*DUEÑA DE TODA UNA ÉPOCA*
Aquí en está sentida reseña se haya su historia artística, repleta de una enorme admiración hacía ella.
Por. Henry Puente.
Sin la menor duda, su gran proeza fue sustituír a Olga Guillot en la pista del Casino de Capri cuando la diva indiscutible del bolero, debió partir para cumplir un contrato, sin mirar atrás, y no regresar jamás. Sería, sin dudas, el gran desafío de la recién llegada, pero sus muchos valores le asegurarían una victoriosa permanencia bajo la gran araña luminosa que presidía aquel escenario entonces elegante de lo que hoy es el Salón Rojo del hotel Capri, ya con muchísimos menos quilates y demasiado venido a menos para mi gusto.
Ciertamente, aquel fue un escalón importantísimo en su y ascendente carrera, a partir de ahí consiguió consolidar e imponer un estilo de continuidad y excelencia, pero a la vez, muy personal y elevado, como para que nadie la imaginara seducida por la copia de quién era una cantante monumental, la inmensa Olga Guillot, no obstante a eso, Gina León triunfo de inmediato con un éxito apabullante, trascendiendo con rapidez la escena del cabaret para proyectar una huella importante en la historia mediática de la canción y el bolero en Cuba, convirtiéndose en otra diosa de la canción romántica.
Fue duró, ya que le tocó convivir emulando con nombres tan enormes como los de Elena Burke, Omara Portuondo, Moraima Secada, Leonora Rega, Martha Strada, está última terminaba de introducir, con otro estilo muy singular, la balada en Cuba, pero el de Gina no lo fue menos. Ya se sabe que Gina León arrasó en la década de los sesenta, y hasta hoy permanece entre las grandes voces del bolero y la canción en la isla, como la Guillot, posee, y habló en presente, una extraordinaria voz y un modo muy sentido de expresar la canción, como ella, logra decantarse por un cuidado y excelente repertorio enriquecido por excelentes arreglos y la labor de los grandes directores orquestales de su tiempo, que la acompañaron engrandeciéndola.
En 1961 Gina León impactaba mucho más por su voz de amplio registro, hermoso color, y excelente dicción, un cuidado y natural refinamiento, un estilo personal, su gran belleza física, y un modo muy inteligente de hacer deseable hasta el delirio su presencia sobre un escenario o ante unas cámaras de televisión. En una curiosa e improbable combinación, Gina León logra proyectar una imagen de accesibilidad comedida y al mismo tiempo distante ante las demandas de sus admiradores y de la prensa, al tiempo que mantiene una extraordinaria popularidad potenciada precisamente por esa misma prensa, que no es parca en elogios y referencias a su carrera musical, Gina es refinadamente apasionada y estudiadamente distante, lo suficiente en ambos casos para sencillamente, encantar, todo esto alimentó la leyenda Gina León, su peinado originalísimo y su atrevido vestuario remataron una imagen que, dicho en términos actuales, llegó a marcar tendencia en los años sesenta.
Nacida en el habanero barrio de Puentes Grandes, el 19 de abril de 1937, no tiene el privilegio de una formación musical académica desde su infancia, pero los danzones que su abuela escucha por la radio, aguzan su oído y ayudan a que manifieste las condiciones vocales innatas que la distinguen, su primera actuación en público ocurre con diecinueve años de edad, cuando, a instancias de una amiga va a un programa de aficionados, canta el tema «La novia de todos» y resulta ganadora, con lo cual pasa a la categoría de “estrella naciente” y comienza a cantar en la radioemisora todos los viernes, ahí, justo en un momento en que las innegables dotes vocales de la cantante están necesitando un desarrollo mayor, conoce a Candito Ruiz, uno de los grandes repertoristas cubanos, con él, Gina comienza a trabajar en el montaje de un repertorio primario, que, sería en definitiva, decisivo para su posterior despegue, ella siempre resaltaría lo importante de esta fructífera relación y la asesoría decisiva de Ruiz en los inicios de su carrera.
