Del otro lado del mostrador… El bodeguero, siempre atento en una esquina de mi barrio, el bodeguero, agente social, que jugaba un papel fundamental, en apoyo y seguridad de las familias más humildes que a él recurrían, con total confianza y seriedad y que en reciproca actitud, a este respondían. Acción muy apelada en aquellos años por el pueblo y reconocida como “el fiado”, o el recurrente <apúntamelo en mi cuenta>.
En cualquier esquina de ciudades y pueblos de Cuba, podía encontrarse una bodega, en la que compartían espacio, una vidriera para la venta de artículos varios, la lotería nacional y en una de las esquinas del mostrador, la venta de cervezas y ron. No faltaba en estos comercios, casi siempre ubicada en una esquina, cerca de la barra, la victrola, donde podían seleccionarse los discos que contenían la música de las orquestas y cantantes más populares de la época.