“CULPABLES FUIMOS TODOS”
🎵 “Unos tienen la culpita y otros tienen la Culpona” 🎶 .. Tuvo razón Miguel Ángel Quevedo, propietario y director de la antigua revista Bohemia, cuando escribió en su carta previa al suicidio, que culpables fueron todos para que triunfara la dictadura comunista de Fidel y Raúl Castro.
Culpable no fue él solamente Miguel Angel Quevedo. Señaló el, como algo muy cierto, que ¨…fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel, de los bandidos que se ocupaban más del contrabando y del robo que de las acciones de la guerra, de los curas con sotanas que mandaban a los jóvenes a la Sierra Maestra…, culpable fue Estados Unidos que incautó las armas destinadas a Batista en su lucha contra los guerrilleros; culpables los políticos que cerraron las puertas a todos los cambios electoralistas¨, que en 1959 no se hicieran elecciones libres.
A los cubanos no nos encanta inculparnos de lo sucedido en nuestra nación; realmente la inmensa mayoría de los cubanos que hemos pasado en estos últimos 60 años por nuestra niñez, juventud, madurez, vejez, o hasta por la muerte, somos culpables de que el Castrismo haya nacido, echado raíces y crecido en nuestra Patria.
Unos permitimos que se sembrara esa semilla o que hubiera tierra fértil para que germinara; otros no aplastamos a tiempo ese aparente insignificante arbusto en crecimiento, esperando que otros se ocuparan de hacerlo, ya que considerábamos que eso era tarea de otros y que quizás hasta nuestros vecinos más cercanos no permitirían que creciera de tal manera que con sus raíces y sombra los afectara; otros, le echamos abonos, agua y le limpiamos los alrededores de supuestas ¨malas yerbas¨ para que creciera frondosamente y diera los abundantes y dulcísimos frutos anunciados, cuando realmente esas yerbas estaban haciendo una tarea tal, que de haberlas dejado crecer hubieran ¨ahogado¨ a ese arbusto que se ha convertido en un viejo y espinoso árbol que nunca dió los frutos prometidos pese a la abundancia de abonos e injertos recibidos durante décadas; esas yerbas nunca más han aparecido.
No oíamos a aquellos que nos aconsejaban, por anteriormente haber dormido bajo sus ramas, que no dejáramos crecer a ese árbol, pues en otras lejanas tierras ya había aparecido ese tipo de árbol y había acabado con los demás árboles, sembradios y con la fertilidad de la tierra; les respondíamos ingenua, ignorante o testaduramente que este árbol no era como aquellos a los que se parecía, hasta que un día, cada quien a su tiempo, nos dimos cuenta por su tronco, raíces, espinas y míseros y agrios frutos que era de la misma especie que aquellos, pero ya en ese momento el árbol había alcanzado un tamaño y una fortaleza tal, que otros decidimos (cómo y cuándo pudimos) mudarnos por un tiempo, tiempo que aún hoy no ha concluido, para campos, barrios y ciudades más cercanas mientras tratábamos de encontrar sustancias defoliadoras para secarlo, pero la cantidad que conseguiamos de esas sustancias era muy poca, de mala calidad y hasta tan mal aplicadas que hasta el árbol se fortalecía con ellas. Finalmente llegó el momento en que nos negaron la posibilidad de adquirir y utilizar esas sustancias. Como sucede con las circunstancias y eventos muy largos en en el tiempo, muchos nos cansamos de seguir tratando de acabar con el árbol y nos dedicamos a otros menesteres tratando de olvidarnos de ese maldito árbol y hasta de la finca en que nació. Solamente unos pocos porfiados seguimos insistiendo denunciar la maldad de ese árbol y la necesidad de arrancar de raíz al carcomido árbol que aún así, sigue arruinando la tierra en que un día lo dejamos crecer y esparciendo su mala semilla por otras tierras.
Como en la conga ¨La Chambelona¨: ¨unos tienen la culpita y otros tienen la culpona¨, pero ahora es el momento de arrancar e incinerar al árbol ¿ tarde? ¡ es cierto!, pero en las tareas de erradicar lo dañino, es mejor tarde que nunca, pero teniendo en cuenta lo que dijo nuestro José Martí: ¨En pueblos, sólo edifican los que perdonan y aman. Se ha de amar al adversario mismo a quien se está derribando en tierra. Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república. El odio no construye¨ (Tomo 14, 496) . Perdonar y amar no exime de reparar las faltas y de hacer Justicia; hasta en el sacramento cristiano de la Reconciliación eso se cumple. De no ser así, entonces los Castro habrán ganado aunque ya hace rato se hayan ¨ido del parque¨(1).
(1) Para los no cubanos o los que no son entendidos en la jerga cubana actual: ¨irse del parque ¨ significa morirse.
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