El cabaret Monte Casino abre en 1956 sus puertas a la principiante, quien para ser considerada como profesional debe cumplir cerca de cincuenta actuaciones durante tres meses, entonces, trabaja también en el cabaret Las Vegas, y en programas de televisión teniendo a Candito Ruiz como pianista acompañante, y poco después en el cabaret Rumba Palace en la turística zona de la Playa de Marianao, allí casi de incógnito la ve actuar el dueño del cabaret Bahía, importante centro nocturno de Ciudad de Panamá, y surge la posibilidad de su primer contrato internacional, con 19 años y del brazo de su madre viaja a la ciudad istmeña donde se presenta durante seis meses del año 1957. Al regreso a La Habana, trae la experiencia y el fogueo que necesitaba para ser contratada en los night clubes habaneros, el club Autopista acoge en 1958 a la joven cantante, quien ya llama la atención de público y críticos, en su sección «Desde mi antena», en la revista «Show», Rafael Martínez Sixto sería premonitorio escribiendo esta reseña: Sobresale la voz rítmica de la cancionera Gina León, que está llamada a ocupar planos preponderantes, y así sería sin márgen de equivocación.
Durante 1959 Gina tiene una febril actividad en algunos centros nocturnos como el «Club 66», dónde, según la revista Show destaca su personal versión del clásico Lágrimas Negras, también en el «Night and Day» en La Habana, donde comparte cartel con la gran Celeste Mendoza. En abril de 1960 reaparece en el Autopista Club, donde permanece casi todo el año, en un cartel que incluía a Paulina Alvarez y Gigi Ambar, en una producción de Henry Boyer, tal es el desempeño de la León en el ámbito de la noche habanera, que un cronista llega a recomendar a la popular emisora «Radio Progreso» que la contrate para que levanten el rating de audiencia. Continúa llamando la atención de los cronistas: Siempre ha merecido elogios por su estilo personal, por su magnífica afinación y cuadratura, se desenvuelve como una iluminada en el repertorio de Armando Oréfiche, Gilberto Valdés, Adolfo Guzmán y otros ases de la composición sentimental. En el balance de ese año algunos críticos la catalogan como una de las más notables intérpretes románticas del año, destacando su perfección técnica, vocalización y dicción ejemplar.
Llega el año 1961 y Gina pasa a planos estelares al comenzar en el bar del casino del hotel Habana Libre acompañada por el conjunto de Pedro Jústiz Peruchín y otras veces por el piano de Eddy Gaytán, en su edición de marzo de ese año, la revista Show le dedica un reportaje especial. Los grandes empresarios del espectáculo en Cuba se disputan ya su presencia en los escenarios que controlan, entonces es cuando la llama Anido para sustituír de urgencia a Olga Guillot, quien debe cumplir contrato en Caracas, pero los compromisos de Gina con el Habana Libre impiden que acepte de inmediato, en medio de tal demanda, hasta Alipio García se adelanta a anunciar que Gina estaría en marzo en la pista de su cabaret «Alí Bar» que aún era de su propiedad, en reemplazo de Blanca Rosa Gil, quien ya había viajado a Venezuela, de dónde no regresaría.
En cuanto al Casino del Capri, varias cantantes de calidad fueron probadas por el gran director de espectáculos, Anido, como Ruth Dubois, Gigi Ambar, Celeste Mendoza, pero ninguna duró lo suficiente en el gusto del productor. Cuando finalmente en abril de 1961 debuta en el show «Serenata Mulata» del Casino de Capri, Gina León arrasa y se convierte por hecho y derecho en la figura central, en la gran diva que reúne, todos lo reconocen, voz, técnica, desempeño escénico y belleza, el gremio de columnistas del mundo del espectáculo se rinde a sus pies y la selecciona Cancionera Revelación del Año entre los Valores Artísticos de 1961.
Sería Guillermo Alvarez Guedes, quién siempre a la caza de cuanto talento despunta, firma a la León para grabar durante en los primeros meses de 1961 doce temas con su sello, el renombrado «Gema», aún no intervenido por la llegada de la revolución, en fonograma que devendría su disco de presentación, tras la intervención gubernamental de los sellos discográficos y su centralización bajo una única marca, sería reeditado dos veces, con las referencias o sello Palma y Areíto. Gina León sería de las primeras voces que registraría la nueva marca de la discografía cubana, el efímero sello Imprenta Nacional de Cuba.
