Dos cubanas “Condesas de Covadonga l y II” :
Condesa de Covadonga I :
Edelmira Ignacia Adriana Sampedro-Ocejo y Robato (Sagua la Grande, 1906- Miami, 1994) estuvo a poco de convertirse en la reina de España. Su historia de amor con el príncipe de Asturias y heredero al trono, Alfonso de Borbón y Battenberg, nos hace pensar en esos cuentos de hadas en los que el noble caballero y la plebeya se enamoran. Ambos se conocieron en Lausana, Suiza, mientras Alfonso era tratado de hemofilia.
Por tradición real, el príncipe debía casarse con un miembro de la nobleza y cumplir la Pragmática Sanción de Carlos III, que regulaba los matrimonios para evitar uniones desiguales. Fiel a su amor, y sin ceder ante las presiones familiares, Alfonso renunció al trono y pasó a ser solo Conde de Covadonga. En 1933 celebró nupcias con Edelmira en la iglesia del Sagrado Corazón Ouchy, en Suiza. A la ceremonia no asistió ningún representante de la Casa Real ni otros invitados amigos del novio.
Sin embargo, este cuento no termina en “vivieron felices para siempre”. Cuatro años después, Edelmira pidió el divorcio alegando que su esposo tenía encuentros con otra mujer. Alfonso y Edelmira terminaron divorciándose en La Habana el 8 de mayo de 1937.
Fue la única mujer que la Familia Real reconoció como esposa del príncipe. Tras la muerte de éste, las relaciones con su familia política mejoraron (la apodaban "La Puchunga"), por lo que se le concedió una pensión de viudedad.
Condesa de Covadonga II :
La otra mujer con quien Alfonso de Borbón mantenía relaciones mientras estaba casado con Edelmira Sampedro y Robato, fue la modelo cubana Marta Esther Rocafort y Altuzarra (La Habana, 1913- Miami, 1993). Cuando el Conde de Convadonga se divorció de su esposa, contrajo matrimonio con Marta, el 3 de julio de 1937 en La Habana. Solo por unos meses, Marta fue la nueva Condesa de Covadonga, pues ese mismo año se divorciaron. Alfonso y su segunda mujer se divorciaron en la ciudad de La Habana el 8 de enero de 1938. Tampoco tuvo hijos de su segundo matrimonio.
En 1938, Alfonso sufrió un accidente de automóvil en Miami, al salirse de la calzada el vehículo que conducía y chocar con una cabina telefónica.
Está claro que a Alfonso de Borbón le gustaba las cubanas, pero no tuvieron suerte con él…