Los amantes de Gibara y su amor imposible. 💑😓
Dicen los habitantes de Gibara, Holguín, que esa es tierra de primicias y singularidades que el destino labró mucho antes del 16 de enero de 1817, fecha en la que Fernando VII puso la primera piedra, a partir de la cual creció el asentamiento.
Todavía hoy los gibareños insisten en que la ciudad costera no ha desentrañado muchos de sus misterios y que solo es posible encontrar esa amalgama de exclusividades y símbolos en esta villa asentada a la vera del Atlántico.
Una de las historias que tanto enorgullece a los habitantes de la villa es la de los amantes Ygnacia Nates y Adolfo Ferrín, cuyo secreto se guarda en una tumba de mármol conocida como la Copa del Amor, en el cementerio local.
Este célebre monumento construido en Italia en el año 1872, de mármol blanco macizo, inmortaliza hoy el frustrado romance protagonizado por Nates y Ferrín, quienes podrían caracterizarse como el Romeo y la Julieta del Caribe.
Ygnacia Nates bordaba tapices y tocaba el piano en las tertulias de su casa frecuentada por marineros, donde Adolfo Ferrín, embelesado por su belleza, iba a cortejarla en las noches.
Muchas veces, celoso de los navegantes, le pedía a la muchacha que se atara un pañuelo en la mano para fingir estar herida y así no tocar el instrumento.
Sin embargo, según testimonios de personas cercanas a Ygnacia se presume que lo cierto es que la joven murió de una fiebre imprevista una madrugada.
Y antes de que la parca se la llevara, pidió buscar a su enamorado.
Acto seguido, este le entregó el anillo de compromiso y se despidió de ella para siempre, pues falleció en las primeras horas del jueves 23 de mayo de 1872 con tan solo 17 años de edad.
Caridad Vives Pi, conocedora de la historia por convivir durante muchos años con las ancianas hermanas de Ygnacia, y dormir precisamente en el cuarto donde murió la joven, asegura que la gente ha distorsionado la historia y casi todo lo que se ha dicho es falso.
A sus casi 95 años de asombrosa lucidez, Cachita Vives asegura que Adolfo jamás fue marinero, sino que era notario y contador de la familia Longoria, y agregó que, una mañana de mayo de 1872, Ygnacia comenzó a sentirse indispuesta, mientras atendía a su padre asmático, Don Ángel Nates Bolívar.
Ese día por la noche Adolfo la visitó como de costumbre, habló con la joven y la notó constipada, en la madrugada Ygnacia empeoró y pidió que buscaran a su enamorado, éste le entregó el anillo de compromiso y se despediría de ella para siempre. Falleció a consecuencia de lo que antes se conocía como calentura, concluyó Cachita.
De Adolfo Ferrín, dicen que murió ocho meses después, en España.
Desconsolado por la pérdida, no sin antes mandar a construir el conocido mausoleo que perpetuó para siempre el romance de los novios.
De una forma u otra, lo cierto es que desde ese momento en los predios de la ciudad costera, una historia de amor imposible dio pasó a una leyenda, como las mayorías de las cosas que pasan en Gibara.
Gibara y su copa del amor.
Escrito por: Redacción, usando información de: Alejandra Angulo Alonso.
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