Bellas y famosas mujeres que con su presencia hicieron historia en la vida nocturna de *LA HABANA*
Por. Henry Puente.
Las Mulatas de Fuego, fueron tan famosas en la ciudad de La Habana nocturna, como la Coca-Cola o el Morro, brillaron deslumbrando a todo el mundo durante una floreciente época donde primaba la diversión y la belleza, ellas pertenecía a está última categoría, fue una estirpe femenil que acuñó, en la música, el baile y el espectáculo, más que un estilo, diríase que un concepto, una verdadera marca con denominación de origen. Absolutamente controversiales en su inocente desparpajo para la prejuiciada época, jóvenes preciosas y desinhibidas, cada una de ellas encontró cabida en un esquema donde ser bella no era la única carta de triunfo, había que cantar y bailar, y por supuesto, hacerlo muy bien.
Rumberas en cuerpo y alma, mulatas y de fuego siguieron siendo siempre, mantuvieron la tradición y la frescura, incorporando las novedades que cada época exigía, propiciando en definitiva el reciclaje indetenible con el reemplazo sistemático de las que salían a probar fortuna en solitario, a cumplir sueños prometidos, a aplacar su vida constituyendo familia, o simplemente por que ya, ya estaba bueno de tanta rumbantela. Los que tuvieron que ver con su espectáculo en todas las etapas, se aseguraron de que siempre así fuera: podían negociar el formato flexible en cuanto a número de integrantes, pero lo innegociable era su esencia.
Su creador, el coreógrafo Roderico Neyra había asumido las limitaciones de su enfermedad y las deformaciones que tal padecimiento iban ocasionando en su cuerpo, y finalmente había aceptado que ya nunca más bailaría. Admitido para trabajar en el Teatro Fausto, en el mismo corazón del Paseo del Prado, es aquí donde crea y presenta la primera pieza de su carrera como coreógrafo, una revista basada en la rumba y que él tituló Las Mulatas de Fuego, cuyo cartel integraban seis bailarinas de cuerpos espectaculares, tres cantantes femeninas y una juvenil guarachera que proyectaba una potentísima voz, y respondía al nombre de Celia Cruz. Rodney recogía y recreaba lo que había aprendido en sus años de bailarín y coreógrafo en el Shanghai, el controversial teatro de variedades, que, en el Barrio Chino de La Habana sublimó las bondades del vernáculo y lo tentador de un temprano porno que hoy sería ridículamente inocente, aderezado con nuestra infaltable música. Trascendía así el modelo que había acuñado el cabaret Edén Concert, el más famoso de los años 30 y que todavía hoy puede apreciarse en el filme “Tam Tam o El origen de la rumba” (1938), para entregar un espectáculo de mayor dinamismo y economía de recursos, pero con un impacto arrebatador e inmediato en el público.
El elenco de Las Mulatas de Fuego cambió muchísimas veces, muchas de sus integrantes se convirtieron, como solistas, en verdaderas estrellas, pero la impactante y primaria energía, y la racialidad intrínseca en sus coreografías, hicieron posible que el show mantuviera su validez por muchos años. El culto a Rodney comenzó aquí, aseguraba Ofelia Fox en sus memorias sobre el cabaret Tropicana, refiriéndose a Las Mulatas de Fuego. Su creador mantuvo firmes sus riendas, incluso en sus días de gloria como alma creativa de los shows de Sans Souci, primero yTropicana después.
Abundan las versiones acerca de las veraderas Mulatas de Fuego fundadoras. La que se acerca más a la verdad tiene como antecedente la producción Serenata en Blanco y Negro, presentada en el teatro Fausto en un espectáculo dirigido por Roderico Neyra, Rodney y en el que actuaban 6 mulatas jóvenes y bellas. Según el testimonio de Marta Castillo, para buscar un espectáculo destinado al filme que preparaban llegaron a La Habana el director de fotografía Gabriel Figuero y El Chato Guerra. Fue éste al verlas y quererlas para la película y otros espectáculos en México, que les puso el nombre de Mulatas de Fuego. Las primerísimas fundadoras fueron Marta Castillo, Rita Mercedes Meche Montané, Olga Socarrás, Mercedes Meche Lafayette, Anita Arias y otra chica llamada Fefa, que estuvo pocas semanas, se marchó y nunca más se supo de ella, según testimonio de Marta Castillo, viajaron en 1948 a México para rodar sus escenas en el filme Salón México (1949) dirigido por Emilio El Indio Fernández, y se incorporaron como cantantes Celia Cruz y Elena Burke, Vilma Valle entró por Marta Castillo, que no hizo el viaje, ya que, siendo tan joven, su madre no la dejaba viajar sola al exterior, después, también en 1948 y en el mismo elenco, viajaron a Venezuela, cantan en la producción Celia Cruz y Elena Burke. Lo cierto es que fueron muchas y diferentes Las Mulatas de Fuego a lo largo de su existencia, le siguieron, además de las mencionadas, Julita Borrell, las hermanas Lilia y Amelia Fello Alvarez, Omara Portuondo, Migdalia Hidalgo, Olivia Ilymany, Beba Alvarez, Caridad Hernández, Sandra Taylor, Olga Sotolongo, Lina Ramírez, madre de los músicos Issac Delgado y Nelson Díaz, entre otras.
