Cuenta la historia que una vez se acercó a Aristóteles un hombre muy excesivo en palabras. Tanto y tanto hablaba que al final terminó por pedirle excusas al filósofo. Aristóteles respondió: Hermano, no tenéis de que pedirme perdón, porque estaba pensando en otras cosas y no os he entendido una sola palabra. ☺️☺️☺️