Orestes Miñoso, pelotero cubano y miembro de lujo del Salón del Olvido
Por: Esteban Romero 01/05/2020
“El ser humano busca el reconocimiento de lo que hace allí donde está. Es algo innato. Y es verdad que es como una cerilla que enciende una
chispa de felicidad cuando eso llega.” Anon.
Lamentable pero cierto, da realmente pena ver cómo se olvidan a los peloteros que jugaron el béisbol en condiciones adversas, entiéndase de racismo, con enorme dificultades para llegar a jugar y triunfar en las Grandes Ligas.
Es por eso que habría necesidad de crear un Salón, el llamado del Olvido, donde caben muchas de esas figuras que brillaron en la pelota de las Ligas Negro, con algunos sobrevivientes que llegaron a las Mayores, los que aun brillando en el circuito prohibido, se les ha negado el derecho de poder integrar el Salón de los Inmortales.
Me vienen a la mente varios nombres, entre ellos los cubanos Alejandro Oms, Eustaquio Pedroso, Miguel Cuellar y Luis Tiant Vega, así como varios estadounidenses, entre ellos Sam Bankhead, Herbert “Rap” Dixon, Frank Lee Duncan, Bill Perkins entre otros.
Sin embargo, hay uno que fue una verdadera estrella en los años 50, llegó tarde realmente, se le retuvo injustamente en AAA por obra y gracia, cosas de la vida, de un casi paisano que lo dirigió en sus primeros años en los Indios de Cleveland. Ese pelotero fue Orestes Miñoso, al que llamaban Minnie “cariñosamente” en EE.UU., hombre que brilló en cuanto se le dio juego regular en las Mayores. Su velocidad, su brazo, sus movimientos, su bateo, su facilidad para recibir pelotazos de cualquier tipo y no lesionarse, muy distinto a los frágiles de hoy en día, lo hicieron aparecer como alguien muy original y único. Rara fue la temporada en la que no bateaba sobre los .300 y no robaba 20 bases o disparaba 5 triples. No en vano se le llamó de por vida Mr. Sox, y a él se le erigió un monumento antes de morir.
Así las cosas, Miñoso ha visto pasar años tras años las elecciones de nuevos exaltados al Salón de Cooperstown, murió y, para su suerte, el mismo presidente Barack Obama le rindió honores. Algunos con su racismo habitual, dirán que sucedió por ser ambos negros.
Cuando visité el Salón de Cooperstown, me di cuenta de que la presencia de Miñoso era algo notable, fotos del gran pelotero cubano, el primer latino negro en llegar al circuito mayor. Todo eso a pesar de no ser miembro del Salón, entonces me daba cuenta que había algo, hablando en cubano, que “no cuadraba la caja.” Lo peor de todo es que la caja sigue sin cuadrar y a nadie no parece preocuparle, incluido los cubanos en este giro. En esto juega mucho la ignorancia de lo sucedido en otros momentos y de los que brillaron en épocas pasadas.
Resulta paradójica esta ausencia y que se manejen nombres de peloteros, como nuevos miembros del salón, manchados por el uso de sustancias prohibidas, pero esto es tema para otro artículo.
Honrar a Miñoso y a otros tantos ilustres peloteros del pasado es una obligación con la historia de este deporte. Su olvido es otra forma de negación de su existencia y logros. Por eso propongo fundar eso que llamo el Salón del Olvido para integrar a todos los que han quedado fuera y no han sido considerados para llegar a Cooperstown, donde Miñoso sería un excelente miembro.