Algo más sobre Pelota vasca en Cuba.
LA PELOTA VASCA. Pelotari impulsándose con la pared.
El mítico bateador "Babe" Ruth jugó a cesta punta en La Habana.
La pelota vasca es un deporte universal que en el País
Vasco se practica desde tiempos inmemoriales. Quizás
recibió otras influencias u orígenes, pero los vascos
adecuaron el juego a sus propias características, aportando
numerosas modificaciones, creando nuevas modalidades,
instalaciones y materiales de juego, introduciéndolo a
muchos otros países como en nuestra querida Cuba.
La cesta punta surgió en las últimas décadas del siglo
XIX inventado por un grupo de pelotaris vascos y es la
más universal de las especialidades de pelota vasca. Se trata
de un deporte que se suele jugar de manera profesional
en frontones de varios países, ligado generalmente a
quinielas de apuestas. De ahí los gritos, por ser un deporte
emocionante, rápido y donde se hacían fuertes apuestas.
Y ya que hablamos de palabras poco usadas actualmente,
“pelotari” es el deportista que practica este deporte, que
consiste básicamente en dos jugadores o equipos que
golpean por turnos una pelota contra un muro llamado
“frontis” hasta conseguir un tanto, y la cancha donde se
juega se denomina “frontón”.La modalidad cesta punta, emplea para jugar una
herramienta en forma de cesta para la pelota. Esta
modalidad, también conocida como Jai-Alai, viene
del euskera y significa fiesta alegre.
A diferencia de las restantes especialidades, en la
cesta punta, la pelota no se devuelve directamente
con la herramienta, sino que primero se recoge con
la cesta y tras tomar impulso se devuelve hacia el
frontón, debiendo ser este un movimiento fluido. La
cesta-punta se suele jugar en una única modalidad,
en frontón largo y por parejas. Imagínense a la
velocidad que viaja la pelota. Cuando la pelota
sale de la canasta puede llegar a alcanzar hasta los
trescientos kilómetros por hora. En sus primeros
tiempos a la cesta punta la llamaban el fusil, porque
sus disparos alcanzan velocidades mortales.
Se dice que la pelota vasca es “deporte, arte, ballet
y magia”. No es raro que el pelotari, desafiando la
ley de gravedad, trepe por la pared lateral o la del
fondo para contestar el tiro de una pelota que viaja a
más de 100 millas por hora. La velocidad de la bola
al salir de la cesta es tal que los límites de la pared
de rebote-frontón están definidos por una plancha
metálica que al ser tocada por la pelota suena como
una campana.
En su época más dorada, el Jai Alai atraía a
personalidades de los más diversos ámbitos como
John Travolta, Paul Newman y Jane Mansfield.
Fascinó a Ernest Hemingway, uno de los personajes
más importantes de la cultura del siglo XX.
Ernest Hemingway, que vivió mas de veinte
años en Cuba disfrutó en las canchas de la Isla de
los reveses y cortadas de los pelotaris, muestra de
ello son las declaraciones que realizó en su día: “
"El Jai -Alai es muy bonito, es mi espectáculo predilecto. en él encuentro una constante emoción, un esfuerzo varonilllevado al máximo. Es rápido, vistoso, alegre y encierraademás mucho peligro para los que lo practican. Es un gran deporte."
En la Perla del Caribe escribió “Por quién
doblan las campanas” y también fraternizó
con muchos pelotaris de cesta punta. Fue gran
amigo de pelotaris que conoció en Cuba como los
míticos Pistón, Guillermo, Ermua o los hermanos
Ibarlucea. A Ernesto, así le llamaban, le gustaba
acudir al frontón de La Habana y disfrutar del juego
de los ases puntitas del momento, donde apostaba
para después tomarse con ellos unos daiquirís en el
Floridita.
El Jai Alai fue llevado a Cuba por los vascos en
el año 1898. Se le atribuye gran parte del mérito
a Luis Mazzantini, figura del toreo nacido en
Elgoibar (Guipúzcoa), que se movió para introducir
el deporte en el país. Paralelamente, tuvo mucha
influencia también el comerciante español Basilio
Sarrasqueta junto con un grupo de emprendedores
vascos. Sarrasqueta, uno de los más entusiastas
de este deporte en nuestra isla, convenció al
Gobernador General Leonardo Wood a que
aprobara el proyecto de la construcción del primer
frontón en Cuba con apuestas incluidas. Leonardo
Wood, máximo mandatario de la época e interventor
norteamericano, se convertió en un fanático de este
deporte llegándolo a practicar todos los días.
Sin olvidar la importancia de Rufino Osoro, que
sería quien solicitara el permiso para oficializarlo
en la isla, y se convirtió en el primer administrador
del futuro frontón. Osoro, era uno de los personajes
más pintorescos por aquellos años en la capital
cubana, recordado por las dos mulas con moñas de
colores y collares de cascabeles que tiraban de su
coche.
