El día 9 de octubre fue arrestado el joven Martí. Lo condenaron a 6 años de prisión, aunque se ha hablado también de un primer fallo de pena de muerte(5). Afirmación que consideramos cierta basándonos en que años después escribiría en sus Versos Sencillos “Gocé una vez, de tal suerte/ que gocé cual nunca:-cuando/ La sentencia de mi muerte/ Leyó el alcaide llorando”(6). Efectivamente se trata de la sentencia cuando el juicio por la carta escrita al apóstata, no conocemos de ningún otro juicio a que fuera sometido durante toda su vida.
A los otros se les pide condenas menores. De la cárcel le escribe a la madre el 10 de noviembre de 1869: “Mucho siento estar metido entre rejas –pero de mucho me sirve mi prisión- bastante lecciones me ha dado para mi vida, que auguro que ha de ser corta y no las dejaré de aprovechar. Tengo 16 años y muchos viejos me han dicho que parezco un viejo. Y en algo tienen razón; porque si tengo en toda su fuerza el atolondramiento y la efervescencia de mis pocos años, tengo en cambio un corazón tan chico como herido. Es verdad que ud padece mucho, pero también lo es que yo padezco más. ¡Dios quiera que en medio de mi felicidad pueda yo algún día contarle los tropiezos de mi vida! ”(7).
El 4 de abril de 1870 es trasladado al Presidio, donde lo destinan a la Primera Brigada de Blancos y le asignan el número 113. En la hoja histórico-penal aparece su filiación: estado soltero; edad diecisiete años; estatura regular; color bueno; cara, boca y nariz regulares; ojos pardos; pelo y cejas castaños; barba lampiña; como señas particulares se indican una cicatriz en la barba y otra en el segundo dedo de la mano izquierda(8). Quizás la cicatriz de la barba sea consecuencia de una herida durante la infancia, como puede verse en los niños al caerse de sus pies.
Meses después, el 28 de agosto de 1870 le escribe a su madre, en el reverso de la conocida fotografía con cadena y grillete, donde la consuela recordándole la utilidad de su sacrificio “Mírame madre, y por tu amor no llores/ Si esclavo de mi edad y mis doctrinas/ Tu mártir corazón llené de espinas/ Piensa que nacen entre espinas flores”(9). Sufre ahora por su madre al estar preso y separado de ella. Pensemos en cuanto dolor espiritual ha tenido ya que soportar con sólo 17 años, sufrimiento por los seres más queridos para un adolescente de esa edad.
En la cárcel le habían cortado los cabellos y colocado grilletes que aunque se señala que fue en la pierna derecha como se aprecia en la fotografía, parece ser que era en ambas piernas. Así lo refiere el propio Martí: “mis grillos eran demasiado fuertes para que no fueran lazos… con el grillo en los pies…para evitar el roce de los grillos”(10) y se confirma en el examen del cadáver realizado por el Dr. Pedro María de Valencia Fort: “…presentaba en las piernas señales de haber llevado grillos¨(11). Una gruesa cadena rodeaba su cintura. Con toda esta indumentaria trabajaba doce horas bajo el sol en las Canteras de San Lázaro, llamadas “La Criolla”, según lo había ordenado el Comandante del Presidio, Mariano G. de Palacios(12). Allí tenía que excavar y desbaratar las piedras duras a golpe de pico y luego llevarlas hasta los hornos de la cantera, en lo alto de una loma.
La gruesa cadena y los grilletes le provocaron lesiones importantes en los tobillos y la cintura, a pesar de las almohadillas hechas por su madre Doña Leonor y que su padre Don Mariano le había llevado, para disminuir el roce con la piel. El Dr. Ramón Infiesta referiría después “partiendo piedras en una cantera, bajo un sol inclemente, su salud se resistió para siempre y toda su vida lo atormentó una llaga que el hierro le ahondó al pie”(13). Evidentemente le llama llaga, a la úlcera que provoca pérdida de tejidos y cursa con mucho dolor. Otra úlcera le aparece también a nivel de la cadera. A pesar de los múltiples tratamientos, estas lesiones no cicatrizaron correctamente.
Recordemos que años después el generalísimo Máximo Gómez diría de Martí, que era un cubano a prueba de grillete, porque lo había sentido en su carne cuando apenas tenía bigotes. En agosto Don Mariano hace gestiones ante José María Sardá y Gironella, arrendatario de las canteras y amigo personal del Capitán General para que interceda ante este y pida la disminución del rigor de la pena para su hijo. En ese mismo mes de agosto es enviado a la cigarrería del penal y luego a La Cabaña, en atención a su estado de salud. Ya para entonces a los sufrimientos de Martí se había añadido una afección grave de los ojos, producida por la acción del sol y la cal de las canteras, según alguno de sus biógrafos(14). El 5 de septiembre el Capitán General le conmuta la pena por la de ser relegado a Isla de Pinos, donde llega el 13 de octubre en calidad de deportado. José María Sardá lo acogió en su finca “El Abra”.
Doña Leonor preocupada por la salud de su hijo, le escribe una solicitud de indulto al Capitán General(15) “Aquí teneis a las hermanitas, y triste madre de el desgraciado José Martí joven que acaba de cumplir 17 años, y ha sido sentenciado a seis años de precidio por tres palabras escritas…no teniendo en el mundo más amparo que éste único hijo, para que con su trabajo me ayude a sostener a seis hermanos menores que él, y ser su padre un anciano y enfermo y no pudiendo resistir tamaña desgracia…me atrevo a suplicar se sirva indultar a mi desgraciado hijo de pena tan dura…”. Consigue la respuesta positiva y Martí viaja para España. El 1ro de febrero de 1871 desembarca en Cádiz y el 16 ya está en Madrid; tenía 18 años. Imaginemos cuanto habrá sufrido nuestro héroe con sólo 18 años deportado en un país que no conoce, en una época de intenso frío.
Ese año escribe “El Presidio Político en Cuba” donde evoca sus impresiones de la cárcel y se refiere al dolor físico, más lacerante acaso por la imposibilidad del preso 113 de remediar en esos momentos los escarnios y las enfermedades de que allí fueron víctimas.
Aquí ponernos a pensar en como ha cambiado La Habana desde aquel entonces. Como le explicaba a una amiga en una publicación hace días, muchos erróneamente piensan que el presidio del Maestro fué en las canteras de San Lázaro donde hoy se encuentra la Fragua Martiana. Es cierto que ahí eran realizados los trabajos forzados pero la cárcel se entontraba en esa zona entre el hoy hotel Packard y el monumento a los estudiantes de medicina, de hecho el lugar de fusilamiento fué el patio y aún en el parquesito se converva una pequeña construcción en la que casi nadie repara y era la capilla de la prisión. Ellos tenían que caminar con los grilletes por el diente de perro hasta las canteras. En el viaje un día Martí conoció de la muerte de una de sus hermanas. Pasaban por el Torreón de San Lázaro por donde salían los barcos de los pescadores ( calle Marina hoy) . Otra nota, la familia Martí Pérez solo estuvo unida completa 5 días