El ascenso político de Batista estuvo estrechamente asociado al fortalecimiento del Partido, alianza que repercutió negativamente en la clase trabajadora y en el disfrute de los derechos ciudadanos, la complicidad de los comunistas fue tal que declararon en 1944 que Fulgencio Batista era una "magnífica reserva de la democracia cubana", unos meses antes los comunistas, en su inmensa capacidad de metamorfosis, habían cambiado de nombre y se empezaron a llamar Partido Socialista Popular, el mismo perro con diferente collar.
El primer mitin legal del Partido tuvo lugar en el estadio La Polar el 12 de noviembre de 1938. Los temas tratados por los oradores principales, uno de ellos Blas Roca, fue apoyar la política del Buen Vecino que patrocinaba el presidente Franklin Delano Roosvelt y la defensa de la política de Batista, con énfasis en colaborar con ese personaje en la política nacional a quien calificaban como "El Mensajero de la Prosperidad".
Desde hacía cierto tiempo el coronel Fulgencio Batista venía sosteniendo reuniones con las facciones revolucionarias, incluido los comunistas, quienes tenían el objetivo de controlar el movimiento obrero, misión para la que contaron con el apoyo de coronel a cambio de que lo respaldaran en su candidatura a la Presidencia de la República en 1940.
Batista no olvidó a sus amigos y recompensó al Partido con dos ministros en su gabinete, Carlos Rafael Rodríguez y Juan Marinello, ambos fueron altos funcionarios del régimen de Fidel Castro, demostrando que solo les importaba llegar al poder sin importar el precio, las convicciones estaban de más cuando de gobernar se trataba.
Blas Roca afirma que Batista tiene el corazón de hombre de pueblo.
Los comunistas dijeron de Batista "cubano ciento por ciento, celoso guardador de la libertad patria, tribuno elocuente y popular… prohombre de nuestra política nacional, ídolo de un pueblo que piensa y vela por su bienestar… hombre que encarna los ideales sagrados de una Cuba nueva y que por su actuación demócrata identificado con las necesidades del pueblo, lleva en sí el sello de su valor».