Antonio Membiela nació en Zulueta, Provincia de Villa Clara, Cuba, el 3 de diciembre de 1913.
Este reconocido cantante y compositor desde las más tempranas edades interpretaba boleros como trovador en su pueblo natal y ya para 1942 se establece como cantante profesional en la capital. Cuentan los estudiosos de su vida artística que se inicia en la década de los cincuenta pero sin éxito a pesar de que había logrado grabar seis temas en 1951. Después en 1954 Ñico Membiela se une a la Orquesta de Cheo Belén Puig y graba dos temas que le abren el camino a la fama.
De adolescente aprendió a tocar la guitarra y se fue a Cienfuegos con su familia siendo muy joven, estando ubicada su casa en la calle O`Donnell entre Santa Elena y Santa Cruz, exactamente en la misma esquina de Santa Elena, donde hoy se encuentra un parque deportivo, o cancha, que pertenece a la Escuela de Economía y que a mediados de los cincuenta fue construido por las Dominicas Americanas , quienes tenían allí una escuela para señoritas.
El padre de Ñico Membiela era propietario de la ferretería La Bomba, en Calzada de Dolores, entre Gloria e Industria, a unas puertas de la residencia de Adolfina Lazo, madrina de la trova cienfueguera. Por eso no es raro que entre Adolfina y Ñico hubiese una gran amistad. Ñico Membiela solía andar con su guitarra por las calles dando serenatas o era recibido en algún hogar para que ofreciera sus descargas trovadorescas.
Dicen los que le conocieron que añoraba regresar a Cuba, a su natal Zulueta, donde, deliraba, le harían un homenaje. Pero Antonio «Ñico Membiela» murió solo, completamente abandonado por quienes le pintaron villas y castillos, en la más absoluta miseria, inválido, en un hospicio miamense de Hialeah, a los 84 años de edad. con una voz que no se podía comparar con las grandes voces internacionales, pero con una simpatía natural que llamaba la atención a las mujeres, no obstante su aspecto desvalido y un saco oscuro que no dejaba ni en pleno verano.
Fue«la voz del recuerdo» y se le calificó acertadamente como uno de los cantantes más interesantes de Cuba. En este contexto descuella en 1960 una de las piezas con mayor calidad de contenido, una especie de dupla cancionero o «pegadito», Contigo-Besos salvajes, achacado erróneamente por algunos musicólogos a Estrada y Fontanar, cuando su segunda parte estaba compuesta enteramente por tres bellas estrofas del extenso poema Besos, de la chilena Gabriela Mistral
Sin esas grandes posibilidades vocales, llegaron a proclamarlo El Trovador Nacional y logró éxitos, entre otros, con Orgullo, Me robaste la vida, Trago amargo, Lo siento por ti, Dos cosas, Mi vida es una canción, Cuatro vidas, Adiós, En las tinieblas, Así, Ambición, Esperando carta y Te adoraré.Según el investigador Rafael Lam, Ñico, en los tiempos del Ali Bar, contaba con un público superior al de Benny, y el cantante Kino Morán apuntaba que «Las mujeres iban a adorarlo, le llevaban regalos de todo tipo». La atracción de Membiela residía en «el rescate de una nostalgia, de una rara atracción de canciones al estilo de Pablo Quevedo —tuberculoso—, que también recuerdan a Chopín y Mozart en su depauperado estado físico», a este cantante al que el juego, la bebida y la vida disipada arrastraron en 1963 —ya con 51 años de edad— de México (donde tenía un contrato) a Estados Unidos.