La construcción de esta vasta obra fue aprobada por Real Cédula del año 1656, hasta que definitivamente comenzó a levantarse en 1674 bajo el gobierno de Francisco Rodríguez de Ledesma, casi un siglo se dilató la fábrica que concluyó en 1740 sin el camino cubierto y los fosos que fueron laminados en 1797.La muralla de mar bordeaba casi todo el litoral de la ciudad con la bahía y la de tierra se extendía por los terrenos que ocupan las actuales calles de Egido, Monserrate y Zulueta. Al principio tuvo dos puertas -una al Norte y otra al Sur- que después se multiplicaron, según las necesidades de funcionamiento para acceder y salir de la ciudad, llegando a contarse nueve –todas bien jerarquizadas–, once baluartes y dos semibaluartes unidos por cortinas. De este modo la ciudad de San Cristóbal de La Habana fue dividida en intramuros y extramuros.
En 1863 comenzó su demolición, la ciudad había crecido considerablemente, la población se había multiplicado llegando a rebasar los altos muros y fuera de ellos ya surgían nuevas zonas de urbanización. Al finalizar la dominación española quedaban algunos lienzos que fueron derribados en las primeras décadas del pasado siglo XX.Afortunadamente se conservaron pequeños tramos que delatan su existencia, evocando su espesor y magnitud. Los mismos forman parte de nuestro patrimonio, de ahí su preservación a través de los siglos de su existencia.