Nuestro único e inolvidable
«TROMPOLOCO»
Ese que tanto nos hizo soñar, intentando con todas sus fuerzas, convertirnos en mejores personas.
Por. Henry Puente
¿ Qué niño de mi generación no amo a Trompoloco ? Ese que llenó un espacio que hoy permanece vacío, la fantasía infantil fue sustituida por un enajenante y deformante modelo que privó a los niños de ternura, en una etapa de la vida en que esta ausencia, para su mal, les marcará definitivamente.
Edwin Fernández, fue su creador, siendo dentro de la historia, uno de los artistas que más contribuyó a enriquecer el mundo de los que fuimos niños en aquellos días en que se nos permitió la fantasía y nadie nos exigía que fuéramos de otra manera. Esté grandioso e irrepetible actor consiguió con su personaje, el payaso Trompoloco, una combinación perfecta de ternura y fantasía, cantando «La muñeca fea», «Di por qué» y otras canciones, hoy ausentes en este tiempo de chabacanería, mal gusto, privado de ternura y educación.
El genial Trompoloco fue algo que no nos pudieron quitar y que se quedó con nosotros, nos salvó de ser como nunca nos hubiéramos perdonado ser y preservó para quienes nos beneficiamos de su arte, una ternura, una fantasía y una esperanza, que ciertamente nos ayudó a ser mejores personas.
Desde la abuelita a quien cantó su inmortal ‘Di ¿por qué?’, hasta la abandonada muñeca fea, cada aparición de Trompoloco fue mágica y enriquecedora para las últimas generaciones de niños cubanos con sueños, juguetes, ilusiones y fantasía.
Esté maravilloso payaso llenó un espacio que hoy permanece vacío, nos alentaba a creer en la ternura, olvidar la violencia contribuyendo a rescatar nuestra nobleza, al día de hoy completamente perdida, la pregunta que todos debiéramos hacernos sería ¿Cómo permitimos que esto sucediera? ¿Qué habría que hacer para recuperar la ternura, la fantasía y la inocencia perdida?
Hoy no se trata de que no haya payasos como Trompoloco, el daño está hecho y deshacerlo costará mucho y más, conlleva necesario en la educación de un niño, si se pretende que posteriormente se convierta en una buena persona, crecer con ilusión didáctica, una fantasía próspera que le enseñe a ser un mejor ser humano, aún acudiendo para que eso suceda, a historias de muñecas feas, caballitos trotones o la ternura de abuelitas capaces de relatar historias de colores que reflejen el amor, de no ser así, estamos perdidos, no existen los sentimientos, los aniquilan, no se muestra como tenerlos, entonces sin esa enseñanza estamos perdidos para siempre….