Celia Cruz arribó por primera vez a Caracas integrando el espectáculo de Las Mulatas de Fuego en 1948. Además de “La Reina”, muchas de las que pasaron por sus filas llegaron a ser figuras prominentes en la faceta artística que eligieron, Elena Burke y Omara Portuondo, como cantantes, ya convertidas en mito, Sandra Taylor y Martha Castillo, como vedettes destacadas del cabaret Tropicana y Vilma Valle, también como destacada bolerista.
Al regreso de Venezuela, Las Mulatas de Fuego se presentan de nuevo en el teatro Fausto y después, con la compañía de teatro vernáculo Pous-Sanabria en los teatros Martí y Campoamor y con diferentes formaciones, se mantienen en los escenarios y cabarets cubanos, las chicas morenas dejaron su huella también en el cine cubano en tres filmes realizados en 1950, año prolífico para la producción cinematográfica en la isla, formaron parte del elenco del filme Escuela de Modelos, dirigido en La Habana por el español José Fernández Hernández y guión compartido con Manuel de la Pedrosa. En los roles principales, Alberto Garrido, Federico Piñeiro y Zulema Casal, y en la parte musical, La Sonora Matancera, Las Dolly Sisters y el Trío La Rosa. Repiten ese mismo año en el filme cubano Rincón Criollo, con Blanquita Amaro, como figura principal, la dirección musical estuvo a cargo de Obdulio Morales, con cuyo conjunto Las Mulatas intervienen en el tema Tingo Talango, contando también con la participación especial de Paquita de Ronda y Juan José Martínez Casado. Otros importantes músicos completarían la nómina del filme, como Celina y Reutilio, el trío Los Panchos, Manolo Fernández y el Conjunto Típico de Ñico Saquito, y terminan el año en muy recordada escena con Celia Cruz y La Sonora Matancera, en el filme Una gitana en La Habana, junto a Paquita de Ronda, Candita Quintana, Armando Bringuier, y en la parte musical, con Pedro Vargas, el Trío Servando Díaz, Las Hermanas Márquez, las coreografías estuvieron a cargo de Rodney, quien seguía dirigiendo a las fogosas morenas. El 26 de marzo del año siguiente, 1951, doce cines de la capital exhibían las imágenes esplendentes de Las Mulatas de Fuego en el celuloide. Ante el éxito, aparecieron grupos sucedáneos con formatos similares, como Las Mamboletas de Gustavo Roig, Las Hermanas Benítez, y otros, que si bien tuvieron cierta popularidad, no pudieron igualárseles.
La incursión de Las Mulatas de Fuego en el cine cubano se produce en los mismos momentos en que en triunfaban en México las rumberas blancas, figuras imprescindibles en un tipo de cine que en ese país y también en Cuba, ganaba éxitos, Ninón Sevilla, María Antonieta Pons y Amalia Aguilar serían las cabezas de un fenómeno que marcó esa cinematografía, pero que también limitó al acceso de las rumberas cubanas mulatas y negras a esa industria, a pesar de que doce años antes una mulata china cubana, Estela, fuera la pionera en llevar la rumba a las pantallas mexicanas.
Tras estas incursiones en el cine, Las Mulatas de Fuego inician una gira de tres años por México y varios países de Centro y Sur América, además de República Dominicana y de regreso, en 1954 comienzan una larga temporada en el Bambú Club, en la Carretera de Rancho Boyeros, a poca distancia del centro de la ciudad, ya para entonces eran cuatro, Fello, Meche (Mercedes Montané), Lina Ramírez y Julita, pero Meche no duraría mucho, pues a finales de año ya estaría en Madrid formando la pareja de baile Juancito y Mechita y en consecuencia, es sustituída por Lilia Alvarez, más tarde, Meche bailaría también con el gran Rolando Espinosa, el mismo que hizo memorable pareja con Anisia, otra gran bailarina, en 1955 seguían en el Bambú, como parte del elenco de “Fiesta en La Habana”, show dirigido por el coreógrafo Luis Trápaga.
En 1956 se produce unimpasse en la dirección de Rodney y encontramos a Facundo Rivero, por breve tiempo, al frente de Las Mulatas. Continúan presentándose con frecuencia en países latinoamericanos, ElAlloy’s Clublas recibe, en formato de trío, en 1957, y en 1958 se les pudo ver en el Cabaret Venecia, de la ciudad de Santa Clara (hoy Villa Clara) junto al afamado Cuarteto D’Aida. Un año después, las recibe el cabaret Sierra de la ciudad de Caracas, donde se presentan con los cantantes María Luisa Chorens y Carlos Argentino, en abril de 1960 Alipio García las contrata para el show de su cabaret Alí Bar, junto a los cantantes Ñico Membiela, Alfonsín Quintana y Roberto Jaramil, y en agosto ya están en México, anunciándose profusamente como parte del espectáculo con Celia Cruz y La Sonora Matancera, presentándose en el Terraza y en el cabaret Los Globos, entre otros, siempre bajo la dirección de Rodney, que había viajado con ellas, se mantienen en México durante 1961 y permanecen fieles a su director de toda la vida, hasta que éste muere en ese país en los tempranos sesenta.
Sólo entonces dejaron de existir como lo que habían sido desde 1947, se desperdigaron por el mundo las que en esa fecha eran todavía mulatas de fuego, unas regresaron a Cuba, algunas se reinventaron en otras tierras, las anteriores preservaron los mejores recuerdos de aquellos años tremendos, pero el mito las trascendió……