CUANDO EL ACTOR Y CANTANTE MEXICANO JORGE NEGRETE ESTUVO EN CUBA.
Fefita abre la puerta de un tirón, viene empapada de sudor, cae exhausta en una butaca, su madre sale rápido de la cocina.
– ¿ Muchacha que te pasó, viste al diablo?
– ¡ Ya me puedo morir mamita, acabo de ver a Jorge Negrete!.
Según cuentan las crónicas:
"…Que nosotros recordemos, la ciudad de La Habana no le ha hecho nunca a artista ni visitante alguno, un recibimiento como el prodigado al actor y cantante mexicano Jorge Negrete, la tarde del lunes 3 de enero de 1944. Desde muy temprano, los micrófonos de la RHC Cadena Azul iban dando amplios detalles del itinerario a recorrer por la comitiva rodante de recibo. Del aeropuerto de Rancho Boyeros a la carretera del mismo nombre… hasta llegar a la Ave. Carlos III, siguiendo por Reina, Prado, Malecón y Hotel Nacional, donde se hospedaría el intérprete de “Ay, Jalisco, no te rajes”.
Más de treinta automóviles, llenos hasta los topes de artistas, precedidos por dos oficiales de la Policía Nacional en motocicleta, enfilaron por aquella carretera, para ir a esperar el avión…
Dos carros amplificadores iban dando detalles de la llegada del astro…
Unos discos escogidos al efecto, lanzaban al aire la maravilla de su voz…
– Señoras y señores, ya el avión ha aterrizado en el aeropuerto.
– Ya comienzan a salir los pasajeros.
– Ya se inicia el minuto de la emoción.
Se presenta Blanquita Amaro. Después, un descender del avión de pasajeros anónimos, esos pobres pasajeros que al viajar con una personalidad artística como Jorge Negrete, pierden su propia identidad… y al cabo una figura gallarda y varonil que se planta en la escalerilla y agita la mano derecha en el aire, saludando y correspondiendo a la enorme ovación que se le tributa al pisar tierra cubana.
Es Jorge Negrete, el actor inolvidable de “Historia de un gran amor”.
– Jorge, ¿dónde nació usted…?
– En Guanajuato, México, el año de 1911.
– ¿Y cómo se le ocurrió dedicarse al canto?
Si yo nací cantando, hombre… era yo un chamaco y ya les cantaba a las muchachas del barrio…
– ¿Y sacaba algo?
– Pues a veces sacaba una flor que me lanzaban ellas y otras veces un jarrón de agua que me lanzaba el padre. Pero yo seguía cantando… Así llegué a los veinte años con unos deseos inmensos de ser alguien, de tener mi propia personalidad como artista… No crea, he luchado mucho y mi buen trabajo me ha costado…
– Ahora puede sentirse satisfecho…
– Lo estoy plenamente. Intensamente. Si todos mis esfuerzos hubieran servido nada más que para experimentar la emoción que me ha producido el cariño demostrado por el público de La Habana a mi llegada, ya están por bien empleados… ¡Caramba! Casi me hacen llorar…
– ¿Usted ya estuvo otra vez en La Habana?
– Si… en el año de 1939 vine con el compositor Eliseo Grenet, gran maestro del pentagrama y buen amigo mío… A él le debo en parte muchos de mis éxitos.
Arturo Liendo.
Tomado de la revista Bohemia (16 de enero de 1944).