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LAS "LOMAS" DE LA VÍBORA, LOS BALCONES NATURALES DE LA HABANA.
LA CONEXIÓN CATALANA.
En la Víbora de los años 30 y 40 las lomas estaban entre los terrenos más caros de La Habana. Como en la antigua Roma fundada sobre 7 colinas, la Habana no podía ser menos y contaba con 7 en la Víbora y así se llamaban: El Timón, El Mazo, Chaple o Luz, Joaquín, El Burro, El Limón y Jesús del Monte. En sus inicios urbanísticos estuvieron destinados a acoger a ciertos representantes de lo mejor de la sociedad habanera, no tanto de la alta burguesía como de la élite intelectual.
Desde comienzos de siglo, la Loma del Mazo se fue llenando de bellas edificaciones en orden disperso por ejemplo la casa de Nicolás Rivero (en la calle Luz Caballero, entre Carmen y Patrocinio), director de "El Diario de la Marina", el periódico preferido de los españoles en Cuba. Esta casa fue construida en 1911 y originalmente solo contaba con una planta con garaje y una terraza en forma de mirador. En los años 30, Pepín Rivero, nieto de Nicolás, amplió la casa añadiéndole otra planta.
Muy cerca, en 1916, se construyó la casa "Don" Celso González Niarra, comerciante dedicado a la trata de ganado. La búsqueda de comodidad es evidente en la concepción de esta casa que conserva la fragmentación del espacio típica de las construcciones eclécticas.
A unos cientos de metros está la casa
de Dámaso Gutiérrez, rico comerciante de textiles que alimenta los deseos de muchos amantes del arte de principios de siglo y de muchos conservadores de museos. Los capiteles y las cornisas del portal, la balaustrada de las terrazas, las rampas y la escalera de hierro mantienen una fuerte influencia del Modernismo catalán sin dejar de ocultar un toque de neo-plateresco inspirado en el Casino español de Prado. Bien se podría decir que esta edificación es el manifiesto del Modernismo catalán en Cuba: en la ornamentación de la fachada se podía leer la inscripción " Merced" como homenaje a la patrona de Barcelona. Construida en 1913, esta casa tiene gran interés tanto por las condiciones de su construcción, como por sus cualidades estéticas propias. Obra del maestro de obras catalán Mario Rotllant, se le atribuye en los archivos a Alberto de Castro, autor oficial de otras residencias del barrio más simples y de estilo ecléctico. De Castro se había diplomado como maestro de obras en 1884 y tenía la potestad de firmar proyectos arquitectónicos, cosa que no podían hacer otros que como Rotllant no estaban reconocidos por el Colegio de Arquitectos.
El uso ulterior de la casa de Dámaso Gutiérrez es emblemático del destino particular del barrio. Comprada hacia 1940 por Hilda Cristo de la Maza, en 1950 pasa a ser una institución pedagógica, la Academia Militar del Caribe, trasladada a Washington al principio de la Revolución. Posteriormente, como muchas mansiones de este tipo, fue usada como oficinas o almacenes. Su fachada (si en estos momentos no corre otra suerte), parece leprosa y lamentable.
Pero el non plus ultra urbano y social de la Víbora se concentra indiscutiblemente en la antigua finca San Francisco de Asís, repartida por Eduardo Chaple (el permiso municipal data del 7 de abril de 1914) que le dejó su nombre. Como pequeño Montmartre habanero, la Loma de Chaple se compone de apenas una decena de calles concéntricas bordeadas de encantadoras y opulentas mansiones,de las cuales las mejor situadas poseen miradores. Las rejas de los portones de entrada de estas casas muchas veces especifican el nombre con el que se les conoce, que habitualmente era el nombre de la esposa del propietario como la villa Gloria, una de las más ostentosas de la colina, construida para el abogado Alcázar, así como las villas Juanita y Placencia. Es de destacar la particularidad de estas "villas" de la Víbora en contraposición a las "quintas" aristocráticas del Cerro. Las "villas" evocaban una aspiración a lo bucólico, a un encanto deliciosamente campestre que solo la civilización burguesa es capaz de fantasear, incluso si estas mansiones estaban dotadas de todo el confort moderno imaginable para la época.
El 1 de abril de 1923, la revista Bohemia lanza el artículo "Viboreñas". El barrio se integra así a la vida festiva de La Habana con sus bailes de sociedad, sus representaciones de circo, de teatro y de cine (es de destacar que el primer estudio cinematográfico de Cuba se situaba en la Calzada de Jesús del Monte), así como las ascensiones en globo.
Extraído del libro "La Havane. Quartier de lumière". Edit. Telleri