El primer frontón estaría situado en el terreno
comprendido entre las calles de Concordia, Lucena,
Virtudes y Marqués González, propiedad del
Municipio que lo tenía destinado a depósito de
materiales. La obra que se proponían requería para
su construcción de un presupuesto muy alto, pero
con sus esfuerzos lograron apoyo por parte de
muchos habaneros.
Y, sin que el edificio Frontón Jai-Alai de la
Habana contara aún, por falta de dinero, con todas
las comodidades para el público, se celebró el primer
partido el 10 de marzo de 1901. El partido inaugural
fue precedido por el almuerzo que los propietarios y
encargados del frontón ofrecieron al general Wood:
un bacalao a la vizcaína rociado con abundante vino
de rioja. Después todos los asistentes, vestidos de
blanco y tocados con boinas rojas, se dispusieron a
presenciar el juego. En su inauguración se escuchó,
por vez primera en la isla, las notas del himno
inmortal de José María Iparraguirre “Gernikako
arbola”, junto a nuestro Himno Nacional. La
instalación no tardó mucho tiempo en ganarse el
nombre de El Palacio de los Gritos
(foto principal).
En una época en que el transporte público era
habitualmente tirado por caballos, la ciudad de
La Habana comenzó a ser el centro de un deporte
cada vez más lucrativo, gracias a las crecientes
apuestas. Aunque en la primera temporada el
cuadro de jugadores que se contrató no era de gran
calidad, para la segunda campaña la historia fue
radicalmente diferente.
Con las primeras señales de bonanza, por el
El Palacio de los Gritos comenzaron a desfilar
jugadores de talla mundial . Nombres como de
Macala, Trecet, Arnedillo, Altamira, Urrutia,
Ayerstaran, Aramburu e Ibacota se repetían de boca
en boca para convertirse en ídolos de un deporte que
cada vez se hacía más popular en nuestra querida
Isla.
Los fanáticos abarrotaban el Frontón Jai-Alai
para enloquecer con los duelos de Macala y Trecet
contra Isidoro y Arnedillo. Macala fue un jugador
inmenso e irrepetible, marcado por una alegría y
desparpajo inigualable, un andar único y un ímpetu
contagioso.
A los asistentes que acudían a los juegos, en
aquella época, les llamaba la atención no sólo los
pelotaris con su indumentaria compuesta por boina
roja, saco blanco y pantalón negro, sino también los
ajetreados corredores de apuestas que se destacaban
con sus movimientos en la contracancha, por su ir y
venir, por su vocear continuo, por su agilidad en la
toma rápida de decisiones y por su capacidad mental
en hacer las apuestas cruzadas. Los corredores de
apuestas eran necesarios para la defensa del dinero
público, pues ellos representaban las garantías
respaldados por las empresas que los habían
nombrado.
El semanario “La Cancha Habanera” fue la
primera revista que se publicó en defensa del deporte
vasco. Su primer número vio la luz el domingo 16
de noviembre de 1902. Muy poco después surgieron
otras revistas, tales como: “El Pelotari”, “La Pelota
de la Habana” y “Fiesta Alegre”.
En Cuba este deporte se arraigó con firmeza,
aunque tuvo sus momentos de alza y de bajas.
La concesión para operar el frontón, que era por
diez años, venció en 1912 (plazo concedido por el
Municipio de la Habana a la “Empresa Frontón Jai-
Alai”) y el edificio de Concordia y Lucena enmudeció
por largos años.
Finalmente, el día 12 de agosto de 1919, se aprobó
la llamada Ley del Fomento del Turismo, votada por
el Congreso y firmada por el entonces presidente de
la República y gran seguidor del deporte, el Mayor
General Mario G. Menocal. Gracias al amparo de
esta ley, Elicio Arguelles restableció el juego vasco
de pelota en Cuba.
Por tal motivo se erigieron dos nuevos frontones:
el 13 de noviembre de 1920 fue inaugurado el
Frontón Jai-Alai de la ciudad de Cienfuegos,
garantizando que la modalidad alcanzara su mayor
esplendor en la Isla durante los años 20; y el otro,
situado en la capital, con el nombre de Frontón
Nuevo, inaugurado el 28 de enero de 1921.
Pero hubo otro gran frontón en La Habana, cuya
construcción fue anterior a la del Nuevo Frontón.
El Habana-Madrid, situado en Belascoaín y Sitios.
La inauguración tuvo lugar el 13 de Octubre
de 1922. La apodada “La Bombonera”,
tenía la
particularidad de que los partidos eran jugados por
mujeres, contratadas en su mayoría en el País Vasco.
Este frontón tenía 140 ventanas y puertas para que
la ventilación fuera completa en sus 1.800 asientos.
