<< Dulce Anaya, gloria cubana del ballet >>
Tal vez porque ha vivido desde hace más de 50 años en el norte de la Florida, en donde fundó el "Jacksonville Ballet Theatre" o quizás porque salió de Cuba desde 1956 para nunca volver, Dulce Anaya, la bailarina que ha bailado junto a figuras de renombre en las compañías de danza más prestigiosas del mundo es hoy día, muy poco conocida entre los amantes y expertos del ballet cubano.
Nació en Rancho Boyeros en 1931ó 33 y su nombre Dulce Wohner Ventayol, descendiente de una vieja familia del
Oriente cubano y un pianista austríaco establecido en Cuba. Desde muy pequeña comenzó sus
estudios de ballet en la Sociedad Pro Arte Musical, bajo la instrucción del maestro húngaro
Georges Milenoff, siguiendo con el maestro y coreógrafo Alberto Alonso y la bailarina Alicia Alonso. En 1944 obtuvo el primer papel de relevancia, una de las
cuatro amigas de Giselle, para el Auditórium de La Habana, en la primera
puesta de este ballet en Cuba.
Sin haber cumplido los 16 años, Dulce Wohner (aún no había adoptado su apellido artístico de "Anaya") comienza un cursillo en la School of American Ballet de
Nueva York y después el American Ballet Theatre (ABT) donde también actuaba Alicia Alonso, le propone un contrato.
Al cerrar la compañía a fines de 1947, Alicia y Fernando Alonso regresan a Cuba y fundan junto a Alberto Alonso el Ballet de Alicia Alonso, donde Dulce formará parte de su primer elenco y de una primera gira latinoamericana.
La inestabilidad de la compañía de Alicia Alonso,hizo que Dulce pusiera sus miras en Europa donde vivió años muy exitosos y en esa época abandona el apellido Wohner para convertirse en Dulce Anaya y en "Prima Ballerina".
En 1966 seguía como bailarina invitada en Europa a la vez que en Jacksonville , Florida comienza a asentarse.
En 1970 funda la compañía a "Jacksonville Ballet Theatre" con un rotundo éxito. Y pasados los 80 años todavía
continuaba dirigiendo e impartiendo clases, conservando su acento típico cubano en “Dulce Anaya School of Ballet”.
Las nuevas generaciones de bailarines y amantes de la danza deben
conocer la labor de quienes como ella son auténticos mitos vivientes del ballet.
Una figura de renombre que puso en alto el nombre de Cuba por el mundo y que aunque en Cuba no le han reconocido sus logros, sigue amando a la patria que la vio nacer.