InicioTodoEL SUEÑO HECHO REALIDAD DE VERONICA LINN.

EL SUEÑO HECHO REALIDAD DE VERONICA LINN.

EL SUEÑO HECHO REALIDAD DE VERONICA LINN.

"…Yo siempre soñé con ser artista. Digo que soy la mujer más dichosa del mundo porque logré ser lo que siempre quise: actriz…"

Verónica Lynn López Martínez.

Así con esta frase de la gran artista comenzamos esta reseña de su vida.
Artista paradigmática de la cultura cubana que ha incursionado en teatro, radio, televisión y cine de manera excepcional, como actriz y como directora del proyecto Trotamundos. Una de las principales figuras de la escena cubana merecedora de premios y reconocimientos.
Nació el 7 de mayo de 1931 en San Diego de los Baños, Pinar del Rio.
Su primera vez en un escenario fue cuando estudiaba en la escuela de monjas Las esclavas del sagrado corazón, donde aprendió no solo varios oficios sino que les enseñaban inglés.

Un día se escenificó la vida de un santo, y a la actriz le tocó un pequeño personaje. La escuela era un semiclaustro por lo que no se le permitía la entrada a hombres, solamente a los sacerdotes, y el papel que le tocó era precisamente el de un hombre.

"…Aquello me fascinó…….cuando terminó mi parte, me quité el maquillaje y me senté en el público y escuché a una madre comentarle a otras, – pero que bien estuvo el muchachito ese de los bigotes -. ¡Ay qué alegría, porque ese era yo!…"

Hace su entrada en la televisión desde muy temprana edad. Ganó un concurso y comenzó a formar parte del elenco artístico de Gaspar Pumarejo. En el mismo conoce a Alfonso Silvestre, el que la invita a entrar en el mundo del teatro, pues le hacía falta una actriz para la obra Amok de Stefan Zweig. No recibía un salario por sus actuaciones pero, no le importaba con tal de aprender y ganar en experiencia.

La trayectoria de su vida artística tuvo un primer momento de reconocimiento al protagonizar su segunda obra de teatro, Lluvia, o, La ramera de las islas, de Somerset Maughman, en 1954, dirigida por Erick Santamaría en el Teatro TEDA, donde conoce a Ángel Toraño. Según palabras de la actriz, de Toraño recibió las primeras nociones de por qué se dice un bocadillo.

En 1956 comenzó a recibir clases de Andrés Castro que había sido alumno de Erwin Piscator, director alemán, discípulo de Constantin Stanislavski – el hombre que había sintetizado el conocimiento de los actores – aunque ya la actriz se había iniciado en sus estudios de la técnica.

Durante los años 60 y 61 actúa en la Sala Arlequín junto a su esposo ya fallecido, el gran actor Pedro Álvarez en diferentes obras del repertorio internacional, dirigidos por Rubén Vigón. Pero el primer éxito trascendental de su carrera lo obtuvo con Santa Camila de La Habana Vieja, de José R. Brene, dirigida por Adolfo de Luis con el Grupo Milanés.

Su Camila devino paradigma en la interpretación de este personaje, hasta el momento insuperable. La Camila de Verónica profundizó en el alma humana, en lo íntimo del personaje, en tanto proyectó la conducta gestual y exterior de una apasionada creyente de la santería cubana.
Con posterioridad asumió el difícil rol de Luz Marina en Aire Frío, del imprescindible Virgilio Piñera, bajo la batuta del reconocido Humberto Arenal. La ironía, la sensación de encierro, la cubanía, impregnó su papel de algo que la caracteriza: la precisa y expresiva cadena de acciones físicas, que narran y evidencian los recónditos estados de ánimo de sus personajes.

Su paso por el cine ha sido magistral, presente en varias películas, entre ellas:

Una pelea cubana contra los demonios, Lejanía,Mujeres transparentes, Solteronas al amanecer, El encanto de laguna llena y La bella del Alhambra.

Entre los muchos programas de televisión, teatros, cuentos, teleplays, telenovelas o series dramáticas, fama muy justa adquirió su Doña Teresa Guzmán de Sol de batey que le permitió brindar perfiles psicológicos profundos y prescindir totalmente de clichés que suelen acompañar a las malvadas.

Dice ser privilegiada porque ha trabajado en lo que siempre quiso hacer y también agradeció a directores y colegas con quienes conoció lo mejor y más variado del teatro universal y cubano, sedimento esencial a la hora de emprender cualquier labor creativa.
Jubilada, pero ni desentendida ni alejada de ese arte al cual he consagrado “alma corazón y vida”.

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