GONZALO QUESADA UNA LEALTAD INQUEBRANTABLE.
Gonzalo Quesada Aróstegui, fue abogado de profesión y participó en la fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en Tampa y Cayo Hueso junto a José Martí, quien lo nombró secretario de la Delegación del Partido, fue uno de los arquitectos claves en el movimiento independentista de Cuba, junto a su gran amigo José Martí durante finales del siglo XIX. Fue el 10 de octubre de 1889, cuando Quesada y Aróstegui tuvo el honor de presentar a Martí, llamándolo por primera vez, Apóstol.
A partir de ese momento, queda sellada para siempre una lealtad a toda prueba e inquebrantable. Quesada se une a Martí, ayudándole por su capacidad y sus buenas relaciones, en la propaganda a favor de la Revolución, por cuyo motivo renunció también como abogado en el bufete de Stearms and Curtis, de Nueva York.
Quesada le presta a Martí todo tipo de servicios para la causa revolucionaria, entre estos su amistad con el abogado Horatio S. Rubens y mediante su intervención logra salvar gran parte del cargamento de armas y municiones al fracasar el Plan de la Fernandina (10 de enero de 1895).
El joven discípulo demuestra talento, capacidad y seriedad. Martí lo acoge como un alumno predilecto, y le imparte sus enseñanzas revolucionarias. Le designa como Secretario del Partido Revolucionario Cubano y le confía, junto a Benjamín Guerra, la publicación del periódico Patria, vocero de la Revolución ante la emigración cubana.
Al marcharse Martí para participar en «la guerra útil y necesaria», le confía a Quesada todas las gestiones para seguir prestando ayuda material a la Revolución, como el envío de expediciones armadas y la propaganda como redactor de Patria, y de hecho, como delegado para sustituir al Maestro. También se queda como Encargado de Negocios de la República en Armas para servirla en lo que pueda ayudar para su sostenimiento.
En 1900 se convirtió en Comisionado Especial de Cuba en los Estados Unidos. En 1901 fue uno de los miembros de la Convención Constituyente. Entró a los servicios diplomáticos y pasó a ser el embajador cubano en los Estados Unidos. A partir de 1912, se convirtió en el embajador cubano en el Segundo Imperio Alemán.
En 1903, logró convencer al Gobierno estadounidense de que la Isla de Pinos formaba parte del territorio cubano desde 1511, y el 2 de marzo de 1904 firmó el Tratado Hay-Quesada, el cual no fue ratificado por los Estados Unidos hasta más de veinte años después.
Fue albacea de Martí en cuanto a su obra literaria, pues a su muerte recopiló los trabajos escritos por Martí para varias revistas y periódicos dispersos en el continente. Además, escribió varias obras de contenido histórico-político entre las cuales destaca Páginas escogidas.
Falleció el 9 de enero de 1915, en Berlín, mientras desempeñaba su cargo de embajador y fue sepultado en La Habana en agosto de 1919