**El lector de Tabaquería.**
La lectura en las tabaquerías se introdujo en La Habana el año de 1865 en la fábrica El Fígaro. Su tarea consiste en leer diarios, libros u otros textos para quienes tienen puesta la atención de sus ojos y manos en las labores de manipular y transformar las aromáticas hojas del tabaco en un excelente puro.
Siglo y medio después (en concreto 156 años), entre artículos de periódicos, revistas y libros, entre los que siempre se “El rojo y el negro” y las aventuras escritas por Alejandro Dumas, se continua ejerciendo este tipo de labor en las fábricas de tabaco de Cuba, constituyendo desde 2012 un bien patrimonial cultural nacional.
Es una tradición que si los trabajadores quedan satisfechos con la labor del lector de tabaquería suenen contra las mesas a manera de aplauso sus chavetas (cuchillas planas de metal con las que cortan la hoja del tabaco), pero si están insatisfechos, entonces tirarán al suelo dicha herramienta.
Dato curioso: de tanto escuchar los tabaqueros las peripecias de Edmundo Dantes surgió una de las marcas de habanos más famosa del mundo, los Montecristo.
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