Una intervención necesaria.
Los pasajes que vengo relatando bajo el título “De mis memorias” son exactamente eso: “mis memorias”, un descarnado relato de los primeros treinta años de la vida de un cubano de la Generación Silenciosa, descendiente de emigrados españoles en Cuba durante el periodo de 1940 hasta 1970.
Desde mis solitarios y silenciosos juegos conocí el diario acontecer familiar y del entorno, muchas veces a través de los propios protagonistas, siempre de primera mano, la realidad de hechos que por su magnitud e importancia fueron noticia.
Por otra parte, mi temprana emancipación familiar me lanzó súbitamente a una azarosa vida llena de privaciones que, lejos de rendirme, me fortalecieron para luchar hasta consumar mi sueño: trabajar y estudiar para hacerme de una profesión.
Mi sacrificio fue grande y tuve que hacer acopio de voluntad y resistencia para lograr mi objetivo, pero alrededor de este esfuerzo se desarrolló una ola de solidaridad por parte de todos mis amigos de entonces que, no solo me apoyaron, sino que me empujaban a continuar cuando flaqueaba, tanto así que nunca me sentí solo y como no tengo como agradecer tanta bondad, yo sé que dondequiera que estén le llegará mi humilde homenaje a su memoria dando cuenta de su paso por la vida.
Asimismo, quiero dejar constancia, desde mi perspectiva, de uno de los periodos más interesantes y desgarradores del siglo XX cubano que con todos sus “pro” y sus “contra” fue la más hermosa época de mi vida, a la vez que un canto de esperanza y confianza en la capacidad del ser humano para asumir retos y vencerlos con la solidaridad espontanea que se genera alrededor de estos esfuerzos.
La vida me enseñó lo que resumo en el siguiente aforismo:
“Todo lo que vale, cuesta. Siempre hay que pagar.”