La historia de Olga la Tamalera 🇨🇺 En 1949 Olga Moré Jiménez natural de Cruces, Cienfuegos, comenzó a vender tamales en la esquina de Prado y Neptuno. La calidad de sus tamales la hizo rápidamente muy popular y atrajo a los talentosos músicos Félix Reina y Fajardo quienes compusieron el chachachá “Olga la tamalera” que se mantuvo como un éxito musical durante mucho tiempo en Cuba.
“La única negra que vendió tamales en las calles en esa época fui yo”, asegura campechana, Olga Moré Jiménez. A quien todos conocen como “Olga La Tamalera”
“La gente se reía de mí, algunos hasta me decían cosas, no era costumbre. En la calle los vendía a 10 centavos y en las fiestas a 25, tenía que buscarme la vida, estaba sola con los niños y tenía que pagar un alquiler por el cuarto donde vivíamos”
Se paraba frente a la gran cazuela, luego de la agotadora tanda de rayar el maíz, a cocinar la harina, en ese momento prefería estar sola, pues la receta era y seguirá siendo un misterio para los cubanos.
“A Félix Reina y a Fajardo les conocí cerca del Parque de La Normal, en un saloncito de descargas, allí yo hasta rumba bailaba, porque a mí me encanta bailar, y lo hago elegante, también me gusta mucho el bolero, entre mis preferidos está “Longina” y “Dos gardenias”. Félix y Fajardo me convirtieron en “Olga La Tamalera” para el mundo, porque hasta fuera de Cuba la gente sabe de mí y no falta quien quiera probar mis tamales, tenían fama porque cada día estaban mejores. Por aquí pasa mucha gente a conocerme, y cuando estuve en Nueva York, todo el mundo sabía de mí por la canción, hasta Oscar de León cuando vino quiso visitarme. Me pongo elegante y hasta bailo si hay que bailar, que le pregunten a la Original de Manzanillo”.
La tamalera más famosa de Cuba nació el 23 de mayo de 1922, tiene cuatro hijos, y tantos nietos, bisnietos, y hasta un tataranieto, le gustan el son y la rumba, de ahí su gracia para la cocina, según dicen en su barrio. De cualquier manera, aunque ya no amarra hojas de maíz en la noche como en aquellos años, su fama de buena tamalera le calló la boca a cuantos se burlaban y hoy no hay quien no conozca en Cuba a esta buena mujer que abre la puerta de su casa y dice: “Pase, pase, pase, que soy yo misma, Olga, la de los tamales”
La Orquesta Aragón en la década de los años 50, incorpora a su repertorio la canción con mucho ritmo, que se populariza rápidamente, y que en su parte melódica decía: “Me gustan los tamalitos / los tamalitos que vende Olga / Pican, no pican / los tamalitos que vende Olga, Olga.”
Corría el año 1949, en el número 180, de la calle Figuras, entre Manrique y Tenerife, en el barrio de Los Sitios, se levantaba cada mañana preguntándose qué hacer para ganar el sustento y mantener la casa, había perdido al esposo, tres niños y una madre anciana se le quedaban mirando en tono indagatorio a la hora del nuevo ayuno. Fue de tarde y se olvida de la fecha en la que le vino la idea. ¿Por qué no?, se preguntó al tiempo que buscaba en el armario de la sala una jaba casera construida con recortes de antiguos vestidos, se fue corriendo al mercado, compró unas mazorcas de maíz y se dijo: voy a ser la primera mujer que venda tamales en La Habana.