“Así es Cuba”.
“Cuba y la Semana Santa”
“en la ciudad de Trinidad”.
“Cuenta Cuba con un antiguo pueblo que surgió a la vida allá por los años de 1512 a 1514 y recibió el nombre de Villa de la Santísima Trinidad y que radica en la Provincia de Las Villas.
“Su nacimiento tal parece que vino a ser como la realización de aquella leyenda india que indicaba que en los tiempos a venir unos hombres blancos, teniendo por arma el rayo, profanarían aquel suelo esclavizando al río bravo llamado Guaurabo que habrían de formar con sus lágrimas, las princesas Táyaba y Xavira, al ser miserablemente engañadas, mientras la tribu de los Guamahayas celebrarían brillantísimos areitos en las ferias de Kabagán.
“Tiene pues esta Villa Cubana, motivos para ser sede de la tradición y relicario de preciadas joyas históricas y arquitectónicas.
“Entre sus más destacadas tradiciones, la que más renombre siempre le ha dado es la que se relaciona, por su brillantez religiosa, con la Semana Santa Trinitaria.
“Refiriéndose a ella, en sus "Tradiciones Trinitarias" el doctor Emilio Sánchez dice: "Las procesiones religiosas que se efectúan en Semana Santa constituyen unos actos sencillos, en su grandeza propia y tienen un carácter especial, pues en tal ocasión acuden a la población muchas familias campesinas para tomar parte en los cortejos religiosos y aprovechar estos sagrados días para visitar a sus parientes y amistades, quienes las obsequian con agua llamada Agualoja, que es un compuesto de agua, miel o azúcar y canela o clavo, que se reparte en estos días y cuyas relaciones son sencillas, francas y sinceras.
“"En la citada Semana Santa se efectúan varias procesiones, en las cuales se sacan distintas imágenes. Las Archicofradías que tienen a su cargo el cuidado de éstas, atienden con interés a su culto y conservación y se esmeran en vestirlas con decencia y propiedad y adornarlas con exquisito gusto, invirtiendo en ello no poco dinero".
“Antaño se veían amenizadas estas procesiones con danzantes y diablitos, gigantes y cabezudos, papahuevos y moctezumas que hoy casi han desaparecido, lo que daba a la Semana Santa de Trinidad una nota de policromía y que con su desaparición le ha investido de toda la seriedad religiosa que demandan las jornadas del Calvario.
“La gran afluencia de turistas y visitantes, tanto nacionales como extranjeros que acuden a la ciudad villaclareña, al reclamo de su tradición secular, tan digna como real, obliga a que en el Domingo de Ramos se bendiga una gran cantidad de guano, ya que como recuerdo de aquellos días, todos demandan para sus hogares, cual si se tratara de un talismán: el Guano Bendito.
“Las famosas procesiones guardan este orden que jamás falla: la del Martes Santo sale de la Iglesia de Paula; la del Jueves Santo de la Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad, sita en la parte alta de la ciudad, y de la misma también salen las procesiones del Viernes Santo y del Domingo de Resurrección.
“La del Jueves Santo se ve presidida por el famoso y milagroso Cristo de Veracruz. Esta imagen fue subastada allá por el año 1713 y adquirida por don Nicolás de Pablos Verdes, por unos 800 escudos de plata. Era ella la que iba a bordo de un barco que habiendo partido del puerto de Barcelona (España) se dirigía al de Veracruz (México) en cuya ciudad el Cristo debía ser entregado al Convento de los Padres Franciscanos. Un accidentado viaje fue aquel, durante el cual el barco se desvió debido a la tempestad y fue a recalar al Puerto de Casilda en la costa Sur de Cuba, puerto que viene a ser propiamente de la Ciudad de Trinidad. Don Pablo, que era el capitán del barco, al ver subastado aquel Cristo se decidió a adquirirlo, toda vez que en su fondo religioso tenía la convicción de que el arribo forzoso a Casilda fue motivado por la milagrosa imagen que quería quedarse en Trinidad, por lo que después de haber pagado el importe, la regaló a la que desde entonces es su depositaria y custodia, organizándose una solemnísima procesión y siendo recibida por los trinitarios con grandes demostraciones de veneración y alegría, recibiendo la bendición de parte del párroco don Ponciano Escasena que la colocó en el lugar donde hoy en día se venera y ante la cual tantas y tantas personas acuden en demanda de divinos favores.
“La procesión del Viernes Santo es la más lujosa de todas y en ella hacen los trinitarios derroche de su fervor religioso y de riqueza, tanto en las imágenes que en medio de gran brillo y esplendor de luces recorren las calles, como en las vestiduras que lucen, destacándose por encima de todas el Santo Sepulcro y el Cristo yacente, en donde el oro y la pedrería constituyen todo un tesoro. Cuando esta procesión del Viernes Santo llega al lugar conocido por "Monte Calvario" hace un alto para que el clero entone y rece el solemne "Miserere".
“Finalmente, el Domingo de Resurrección, convierte su mañana en mañana de repiques y alegría, ya que toda la ciudad se siente madrugadora para concurrir o ver desfilar la procesión del "Señor Resucitado, de pie sobre preciosa carroza, alegrito y satisfecho, seguido de San Juan, de la Soledad y del Santísimo Sacramento".
“Es esta procesión la que indica a los trinitarios y a sus huéspedes que se dan por terminadas las fiestas tradicionales de Semana Santa, que de generación en generación vienen celebrando, como un exponente de que aun en la Perla de las Antillas existen remembranzas del ayer que se esfuma lentamente…”