El boxeo soy yo.
Era un artista del pugilismo, el más popular en varias generaciones, el de mejores números, el que batía record de taquilla, el mejor pagado y si Canzoneri fue su talón de Aquiles, quien lo derrotó verdaderamente fue la sífilis. Kid Chocolate -Eligio Sardiñas-, hizo de todo cuando chico, incluso fajarse continuamente en las calles, hasta que lidió y ganó todas sus peleas boxísticas en torneos amateurs, pues tenía talento innato y habilidades asombrosas. Desde su debut en 1928 en EE.UU. su éxito profesional fue arrollador, llegando con ello muchísimo dinero, pudiendo comprar las mejores ropas, zapatos, joyas, carros y tener las mujeres más bellas que a la hora del goce no eran racistas, todo lo contrario; dándose el lujo él de ser de los pocos que han detenido el tráfico en la mismísima New York y obtener el título del hombre mejor vestido del mundo. Era pequeño, pesaba 125 libras y su brazo izquierdo era más corto que el derecho, lo que compensó con técnica y condiciones físicas excepcionales, permitiéndole ello perder solo diez combates en 297 veces que subió al ring, tener el record de haber ganado 169 peleas seguidas y ser el primer cubano campeón mundial en varias ocasiones y pesos diferentes. Lentamente, después de 1933, la enfermedad le cobró los bríos y a pesar de que todavía ganó muchos combates ya su declive estaba escrito, aunque el verdadero derrumbe es a partir de su retiro, cuando se fue convirtiendo en una sombra de sí mismo y en alguien inservible para una sociedad que mima lo que brilla con igual brío que olvida a quien cae. Sí guardó el cariño del pueblo, sobre todo de los pobres que veían en él una esperanza para sus quimeras. Después hubo muchos boxeadores brillantes, pero siempre será él quien primero rompió el estambre de los triunfos.
Compartido por: Dunia Ramirez Blanco