A toda luz deja ver Martí y Marx en el socialismo de Cuba la preocupación oficial con Martí. Hace poco se quejaron airadas las autoridades por un folleto que circuló en La Habana con cincuenta pensamientos de Martí, sin una palabra que no fuera de él. Lo temen, y tienen motivos para ello. Martí es la más autorizada voz de todos los tiempos en Cuba, y, lo mismo que en su momento fue la negación de cuanta maldad y miserias tuvo la República (el abuso del poder, el peculado, el egoísmo, la injusticia social, la limitación de la soberanía, la discriminación y el materialismo dinerista), ha sido en los últimos tiempos el dedo acusador de la apostasía de Castro, el azote de ese régimen totalitario que ahora llaman “socialismo de Cuba”. En acatamiento hipócrita no dejan hablar a Martí más que a retazos, o por boca de quienes lo falsifican, y controlan la exégesis de su doctrina, o se la opacan con una hojarasca de trivialidades.
Por último es de notar que ninguno de los dos autores de Martí y Marx en el socialismo de Cuba menciona un libro que Martí tenía en su biblioteca y que mucho dice de sus ideas sobre las doctrinas sociales. Se trata del Contemporary Socialism, del historiador y economista John Rae, publicado en 1887 en Nueva York, cuya frecuente consulta por Martí se conoce por lo que copió de él a la letra en su Cuaderno de Apuntes, por los comentarios que escribió en los márgenes y por las coincidencias de sus juicios con los de ese autor sobre Henry George, Spencer, Marx, Bakunin, Marlo, Proudhon y Herzen. Ese silencio es otra de las pruebas del miedo que le tienen. No dejan ver al público ese ejemplar del libro, y lo mantienen secuestrado en las Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, al que sólo tienen acceso incondicionales esbirros de la tiranía.
Los juicios de Rae son devastadores para el régimen de La Habana. Rae, al igual que Martí, condenaba el totalitarismo de Estado, al que califica de “mandarinato socialista” (“socialist mandarinate”), el cual iría a detener el progreso y la producción, aumentando los sufrimientos del obrero y obligando al Estado a “recurrir al látigo y volver a la esclavitud industrial”. Y agrega: “Aún otro motor importante del progreso ha de destruir el socialismo: la libertad”, sobre la que concluye el tratadista escocés: “La libertad, por supuesto, es un elemento integral y directo de todo noble ideal humano, porque es condición indispensable para el progreso social… En un régimen socialista, la libertad tendrá que ser ahogada”, por todo lo cual advierte que “el socialismo tendrá que implantar el gobierno más vejaminoso totalitario y absolutista que se haya inventado jamás…” (“Socialism would introduce, indeed, the most vexatious and all-encompassing absolutist government ever invented”).
Cabe también destacar aquí la opinión de Rae sobre el marxismo, la que resume de manera admirable en este profético juicio: “El comunismo lleva a todo lo contrario de lo que pretende alcanzar: busca igualdad y concluye en desigualdad, busca la supresión de los monopolios y crea un nuevo monopolio, busca aumentar la felicidad humana y con frecuencia la reduce. Es una pura utopía”, y, “¿por qué es una utopía?” se pregunta, y responde: “Porque… la mayor igualdad y la mayor libertad posible sólo pueden lograse juntas” (“Communism thus conducts to the opposite of everything it seeks. It seeks equality, it ends in inequality; it seeks the abolition of monopoly, it creates a new monopoly; it seeks to increase happiness it usually diminishes it. It is a pure utopia, and why? Because… the greatest possible equality and the greatest possible freedom can only be realized together”).
Sólo unas pocas palabras se conocen de lo que escribió Martí en su ejemplar del libro de Rae; entre ellas están unas con las que terminan estos comentarios: no son más que una nueva condena de Martí al marxismo y a ese “socialismo de Cuba” antidemocrático, totalitario y unipartidista; dicen: “Democracia no es el gobierno de una parte del pueblo sobre otra, porque eso es tiranía”.
¿Martí y Marx en el “socialismo de Cuba”? Imposible. Sólo se podrán juntar, y en imagen, a fuerza de tijera y goma, como han hecho allá en la cubierta del libro.