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EL PRIMER TEATRO EN CUBA, DONDE SE CANTO POR PRIMERA VEZ EN LA ISLA UNA ÓPERA


EL PRIMER TEATRO EN CUBA, DONDE SE CANTO POR PRIMERA VEZ EN LA ISLA UNA ÓPERA Y SE TOCÓ UNA SINFONÍA……

Por. Henry Puente.
(Recopilación de internet)

El Coliseo fue la primera edificación erigida en La Habana y en Cuba con el fin de brindar representaciones teatrales. Construido en el Siglo XVIII, entre1773-1775.
La iniciativa de la creación de este teatro fue del Marqués de la Torre, quien logró congregar el 2 de julio de 1773 a los comerciantes más importantes y a las principales personalidades de la ciudad, con el objetivo de recaudar fondos para la construcción de este espacio. Al poco tiempo se empezaron las obras de una una edificación de mampostería y madera, dirigidas por el arquitecto habanero Antonio Fernández Trebejo.

Una fresca mañana de enero, del año 1775, junto al sonido habitual de carretas y pregoneros, se escuchó el redoble de tambores que precedían la lectura de la noticia que el día 20 de ese mes en curso, comenzaría la representación de comedias en el nuevo Coliseo.

El Coliseo de La Habana, o Teatro Principal estaba ubicado frente a la Alameda de Paula, inaugurada por esas fechas, y entre las calles Acosta, Oficios y Luz (donde hoy en día confluyen las calles de Oficios y Luz en La Habana Vieja), abrió sus puertas el 20 de enero de 1775.

La villa colonial de San Cristóbal de La Habana, en su condición de ciudad portuaria, acogía y bendecía (desde la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje) a visitantes en tránsito entre ellos, a músicos, comediantes y empresarios itinerantes, en busca de la mejor plaza para su arte.

De frágil estructura, fácilmente abatible por la fuerza implacable de los huracanes, entre arreglos y renovaciones, el Coliseo mantuvo una activa y variada programación teatral que incluía la música, apreciado por todos los extranjeros que lo visitaron, los cuales lo clasificaban como magnífico.

El público debería pagar su entrada según los precios establecidos y además cumplir con varias reglas dictadas con el fin de guardar buen orden en aquella concurrencia.

Usualmente había comedia todos los domingos, con un programa compuesto tanto por compañías españolas y extranjeras, como por actores y músicos cubanos.

Era un espacio cuyo sistema de ventilación dependía de la bondadosa brisa que viene del mar. A la puerta del Teatro un soldado ordenaba el acceso de coches, calesas y volantas de manera que la parada para dejar o recoger a los pasajeros se hiciera por la parte de la Alameda retornando siempre por la calle de los Oficios.

Si algún coche debía permanecer aparcado hasta que terminase la función, tenía que hacerlo a un costado de la Alameda de Paula, pues para proteger el silencio quedaba prohibido el paso de carruajes, entre la esquina de la Casa de la Luz y el Coliseo.

La seguridad del público y la prevención de incendios estaban encargadas a integrantes del ejército español, a la llamada Guardia del Coliseo, que custodiaban la puerta principal y la Puerta del Muelle de la Luz; armados de fusil solo a la entrada de las puertas y con espada, dentro del teatro.

Asimismo, los guardias debían revisar la correcta colocación de las luces para evitar incendios; tener preparada la bomba de agua; garantizar que el teatro estuviese barrido y limpio, y apostarse fuera durante la función, para evitar que los transeúntes se arrimasen a las ventanas.

Las entradas se vendían antes de la función, y una de las de mejor precio era la de la Cazuela, que costaba 1 o 2 reales, en dependencia de la temporada, reservada solo a las mujeres. Los hombres en cambio podían comprar sitios en la Platea y la Luneta.

No podía haber debate ni conversación posible durante la función. No era permitido hacer ruido con los pies, con los asientos o tropezar con los muebles, ni se permitían gritos ni burlas en caso de que el cómico o la cómica se equivocara, y mucho menos dar silbidos al acabarse la obra. Deberían aplaudir moderadamente, el aplauso prolongado se consideraba de mal gusto.

El mismo año de la apertura de este teatro, exactamente el 12 de octubre, ocurrió en el mismo un hecho trascendental que pasaría a la historia del teatro en Cuba, se efectuó por primera vez la presentación de una ópera en la Isla.

En 1788 el Coliseo habanero se encontraba en mal estado y, por órdenes del Cabildo de la ciudad, se cerró por primera vez. Luego de una reparación reabrió sus puertas en el año 1803 con el nombre de El Principal.

Se dice que era superior en cuanto a lujos y condiciones que los teatros de Estados Unidos, en él se desarrolló una intensa vida teatral hasta que, en 1846, quedó devastado por los azotes de un ciclón.

Su mayor auge fue entre los años 1880 y 1883, según las notas de la villa que han llegado hasta la actualidad. Ya en la década de los noventa aparecen reseñas en los periódicos en las cuales se hacen referencias al Coliseo.

El Coliseo, se convirtió en uno de los espacios teatrales más trascendentales dentro del ámbito teatral de La Habana del Siglo XVIII.

Pese a su indiscutible valor patrimonial, el teatro Principal pereció ante el complejo sistema de realidades que había emergido en La Habana del siglo XIX solo nos ha quedado su ubicación topográfica en mapas de la época, crónicas de viajeros y documentos varios…..

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