El tren presidencial de Cuba. “El mambí”
A inicios del año 1900, el mundo conoció tres joyas del ferrocarril. Por única vez se construyeron tres vagones muy lujosos, comparados únicamente con el Expreso de Oriente, el tren que unía París con Constantinopla, hoy Estambul.
Con los años, fueron llamados vagones presidenciales y en Cuba existe uno de ellos.
Fue en 1912, cuando los pobladores de La Habana vieron entrar un Ferry proveniente de la Florida, Estados Unidos, a bordo del ferry iba una valiosa joya del patrimonio ferroviario cubano y que hoy es conocido como el Museo Coche Mambí.
Fue por encargo del presidente de la Pennsylvania Railroad Company que la American Carr and Foundry Company de Estados Unidos fabricó tres coches especiales e iguales, destinados a hombres de negocios y de la política. Uno se quedó en Pensilvania, otro fue a México y el tercero llegó a Cuba, gracias a Horacio Rubens, presidente de la compañía ferroviaria de Cuba quien decide traerlo a la Isla. Aunque inicialmente él lo usó, más tarde lo donó a los presidentes de la isla.
Es un vagón de 80 toneladas, actualmente ubicado en la calle Churruca en la Habana Vieja muy cercano a la Avenida del Puerto. En la entrada principal, está la plataforma o mirador, protegida por una baranda de bronce forjado. Una vez dentro, hay un salón recibidor con literas colgantes plegables, ocupadas en su época por la escolta. La decoración de este espacio fue realizada con cedro, caoba y plumilla de la India. Se conservan las habitaciones para niños o sala de lectura, la suite presidencial, la habitación de la primera dama, cinco baños, cocina y un bellísimo comedor.
Las piezas exclusivas, destinadas con preferencia al presidente y la primera dama, cuentan con closet con espejos externos y cómoda. Entre ambas, se ubica un baño con bañera de mármol blanco e ingeniosa instalación de plomería bronceada. Las camas personales, de líneas sencillas, y los sorprendentes compartimientos para objetos de uso personal y lencería aportan distinción.
El comedor, con mesa para ocho comensales, muestra la vitrina de cristal blanco transparente y en ella se exhibe parte de la vajilla y cubertería de plata del Coche Mambí. Hieleras, fuentes, cafeteras y otros utensilios llevan el monograma que los identifican como objetos originales del vagón presidencial y de otras entidades de los ferrocarriles cubanos. A un lado de la vitrina, existe un secreter y una caja fuerte.
Seguidamente viene la cocina y el pantry. En esta última parte del coche, se ubica lo que fuera la habitación para trabajadores de servicio, con capacidad para dos personas y un pequeño baño, muy interesante desde el punto de vista del aprovechamiento del espacio.
Hay que resaltar que el vagón inicialmente fue habilitado con un circuito eléctrico de 38 volts y tenía una iluminación de emergencia con lámparas de gas carburo. Pero quizás, lo que a muchos llame la atención es saber cómo era su climatización, sumamente inteligente para la época. El sistema de aire acondicionado se lograba colocando hielo seco en un aditamento ubicado encima de la plataforma de servicio. Así, el aire frío llegaba a las habitaciones a través de aberturas diseñadas en el revestimiento del techo y se distribuía con ventiladores.
El nombre del vagón es algo curioso, fue llamado Mambí pues algunos de los presidentes de la República habían sido generales del Ejército Libertador y el propio Horacio Rubens había colaborado con José Martí y el Partido Revolucionario cubano. De hecho, Horacio Rubens fue ex consultor legal de la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York, con Tomás Estrada Palma.
Una pieza relevante del trabajo de restauración del patrimonio ferroviario cubano realizado por la Oficina del Historiador. En 1959, el Coche Mambí fue prácticamente abandonado en la cochera o depósito de los ferrocarriles pero para 1998, fue entregado a la oficina del historiador para su restauración. Hoy se puede visitar en todo su esplendor.