El 18 de julio Gina participa en el hotel Habana Libre en el concierto «Constelación de Estrellas» en homenaje al productor Anido, en un cartel que incluía al cuarteto de Meme Solís, Juana Bacallao, Leonel Bravet, Dandy Crawford, Samuel Téllez, Tata Güines, y otros, Anido la mantiene en su nueva y fastuosa producción para el Capri el show «Me voy pa’l Brasil», que se estrena a mediados de 1961 y sigue en cartel hasta finales de septiembre, y donde la bella cantante amplía su registro escénico como vedette de destacado desempeño, aún muchos recuerdan su opening cantando la samba «No quiero llorar», a estas alturas, y siempre de la mano de Anido, Gina sobresalía y marcaba estilo también por los atrevidos diseños de su vestuario e imagen, su excelente figura le permitía correr exitosa esos riesgos, su famosísimo peinado, creación del artífice Alberto, se volvió viral, como decimos ahora, todas las jóvenes querían lucirlo y fue durante meses el top de pedidos en las peluquerías de todo el país, Gina recibe muchos temas de los compositores más interesantes y actuales, y hasta el mismo Roberto Cantoral le entrega «Aléjate», al frustrarse la producción del filme para el cual lo había compuesto, decisión acertadísima pues la León lo asumió y lo convirtió en un verdadero y perdurable hit, casi un himno de batalla que jamás podrá dejar de cantar, la interpretación que la León hizo de «Aléjate» lo convierte en uno de los boleros icónicos de los años sesenta y probablemente, en su marca musical de identidad.
El musicólogo, pianista y promotor Odilio Urfé la incluye en el Primer Festival de Música Popular Cubana en el teatro Amadeo Roldán, uno de los eventos musicales más trascendentales realizados jamás en la Isla, Gina León interviene en el programa del 25 de agosto de 1962 dedicado al cancionero cubano, ese año el ya mencionado «Aléjate» y otro bolero, «Perdóname» de Felo Bergaza alcanzan las mayores cotas de popularidad, sin pausa, Gina no deja de ser noticia y triunfa con su personal versión de un bolero que también llegaría a arrasar en ese momento «Canta lo sentimental», de Urbano Gómez Montiel, según la investigadora Adriana Orejuela, testimonio que acabo de encontrar, Gina afirma haberlo escuchado por primera vez en 1962, cuanto aún estaba en el show «Me voy pa’l Brasil», hace el play-back para una emisora de onda corta y tras su regreso de una exitosa gira por las provincias orientales le pone voz, Elena Burke también lo grabaría casi simultáneamente, desconociendo, según la misma fuente, que ya Gina lo había montado. Las dos divas vuelven a coincidir el mismo año de 1963 en otro hit «Decide tú», y es que Gina León ya comenzaba a distinguirse por la cuidadosa elección de los mejores temas para su repertorio.
En octubre de 1962 la León reaparece triunfal en el cabaret Copa Room del hotel Riviera, donde se presenta en una revista de variedades y al año siguiente sube a la pista del cabaret Tropicana, junto a Paulina Alvarez, Luis Carbonell y Pello El Afrokán en un show transitorio que se extendió los meses de febrero y marzo, ese mismo año Gina viaja al Festival Internacional de la Canción de Sopot, en Polonia, uno de los más renombrados en aquellos años de furia festivalera en Europa, y después se presenta en el teatro «Friedrichstad Palace, en el Berlín» de la extinta República Democrática Alemana.
