De aromas y cafetales: La Isabelica
Como resultado de la revolución en Haití, llegan a Cuba un grupo de colonos franceses y con ellos Víctor Constatan Couzo, quien contaba con una dotación de 25 esclavos entre los que se encontraba su concubina Isabel María.
Adquiere la propiedad ubicada en el corazón de la Sierra Maestra, cerca de la Gran piedra, rodeada de una exuberante vegetación con gran variedad de plantas exóticas y especies endémicas. La nombra La Isabelica como muestra de su amor por la esclava.
Emplazada a 1119 metros sobre el nivel del mar, a 26 km de la Ciudad de Santiago de Cuba, poseía a inicios del siglo XIX, doce caballerías para el cultivo del café, tuberculos y vegetales y la cría de animales. El conjunto integrado por la casa almacén, secadero, casa de esclavos, establo, calabozo, enfermeria, moulin o tahana, horno de cal, letrina, cisterna para agua y una red de calzadas, caminos y rampas.
Se construyó en un período de 10 años, aprovechando la topografía para el emplazamiento de las terrazas y los secaderos, empleando materiales y técnicas constructivas propias del territorio: cal, piedra y barro.
La casa de estilo vernácula, funcionaba como vivienda y área de producción; de dos niveles en la planta baja radicaban los almacenes, el cuarto de máquinas con una despulpadora, la cocina y la despensa visualizandose los secaderos de café.
En la superior la vivienda, con un reloj de sol, una campana y un magnífico sistema hidráulico, poseía una sola entrada y salida.
En el exterior se ubica la tahoma o molino, el horno de cal, el baño, y una barraca para las empleadas. domésticas.
En 1875 Víctor recibe un gran golpe cuando los mambises incendian la propiedad desvastando la casa y las plantaciones quedando en la ruina y el despojo hasta que en 1961 gracias a la labor de Fernando Boytel Jambu es restaurada y convertida en museo.
La historia de amor de Víctor y María Isabel fue recreada en una novela radial de la emisora Radio Progreso a inicios de los 70.