"El Parque de la Fraternidad"
Durante el gobierno de Gerardo Machado La Habana estuvo inmersa en una intensa fiebre constructiva. Entre estos trabajos se proyectó construir en el Campo de Marte el Parque de la Fraternidad Americana. En su centro se ubicaría un árbol que simbolizara el poder de la unión.
El árbol que escogió Carlos Miguel de Céspedes, entonces Secretario de Obras Publica, para representar la unión americana no podía ser otro que la ceiba, el más representativo de la flora cubana. La ceiba es la fuerza reposada y la tradición. Sus raíces penetran hondo; su tronco es ancho y vigoroso. El árbol ideal para dar el simbolismo que se buscaba. Pero no quería cualquier ceiba sino una que tuviera la edad de la República, nacida en 1902 (26 años entonces).
Su pesquisa lo llevó a San Antonio de los Baños, en el sur de la capital. En una finca de ese pueblo había una ceiba que tenía la edad del hijo varón de la familia, nacido en 1902. De cómo convenció al propietario de la finca para arrancar el árbol –que estaba justo a la entrada de la humilde vivienda– es algo que no recogen las fuentes consultadas. Probablemente el campesino haya hecho resistencia, pero el poder y los recursos con que contaba Céspedes podían mucho. Así que alistó una brigada de obreros y una gigantesca grúa que sacaron la ceiba de su sitio y la trasladaron al centro de La Habana.
La ceremonia de la plantación del simbólico árbol tuvo lugar el día 14 de abril de 1928. Asistieron a la misma, representantes de todas las repúblicas americanas, quienes vertieron tierra traída de sus respectivas naciones. Cada país escogió la tierra de un lugar histórico. Venezuela, de la tumba del Libertador; México, de Chapultepec; Estados Unidos, de Mount Vernon… Cada puñado de tierra venía en un envase digno de su tributo. La del Perú, por ejemplo, venía en un cofre de plata cincelado.
Para rodear y proteger el árbol de la Fraternidad se construyó una verja. Céspedes obsequió al representante de cada una de las naciones americanas con una llave de oro de la puerta de acceso y distribuyó unas cincuenta medallas conmemorativas con la ceiba en relieve en el anverso y el mapa de América en el reverso. Cinceladas en la hermosa reja quedaron las palabras martianas: “Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de Los Andes. Los pueblos no se unen sino con lazos de amistad, fraternidad y amor.”
La Ceiba de la Fraternidad se mantiene vigorosa y lozana a su edad centenaria y el viajero que la visite puede leer en sus predios: “Nosotros representantes de todos los pueblos de América solemnemente prometemos laborar por la fraternidad americana”, y a continuación, la relación de las veintiuna naciones.
Durante muchos años, en el lugar se conmemoraba el 14 de abril, el Día de América, con la asistencia de cónsules y otros diplomáticos de las repúblicas americanas. En 1946 la ceremonia fue organizada por el Cuerpo Consular, la Mesa Redonda Panamericana y la Sociedad Colombista, quienes recibieron la colaboración de un grupo de niñas de las escuelas públicas, las cuales regaron el tronco del árbol con agua procedente de lagos, lagunas y ríos de las repúblicas americanas.
En los tiempos actuales, este Árbol de la Paz de la Plaza de la Fraternidad (como también era llamado), es mucho menos mencionado que la ceiba del Templete, en la Plaza de Armas, pero es constantemente visitado y venerado. No debe olvidarse que en los cultos afrocubanos es un árbol sagrado. En su follaje vive Iroko, un oricha mayor. Según algunos, es un camino de Obatalá y se habla con él cuando se está enfrente. La ceiba es el tronco o bastón de Olofi. Todos los Orichas van a la ceiba y a todos se les adora en la ceiba. Para los negros de ascendencia conga es árbol casa de Dios y para los de ascendencia yoruba es árbol de Dios.
Esta plaza de Centro Habana es un hermoso conjunto lleno de bustos de próceres americanos en los cinco parques que la componen: el de Petión, el de Aldama, el de los leones (que desaparecieron hace muchos años), el de la Fraternidad y el de la Fuente de la India, esa joya escultórica con la imagen de La Noble Habana. La Plaza de la Fraternidad, su historia y su espíritu, nunca deben estar en el olvido.