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EL APARATO DE FLIT. Recuerdo que antes en cada casa de nuestro país existía un a

EL APARATO DE FLIT. Recuerdo que antes en cada casa de nuestro país existía un aparato, hecho de latón y casi siempre en talleres artesanales, que se conocía como el "aparato de flit". Era muy simple y funcionaba bombeándolo manualmente. Con la ventaja de que no usaba gases, aunque es cierto que en aquellos tiempos no se hablaba, ni se comentaba, sobre la capa de ozono, pero al menos nos queda la satisfacción de que nosotros, en esa época, no la dañamos.

Eso sí, rociábamos DDT que alteraba el entorno, pero con ello nos quitábamos las molestias de moscas y sobretodo de mosquitos, aunque tampoco éramos conscientes de que con aquel simple bombeo también nos quitábamos la posibilidad de las enfermedades de las que ellos son trasmisores. Lo importante era deshacerse de sus molestias, que en ocasiones resolvíamos con un manotazo.

Y como hago siempre que algún recuerdo viene a mi memoria, hago una publicación sobre el tema, ustedes comentan, compartimos nuestras experiencias y terminamos haciendo, entre todos, su historia. Y hoy será la del “flit”

Recuerdo un comercial que decía más o menos así: “…No se deje confundir, el insecticida es Flit, el de la lata amarilla, con la franja negra y el soldadito en el frente…”. Y es que en el envase de este producto aparecía un soldado que, en lugar de portar un rifle al hombro, llevaba un aparato de Flit. El soldado con su pulverizador en la mano, no dejaba dudas de que eliminaba todo cuanto se pusiera delante…y esto fue un factor que mucho ayudó a que su uso se generalizara.

Como es de suponer, la palabra flit no aparece en el diccionario español, porque Flit es el nombre de un insecticida, creado para acabar con todo tipo de insectos molestos, que fue comercializado en 1923, en USA, por la petrolera “Standard Oil Company of New Jersey”, conocida también como Jersey Standard o ESSO y que era una de las propiedades del magnate John D. Rockefeller. En inglés flit significa “revolotear” e imagino que haber utilizado la palabra para este producto algo haya tenido que ver con el movimiento de los insectos voladores.

Por su eficacia, en poco tiempo Flit se convirtió en un producto exitoso y comenzó a venderse en numerosos países. Tres años después ya el producto se anunciaba en la prensa española, en periódicos como ABC o la Vanguardia. De su distribución en este país se encargaron “Busquets Hermanos”.

Me imagino que a Cuba llegara incluso antes, ya que en esa época éramos “donde primero llegaba todo”, pero no dispongo del dato que me permita afirmar una fecha específica. Si esto hubiera ocurrido en la época de la colonia, es posible que nos hubiese llegado desde España, pero ya en esta época es más lógico imaginar que lo tuviéramos “de primera mano”.

Al principio se vendía en pequeñas latas con los colores llamativos amarillo y negro. Esta combinación de color resulta muy atractiva y llamativa a nuestra visión, no es casual su uso en muchos anuncios de tránsito para que no resulten imperceptibles.

Por su éxito de ventas a nivel mundial y su uso generalizado, este insecticida consiguió convertirse en un nombre genérico para denominar cualquier insecticida, como también decíamos FAB a cualquier detergente o FRIGIDAIRE a cualquier refrigerador aunque no fuese de esa marca. Así somos.

Decíamos “echar fli” aunque realmente hubiéramos echado luz brillante en su depósito, como también recuerdo haber hecho cuando el producto original desapareció del mercado. Pero los “aparatos” no desaparecieron, ya que el ingenio del cubano no lo permitió, y los artesanos, los llamados popularmente “merolicos”, continuaron abasteciendo el mercado con tan codiciados aparatos. Tampoco los mosquitos desaparecieron y esto realmente no lo hubiéramos lamentado.

¿Qué se podía hacer en una casa de una playa cubana, sobre todo en las rodeadas por mucha vegetación, algo comun en nuestro tropical país, sin un aparato de flit? Al caer la tarde, si no soplaba la brisa, aparecían los enjambres de mosquitos y los no menos molestos jejenes que no nos dejaban disfrutar de los hermosos atardeceres frente al mar.

Y no puede faltar algún comentario sobre el uso de esta palabra en literatura cubana o relacionada con Cuba.

Reinaldo Arenas en su “Comienza el desfile” nos narra:
“…Recuerda los días y las noches de insoportable tedio junto a sus padres en la casucha de Holguín, recuerda a su novia y sus insistentes demandas de amor, el pueblo bloqueado por los rebeldes y el acecho de la guardia de Batista, el invariable sonido del abuelo echando flit a los mosquitos…”

En la literatura de Ernest Hemingway también aparece con frecuencia. Y la podemos encontrar en “Islas del Golfo” o “Muerte en la Tarde”. En esta última:

“…Pero ¿qué es lo que le encuentra realmente al caballo? –Tiene muermo.
–¡Qué tontería! No es muermo, es solamente un poco de caspa.
–Lo mejor es que le diera un poco de flit con el pulverizador -dice el picador–. Eso acabaría con él…”.

Y la sorpresa final:
La solicitud de la patente ante la “United States Patent Office” para el pulverizador de flit se presentó el 30 de enero de 1926 y fue otorgada el 5 de Julio de 1927… Lo curioso en que fue concedida a : Adolfo German Bulle… ¡ de La Habana, Cuba ¡ El padre de German se había ido con la familia a Cuba durante la guerra hispanoamericana y trabajó como regulador de aduanas. Al parecer permanecieron en La Habana, hasta que murieron.

Publicado por Derubín Jácome
https://cubaenlamemoria.wordpress.com



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