El barrio ultramarino de Casa Blanca, a la entrada izquierda de la bahía habanera y en la falda de la loma de la Cabaña, existía con ese nombre cuando el sitio y la toma de La Habana por los ingleses, en 1762. Entonces se levantaba allí un almacén de la Real Hacienda.
Tras el fin de la ocupación británica se avecindaron en esa localidad varios navegantes de cabotaje y carpinteros de ribera que asentaron allí sus talleres. Todo lo hecho desapareció, sin embargo, a causa del voraz incendio que se desató el 25 de abril de 1785, a la una de la tarde. La reedificación comenzó en el propio año, en diciembre. En 1792, José Triscornia, uno de los vecinos más pudientes, construyó un muelle y un taller para la reparación de embarcaciones menores, ejemplo que imitaron otros poderosos, como Salvador Samá, marqués de Marianao, y a la vuelta de dos años todo el litoral de Casa Blanca se llenó de arrimos entablados de madera dura sobre horcones y el Gobierno colonial construyó un amplio almacén y taller para la reparación de lanchas guardacostas. Se edificó además una fábrica de pólvora, que duró poco tiempo, y otra de clavos para hacerle la competencia a los clavos importados, pero el clavo criollo fue boicoteado por el comercio minorista habanero y la fábrica debió cerrar sus puertas.