¡Cuba, Cuba, que vida me diste,
dulce tierra de luz y hermosura!
¡Cuánto sueño de gloria y ventura
tengo unido a tu sueño feliz!
¡Y te vuelvo a mirar…! Cuán severo,
hoy me oprime el rigor de mi suerte
la opresión me amenaza con muerte
en los campos do al mundo nací.
Mas ¿qué importa que truene el tirano?
pobre, sí, pero libre me encuentro.
Sólo el alma del alma es el centro:
¿Qué es el oro sin gloria ni paz?
Aunque errante y poscrito me miro,
y me oprime el destino severo;
por el cetro del déspota “mísero”
no quisiera mi suerte trocar.
¡Dulce Cuba!, en su seno se miran
en el grado más alto y profundo,
las bellezas del físico mundo,
los horrores del mundo moral.
Te hizo el cielo la flor de la tierra;
mas, tu fuerza y destinos ignoras,
y “la saña” en el déspota adoras
al demonio sangriento del mal.
¡Cuba, al fin te verás libre y pura!
Como el aire de luz que respiras,
cual las ondas hirvientes que miras
de tus playas la arena besar.
Aunque viles traidores te sirvan,
del tirano es inútil la saña,
que no en vano entre Cuba y “Las malas entrañas”
tiende inmenso sus olas el mar. José María Heredia. (Santiago de Cuba el 31 de diciembre de 1803; † Toluca (México) 7 de mayo de 1839). El titulado Poeta Nacional y su “Himno al Desterrado” y por qué no… también un “Himno al Exiliado”. Que me disculpe el «Cantor del Niágara» las pequeñas apropiaciones entre comillas… y la apropiación de la foto, pero de esta forma creo se siente la lejanía del terruño… Y “Oro y Miel por siempre…” a uno de los que nos enseñó a pensar a “CUBA”…