En el Festival Internacional de la Canción de Varadero, en 1965, Gina León figura en una categoría superior, la de artista invitada, junto a los prominentes Bola de Nieve, María Cervantes, Miguel de Gonzalo, Hermanas Lago, Esther Borja, Barbarito Diez y las Hermanas Martí. A estas alturas ya Gina León era una cantante de absoluto reconocimiento, de frecuente presencia en radio y televisión y como tal el diario Revolución la elige como la más destacada en TV durante 1963, continúa indetenible su exitosa carrera, está en lo más alto y lo prueba, entre otros aspectos, el hecho de haber protagonizado en 1964 uno de los famosos conciertos que acogió el Teatro el Museo Nacional de Bellas Artes en aquellos años.
Sigue estelarizando los espacios más notorios en televisión y en el mundo de cabaret, y en febrero de 1964 vuelve al Caribe en la producción “Qué hora es”, con Los Zafiros, Irma Obermayer y Fernando Alvarez, entre otros, y en diciembre del mismo año y hasta mayo de 1965 centra el nuevo show “Gina a lo Riviera”, donde vuelve a tener en la pista a Juana Bacallao y Dandy Crawford, además el Cuarteto D’Aida y Los Papines, también cantó en el mítico Pico Blanco del hotel St. John, donde podía vérsele por breve tiempo en marzo de 1967, la noche en La Habana de los sesenta no podría nunca explicarse sin el nombre de Gina León.
En los años siguientes, disminuyen sensiblemente las opciones de trabajo para músicos y cantantes, al producirse el cierre de numerosos centros nocturnos como resultado de la mal llamada Ofensiva Revolucionaria, quizás con mayor sosiego, pero aún en plenitud de forma artística, Gina se presenta de nuevo en el Capri y también en el Cabaret Nacional y en algunos de los pocos centros nocturnos que fueron quedando a partir de 1967 y también en programas de televisión, pero no mucho más.
En los años 70 hizo largas temporadas en Tropicana, como figura estelar y también los entonces famosos cabarets de la playa de Varadero, en los hoteles Kawama e Internacional, se hicieron frecuentes sus apariciones en los programas musicales más populares de la televisión cubana.
Bobby Carcassés la llama en 1987 para sumarla a un espectáculo que se presentaría en Panamá en el cabaret El Sótano del Hotel Continental, donde la crítica encomió la excelencia de su estilo y su voz, en ostensible plenitud, el periódico panameño «La Estrella» la califica de “extraordinaria cantante cubana.con una voz tremendamente potente, aún se recuerda su inolvidable dúo con Fernando Alvarez por los años ochenta, acompañados por Isolina Carrillo ante las cámaras de la televisión cubana allá por los años noventa, sin que un registro discográfico de esa maravillosa unión fugaz haya quedado para nuevos tiempos.
En verdad ¿ No lo sé ? Pero Intuyó que Gina León debió tener un paradigma muy alto de lo que es ser una artista verdadera y con dignidad, en tiempos de calidades artísticas inciertas decidió replegarse y dejar latiendo en su voz grabada en múltiples discos, el recuerdo de sus resonantes triunfos, desde una quieta presencia y conservando intacta la excelencia y elegancia de su voz y estilo, Gina León decidió no hacer concesiones que implicaran renunciar a ese paradigma. Muchos años ha pasado habitando su espacio familiar y no se ha prodigado en apariciones públicas, eligiendo muy bien los momentos y oportunidades en que decide hacerlo, quizás para los jóvenes Gina León ha sido por muchos años no mucho más que un recuerdo memorable, sin saber, quizás, que esa mujer de extraordinarios valores habita espacios atemporales que prescinden de las fronteras, en un mundo donde no falta la canción y donde sus cualidades vocales y su capacidad para la emoción siguen casi invariables, su propio estilo de vida, en el que impone su serenidad y cuidado, le ha regalado la calidad invariable de su voz, aun cuando hoy podemos celebrar sus ocho décadas, y un poquito más, de vida.
En lo personal, Gina León es una de mis cantantes preferidas de siempre, le profesó una callada admiración, no sólo como cantante, sino también como persona, pude haberla entrevistado para enriquecer este trabajo de investigación, tanto telefónicamente como personal, pero preferí no hacerlo y entregarle este acercamiento admirando su vida y obra, como un pequeñísimo gesto de gratitud a su presencia
¡ EN LA BANDA SONORA DE MÍ VIDA !…..