Bola de Nieve: el hombre que conquistó el mundo con su encanto. Rafael Alberti lo definió como "un García Lorca negro". El dramaturgo español Jacinto Benavente dijo: " No se puede hacer más con una canción". Esther Borja señaló: "Fue uno de los mejores artistas de Cuba". Todos hablaban de Ignacio Villa, el indispensable Bola de Nieve .
El 11 de septiembre de 1911, en Guanabacoa, nació el hombre que, según Alejo Carpentier, era agradable para todos los públicos del mundo.
El padre de Ignacio Villa era cocinero de profesión. Su madre negra era narradora, organizadora de fiestas y bailarina de rumba.
Ese mundo de hombres rasguñados, ritos religiosos, babalawos y sincretismo alimentaron la imaginación del pequeño Ignacio. A través de los años, terminó perteneciendo a toda Cuba y mucho más allá, bajo el apodo de Bola de Nieve .
A los 12 años comenzó a tomar clases de teoría del solfa y música. En su adolescencia, estudió en la Escuela de Formación Docente Regular. En la década de 1930, Ignacio Villa se destacó como pianista acompañante. En uno de esos espectáculos, Rita Montaner lo escuchó tocar. " La Única" quedó impresionada y le pidió que trabajara con ella. Así comenzó una etapa decisiva en la carrera del joven artista.
Una noche en México, Rita se sintió enferma. La dirección del teatro le pidió a Ignacio que reemplazara a " La Única ". Primero, se negó y luego aceptó. Fue anunciado como Bola de Nieve y América comenzó a rendirse a su encanto para siempre.
Después de muchas giras exitosas, Ignacio Villa regresó a Cuba en 1935, bajo el contrato exclusivo de Ernesto Lecuona. Con el maestro, jugó en escenarios prestigiosos. Tuvo éxito en Argentina, donde apareció en su primera película. Visitó Chile y Perú y luego regresó a La Habana. En Estados Unidos, ya era considerado uno de los artistas cubanos más eminentes.
Durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Bola de Nieve jugó mucho en la isla. Radio, teatro y cabaret fueron sus escenarios favoritos.
En septiembre de 1947, fue contratado por la compañía española de Conchita Piquer. Jugó con gran éxito en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Córdoba y otras ciudades españolas.
A fines de la década de 1940, Bola de Nieve jugó con gran aceptación en los Estados Unidos. El New York Times lo llamó una verdadera revelación por su personalidad artística. Lo compararon con Maurice Chevalier y Nat King Cole. En el famoso Carnegie Hall, experimentó una de las mayores emociones de su vida. Antes de comenzar a tocar, el público le dio una gran ovación. Cuando terminó el espectáculo, tuvo nueve llamadas de telón.
Sin embargo, Bola de Nieve no solo tuvo éxito en los Estados Unidos. En la década de 1950, conquistó Francia, Dinamarca e Italia. Luego regresó a México, su segunda patria. Allí, compartió escenarios con estrellas del tamaño de Pedro Vargas, Toña la Negra y Agustín Lara. En esos años, conoció a Edith Piaf, quien dijo: "Nadie canta" La vie en rose "como Bola de Nieve".
Bola rápidamente definió y preparó su estilo de decir las canciones. No existía la improvisación para él: estudiaba y recortaba cada melodía. Dominaba la canción satírica, la de elaboración inalterable y la de inflexiones folklóricas de cualquier país.
Sus recursos expresivos fueron la melodía, el ritmo y el mensaje de la letra por igual. Le encantaba el teatro, la danza, la literatura y la pintura. Todos los géneros beneficiaron su formación como artista. No había público malo para él; solo artistas que no lograron convencer.
Un día, Bola dijo: "Escribo pequeñas canciones, el término compositor es demasiado serio y demasiado respetable para mí". Aquí, no estamos de acuerdo con el artista. Ignacio Villa también dejó una obra duradera como autor. Sus temas pertenecen, desde el punto de vista formal, al cancionero tradicional cubano más refinado.
Bola registró 12 canciones y dejó otras 12 sin registrar, incluyendo la muy conocida: "Tu me has de querer", "Becqueriana" y "Ay, amor".
Bola fue un ganador … “Bola con su piano; Bola con su abrigo en las elegantes noches de etiqueta mundana, Bola con su sonrisa y su canción ".
Después de 107 años de su nacimiento, los sellos discográficos cubanos y extranjeros todavía reproducen los fonogramas que nos dejó Bola de Nieve . Aunque escasos, han alimentado la leyenda de un artista que se llamó a sí mismo "Soy la canción que canto".
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