<< METERSE EN CAMISA DE ONCE VARAS >>
Esta es una expresión que antiguamente se usaba mucho, pero cada vez se va oyendo menos. Tiene un origen muy interesante que se remonta a la Edad Media, donde se realizaba una ceremonia para realizar una adopción. El rito, que simbolizaba un segundo parto, consistía en que el padre adoptivo metía al adoptado por la manga de una camisa muy holgada, confeccionada para la ocasión, y lo sacaba por el cuello, para a continuación besarle la frente en señal de confirmar su recién adquirida paternidad.
A veces las adopciones no salían bien o traían problemas, sobre todo cuando alguien se hacía cargo de personas jóvenes o adultas, por lo que se recomendaba a los interesados en una adopción que no se «metieran en camisa de once varas» .
La vara era una barra de madera o metal de medida estándar que se usaba, entre otras cosas, para medir telas y equivalía entre 75 y 92 centímetros según la región . La vara castellana medía 83,59 cm.
El dicho además refleja también una exageración en las dimensiones de la camisa, la cual no podía medir once varas ☺️☺️☺️
Según se dice, estas costumbres, u otras muy similares, se mantienen actualmente en Europa en algunos pueblos eslavos del sur (búlgaros y bosnios) y entre los turcos.
También existe otra versión del origen y es que en la época medieval una “camisa” era un lienzo de muralla entre dos torreones. Si tenía una altura sobre los diez metros (11 varas), abrir brecha o atacar por allí era tarea arriesgada y casi inútil, pudiendo ser esta una interpretación más adecuada.
Actualmente se utiliza como una expresión coloquial usada para señalar la poca conveniencia de complicarse la vida al meterse en asuntos o problemas que no conoce, que no le competen o que no le reportan ningún beneficio.