A principios del siglo XX la droguería más grande América Latina y la segunda en el mundo, después de la norteamericana Johnson, estuvo en Cuba, era propiedad de José Sarrá.
El magnate inmobiliario tuvo una de las mayores fortunas del país, junto con la del también millonario Julio Lobo.
A principios del siglo XX la droguería más grande América Latina y la segunda en el mundo, después de la norteamericana Johnson, estuvo en Cuba, era propiedad de José Sarrá.
El magnate inmobiliario tuvo una de las mayores fortunas del país, junto con la del también millonario Julio Lobo.
Pero en el caso de Sarrá los reconocimientos fueron mayores, el mismo rey de España, Alfonso XII en 1881 le concedió el título honorífico que lo acreditaba como Doctor farmacéutico y droguero de la Casa Real.
La historia de la Droguería Sarrá inicia cuando José y su tío, ambos catalanes, llegaron a La Habana para probar fortuna en los negocios e iniciaron suerte en las farmacias hasta llegar a convertirse en los más importantes de este ámbito.
Existían entonces para la época solamente 65 farmacias en Cuba.
La primera gran sede que tuvieron fue la de la calle Teniente Rey, la cual llamaron la Reunión y agrupaban en ellas otras dos.
Después irían adquiriendo otras más, así como espacios para sus almacenes, las áreas de producción, oficinas y otros servicios paralelos en un total de 18 inmuebles y 13 mil metros cuadrados.
Pero sin lugar a dudas la de mayor éxito fue La Reunión, la cual llegó a convertirse en una de las más pomposas e importantes de La Habana.
Con los años fueron ampliando su propiedad inicial para ampliarse hasta la calle Compostela y construir un piso superior para 1884.
La historia señala que en ese tiempo la tradicional farmacia se amplía por toda la manzana, crece un piso más y se transforma en una industria, la cual sería continuada por el gobierno revolucionario.
Las generaciones que le sucedieron a la familia continuaron con el negocio y fueron verdaderos ejemplos dentro de las personas más influyentes de la etapa republicana.
Aumentarían a 46 los edificios, con 600 empleados y cientos de miles de productos.
La arquitectura moderna cubana le debe mucho a Sarrá.
Varios edificios emblemáticos son de su fortuna. Uno de ellos la actual Embajada de España situada en uno de los extremos del Malecón habanero, muy cerca de la Fortaleza de San Salvador de la Punta y del Monumento a Máximo Gómez, el llamado palacio Velasco-Sarrá, y que es la única delegación diplomática en Cuba ubicada en La Habana Vieja.
Uno de los edificios de la droguería «Sarrá» el que era el edificio principal del negocio, fue declarado patrimonio de la humanidad y hoy este edificio es un museo relacionado con el tema de la farmacia.
Otra es el emblemático edificio sito en 23 y 12 en el Vedado y que al bordo del derrumbe está siendo reparado, así como su residencia, ocupada actualmente por el Ministerio de Cultura, es la espectacular mansión enclavada en la calle 2 esquina a 13 en el Vedado y que ocupa toda la manzana.
Sarrá para la época y para ampliar el conocimiento y la venta de los productos de su negocio se valió de diferentes técnicas y estrategias, que hoy en día se llaman marketing.
Acostumbraba obsequiar algunos perfumes o compartía en reuniones con los mas grandes y mejores compradores de las diferentes tiendas algunas comidas para degustar y merendar.
Con estas estrategias y su trabajo en los negocios logro posicionar a la red de tiendas, colocándolas como la segunda mejor del mundo después de la compañía «Johnson» como se menciono anteriormente.
Tomado de internet.