A quienes dicen defender la paz y la tranquilidad en nuestras calles, les recuerdo que la paz va mucho más allá de la ausencia de violencia.
No hay paz mientras los padres de familia no puedan llevar la comida que desean a las mesas de sus hogares.
No hay paz cuando ni siquiera se les puede comprar juguetes y confituras a los niños.
No hay paz cuando las familias no prosperan, y se desgastan sólo en sobrevivir.
No hay paz con esta crisis de medicamentos y los hospitales en pésimo estado.
No hay paz con tiendas en una moneda en que no le pagan a los cubanos.
No hay paz cuando falta la alegría de poder disfrutar de cosas que en cualquier país democrático del mundo son cotidianas.
No hay paz si te meten en la cárcel por salir con un cartel con una palabra tan sagrada como LIBERTAD.
No hay paz mientras los políticos que viven en la opulencia no logran mejorar sustancialmente la situación del país y sólo experimentan e improvisan.
No hay paz si los políticos echan a pelear a los mismos cubanos.
No hay paz si los medios de comunicación se usan para desprestigiar y atacar a quienes piensan diferente sin otorgar el derecho a réplica.
No hay paz con una ideología y un partido únicos. No hay paz si tantos jóvenes sólo piensan en emigrar.
No hay paz con ausencia de esperanza.
No hay paz si le pagan a nuestros mayores una jubilación que no alcanza para nada.
No hay paz mientras nuestro pueblo esté dividido por una ideología.
No hay paz con miedo, persecución y censura. No hay paz si hay temor a expresar libremente lo que se piensa.
No hay paz sin alegría, sin libertad, sin justicia, sin concordia social, sin amor fraterno entre cubanos.