El primer automóvil que entró en cuba como muchos saben, no fue Américano, sino francés.
Pero pronto serían los norteños los que llegarían de una punta a la otra de sus lujosos y duraderos autos.
De las grandes fábricas eran llevados a los puertos del sur de Estados Unidos, y de allí, en pocas horas, en barco a La Habana. Ya en 1919 Cuba era el mayor importador de autos americanos en América Latina y uno de los primeros a nivel mundial en la relación vehículos-habitantes.
El popular Ford T fue muy bien recibido, y en el habla cubana se convirtió en “fotingo”. Hoy se le dice “fotingo” a cualquier viejo auto, aunque no haya salido de las fábricas de Detroit.
Cuba fue un paraíso para las marcas estadounidenses: Chevrolet, Ford, Cadillac, Dodge, Buick y Chrysler… Modernos y cómodos autos Plymouth, Oldsmobile, Pontiac, Mercury, Studebaker y Packard se vendían en lujosas agencias.
Llegó a suceder que autos estadounidenses circularon en Cuba antes que en los propios Estados Unidos. Las piezas o accesorios eran pedidos en La Habana y podían llegar en solo horas o días. Estados Unidos era origen de más del 70% de los productos que se consumían en Cuba, y los autos eran parte de esa realidad. Algunos estadounidenses compraban autos estadounidenses en La Habana y los llevaban a EE.UU. en los ferriesque iban de la capital cubana a la Florida.
En 1956 circulaban en Cuba 143 mil automóviles, 95 mil de ellos en La Habana. Es curioso ver en la revista cubana Bohemia, una de las principales de América Latina por entonces, una foto de un embotellamiento de autos americanos en el Malecón, o un anuncio de 1951 en que se decía que circulaba en Cuba el segundo automóvil del mundo equipado con TV.
Historias hubo muchas, como la de la Macorina, la dama de compañía más famosa y cotizada de La Habana, primera mujer que en Cuba manejó un auto y que llegó a tener nueve carros regalados por sus amantes, ricos empresarios y políticos.