Buscando y leyendo anécdotas de nuestra isla, me encontré una que los descendientes de la madre Camagüey podrán hacer mejor si es que lo conocieron.
Resulta que hace tiempo atras, cuando era como popular, hacer los velorios en la propia casa, y llevar los cadáveres y velarlos en las funerarias eran para pobres de solemnidad" como se usaba decir, también un poco denigrante. Existía una funeraria llamada Varona Gómez, cerca de lo que es hoy la óptica Camilo torres,pero lo más increíble, aseguran muchos, es la presencia de un perro callejero que iba cada día hasta la funeraria cuando había un cadáver para ser velado. Cumplidor, como solían llamarlo, daba el pésame cada vez que entraba alguien a cumplir con el difunto. Se levantaba y aullaba a la par de los dolientes( claro, los últimos simplemente daban la mano talvez y decían gracias por venir) y a la hora de salir el cotejo fúnebre iba detrás de tal marcha fúnebre, llegando al cementerio, daba unas vueltas y desaparecía hasta que apareciera otro cadáver para ser velado.
El caso de cumplidor se recuerda como un hecho insólito en la historia del Camagüey. Muchos historiadores tienen la referencia del perro, pero jamás se oyó decir que tuviera dueño, todo indica que era callejero.
Sus andanzas terminaron por la sabana agramontina. Algunos curiosos que lo siguieron afirman que se perdió por un trillo de la quinta Monterrey, situada en el Camino de la Matanza, rumbo a Cubitas. Y un buen día, todos en la funeraria extrañaron su presencia. Cumplidor dejó de asistir a los entierros.