Un edicio con armazón de acero y ladrillos, y con
una cancha de treinta y cuatro metros de largo por
nueve y medio de ancho. Era el frontón para juego
femenino más grande y más costoso del mundo.
En la noche del sábado 11 de mayo quedó
inaugurada la primera temporada del deporte vasco
en su segunda etapa en La Habana. Esa noche
jugaron el primer partido Higinio y Egozcue. El
segundo partido, Eguiluz y Altamira teniendo de
contrarios a Cazali mayor y Arnedillo. Eguiluz,
cubano de nacimiento, era la estrella, que en la
nueva constelación deportiva, se presentaba al
público habanero.
En poco tiempo, por El Palacio de los Gritos
comenzaron a desfilar jugadores de fama mundial.
Las temporadas comenzaban el primer domingo de
octubre y terminaban el 20 de junio. Después de esa
fecha, todos los pelotaris, corredores de apuestas y
catedráticos de tan fascinante juego, regresaban a
la España satisfechos y con los bolsillos llenos de
dinero.
Desde los años 20, la cesta punta formó parte del
entretenimiento cuotidiano y una gran atracción
en la Isla. Los pelotaris, profesionales algunos y
amateurs otros, contaban con su propio espacio de
prensa en las charlas casuales.La cesta punta tendría incluso la singular
competencia de otro deporte en Cuba, la pelota
americana: el béisbol. En octubre de 1921, al
terminar la temporada de las Grandes Ligas, uno
de los mejores jugadores de béisbol de todos los
tiempos Babe Ruth, que jugaba con los New York
Yankees, estuvo en Cuba y se hizo asiduo del
“Palacio de los Gritos”, tanto por las noches para
presenciar el espectáculo como por la mañana para
jugar a cesta punta. La prensa especulaba incluso
que Babe Ruth, podría cambiar la pelota yankee por
la pelota vasca. Le faltaba habilidad con la cesta,
pero le imprimía una fuerza extraordinaria a la
pelota. En uno de esos entrenamientos, tratando de
devolver una pelota de revés realizó un mal gesto
y se lastimó la dorsal. Así abandonó Babe Ruth La
Habana, por culpa de la pelota vasca, lesionado y
con decenas de miles de dólares perdidos en las
apuestas nocturnas.
Entre 1930 y 1950, el Jai Alai de La Habana fue
quizá el frontón más importante del mundo.
Pero el deporte Jai-Alai, por su entorno marcado
por las apuestas, fue eliminado después de 1959.
Desapareció la tradición y la mayoría de los pelotaris
y corredores de apuestas se trasladaron a la Florida
para darle continuidad a una tradición que, sin
dudas, había sido patrimonio de la República.
Desapareció entonces la tradición y nunca más se
volvieron a escuchar los gritos de los emocionados
fanáticos en el Frontón Jai-Alai.
No quiero concluir sin nombrar al famoso
cestapuntista cubano José Antonio Martínez Díaz,
más conocido como Frias. Nacido el 5 de noviembre
de 1927 en La Habana, jugó en los mejores frontones
del mundo, y consiguió varios premios durante su
larga trayectoria, como el del Torneo Diamond
Doubles y el de World Doubles. Sin dudas fue
uno de los mejores pelotaris de su época y muchos
aficionados del País Vasco aún recuerdan a “aquel
cubano, alto y moreno que jugaba los grandes
partidos de la época junto a Txutxo Larrañaga,
Txurruka y todo el elenco de grandes puntistas de
la época…”.
El mítico bateador "Babe" Ruth jugó a cesta punta en La Habana
📷En 1920 el equipo de beisbol los Gigantes de Nueva York fue invitado a una gira por La Habana. Al conjunto norteamericano se le unió
"Babe" Ruth, el mejor pelotero de la época, que militaba en los New York Yankees y que cobró 2.000 dolares, de entonces, por partido, además de todos los gastos para tres personas. Ruth era un auténtico as con el bate y el público cubano llenó los estadios para verle conseguir
home runs, sin embargo el orondo beisbolista rindió por debajo de su nivel en los diez partidos que disputó. Dicen en La Habana que la causa fue sus visitas al Hipódromo Oriental Park y al Viejo Caserón frontón Jai Alai del que era asiduo. Cuentan las crónicas que Babe Ruth jugó varios partidillos de cesta punta algunas mañanas contra pelotaris cubanos y recogían declaraciones del Bambino: "si ustedes supieran, estoy pensando que me da más gusto este juego que el béisbol”. Pero un día en el que estaba jugando de maravilla, imprimiendo una gran velocidad a la pelota, itentó devolver de revés por lo que forzó su postura produciéndose un fuerte dolor en la espalda. Le vendaron y decidió, con mucho dolor de su corazón, no volver a jugar más a pelota vasca.