En 1887, durante el jubileo de oro de la reina Victoria (50 años de reinado) se seleccionaron dos indios para servir en el banquete que se celebró. Uno de ellos fue Abdul Karim, que rapidamente se ganó la confianza de la reina, convirtiéndose en su confidente más cercano.
Durante 14 años Karim enseñó a la reina cultura india (por ejemplo, la lengua urdu). Y ella lo colmó de regalos, títulos y honores, lo que despertó toda clase de envidias y resentimientos. Tuvieron una relación muy estrecha.
Él llevó a su familia a Inglaterra, tenía su propio carruaje y hasta asientos buenos en la ópera. Los otros sirvientes lo odiaban. Era un ultraje que un sirviente de piel oscura estuviese por encima de los sirvientes blancos.
Cuando la reina murió en 1901, sus hijos lo deportaron a la India, quemaron toda su correspondencia y se preocuparon de eliminar cualquier rastro de esa relación. Karim murió poco después, en 1909, con 46 años. Pero no pudieron borrarlo todo.
Cien años después, la periodista Shrabani Basu descubrió esta amistad tras una visita a la casa de verano de la reina en 2003. Quedaron las fotos, los diarios de Abdul y la correspondencia en urdu con la reina.
La correspondencia no fue destruuida, porque nadie hablaba urdu, la lengua que le enseñó a Victoria durante el tiempo que estuvo a su servicio.
La historia se llevó al cine en 2017 con Judi Dench en el papel de Victoria.