Curiosidades antes del 1959 …..
La historia de Don Pepe, el tiburón asesino que mantuvo atemorizados por años a los habitantes de la mayor bahía del Oriente cubano.
Don Pepe llamaron los lugareños a un enorme tiburón asesino que se acostumbró a cazar en las aguas de la enorme bahía de Nipe en el norte del Oriente cubano. Era el escualo uno de los tantos que tan mala fama dieron a Punta Salinas (todavía existe allí un islote que se conoce como Cayo de la Muerte), pero destacaba entre sus compañeros por su descomunal tamaño y era inconfundible por su enorme aleta dorsal llena de agujeros por tantos balazos que le habían disparado.
Los pescadores de la bahía de Nipe acostumbraban a pescar los tiburones que abundaban en sus aguas y los procesaban allí mismo. La piel la enviaban a La Habana y la vendían a los japoneses, con la carne hacían tasajo que comercializaban en Baracoa y el aceite se vendía en la propia Antilla, pues en esos años tenía fama de ser un excelente medicamento.
Fueron esos hombres que afrontaban cada día la muerte los que dieron el nombre de Don Pepe al enorme tiburón que destacaba entre sus congéneres y que mostraba una ferocidad y una destreza muy superior.
Don Pepe era un tiburón viejo y tenía sus costumbres. Seguía sigilosamente a los buques que se dirigían al espigón para alimentarse de los desperdicios que arrojaban los marinos o atacar a cualquier presa ocasional que se pusiera a su alcance.
Tenía, según cuentan los que lo vieron, un tamaño superior a los cinco metros y era extremadamente feroz. Tanto, que las autoridades del puerto prohibieron arrojar desperdicios en las aguas de Antilla para que se alejara. Esto no hizo más que ampliar su campo de cacería hasta las aguas de El Ramón, Felton, Saetía y Nicaro.
De Don Pepe se cuentan muchas historias. Una vez un burro asustado cayó al agua desde el espigón de Antilla con carreta y todo. El tiburón que estaba a la caza lo agarró con sus enormes mandíbulas y lo arrastró hasta el mismo centro de la bahía junto con la carreta que pudo ser rescatada luego por los trabajadores del muelle (sin rastro del burro).
Los pescadores vivían con el temor de que Don Pepe, atraído por sus capturas, embistiera sus pequeños botes y solían alimentarlo para mantenerlo entretenido mientras alcanzaban la orilla. Más de uno perdió un día completo de trabajo, pues el apetito del enorme tiburón no tenía fin.
En una ocasión en que un pescador se negó a darle de comer Don Pepe, tras hacer varios pases bajo su pequeño barquichuelo le dio tal mordida que desprendió parte del maderamen y comenzó a hundirse. El hombre sólo salvó la vida porque saltó a un pequeño bote auxiliar y remo hacia la orilla como si estuviera poseído.
Cuando el 6 de noviembre de 1943 chocaron dos lanchas de pasajeros en la bahía, Don Pepe fue el primero en llegar al festín. Varias personas perdieron la vida ese día devorados por un enjambre de tiburones entre los que Don Pepe reinaba sin piedad por antigüedad y jerarquía.
Don Pepe llegó a la bahía de Nipe en los años 1930 y permaneció allí aterrando a los lugareños por más de dos décadas, a pesar de todos los intentos que hicieron por matarlo. Finalmente a finales de la década de 1950 desapareció. Lo más probable es que haya muerto de viejo… Nunca más ha nadado un tiburón igual en las aguas de Nipe.