en señal de admiración hacia la madre natura. Proporciona a la ciudad un agradable espacio natural de disfrute público, prácticamente exclusivo de la capital; junto a ello su hermoso diseño introduce en Cuba el estilo modernista, tanto para la arquitectura como para el paisajismo.
El diseño le pertenece al maestro de obras catalán Ramón Magriñá, por lo cual presenta huellas indiscutibles de los jardines orgánicos españoles.
Los Jardines poseen en su estructura tres salones: “Ensueño”, “El Mamoncillo” y “La Cúpula”, los cuales están sostenidos y ornamentados por imponentes columnas que imitan la forma y la textura de troncos de árboles en una de las primeras y máximas manifestaciones de la utilización del cemento, producido por la primera fábrica de cemento en Cuba e Iberoamérica. Uno de los principales salones de baile fue construido alrededor de un árbol de mamoncillo. Barandas, cenadores, barras de cerveza, bancos y salones reproducen a su vez formas y texturas imitando la naturaleza del paisaje.
Entre la barra de cerveza y el río se ubica un elegante mirador a manera de saloncillo reservado, desde donde los propietarios observaban con sus huéspedes más distinguidos las regatas en el río Almendares o las fiestas que acontecían en el salón Mamoncillo.
Se diseñó una capilla, dedicada a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, y en ellas se hicieron las primeras bodas entre blancos y negros y mestizos. Además, su amplia superficie de 297 mil 154 metros cuadrados reservaba un espacio natural de enorme utilidad dentro del creciente barrio industrial de Puentes Grandes.
En los Jardines de la Tropical se celebraban romerías, matinés, bailables organizados por sociedades españolas. No obstante, los otros “grupos de descendencia” (como se les llama ahora a las razas), también alquilaban días de la semana para los bailes más populares y trascendentes.
En la primera etapa, para los inmigrantes de herencia hispánica, se ofrecía música foránea: pasodobles, charlestón, onestep, fox-trot. Después llegan los danzones de Antonio María Romeu, Arcaño y sus Maravillas, Belisario López, Cheo Belén Puig… Por esos salones pasaron las mejores orquestas, como la de Fajardo y sus Estrellas, y Neno González.
Todas estas giras, fiestas o verbenas eran la diversión popular por excelencia del país, y se anunciaban por la radio y la prensa, y mediante pancartas, volantes y altoparlantes que recorrían los barrios populares.