En algún punto muy cercano a la muralla en construcción de la Villa de San Cristobal, se fundó, con el apoyo y beneplácito de las autoridades y del obispo Compostela, el 29 de Abril de 1688 lo que sería el **Convento de Santa Catalina de Siena**.
Durante más de 200 años las hermanas de la segunda Orden de Santo Domingo desarrollaron su vida en esos predios hasta que en 1915, debido al crecimiento de la ciudad, deciden el traslado del convento hacia lo que hoy es la intersección de las calles Paseo y 23, cuando no existían ninguna de las dos calles.
No es noticia para nadie que el lugar de recogimiento al que aspiraban las hermanas, al huir del bullicio de la ciudad, pronto se convirtió en un próspero barrio de clase media, entre los que se encontraban muchos intelectuales de los primeros años de la República, que encontraron un sitio ideal de desarrollo en tan moderno y refinado reparto.
En la década de los 50´, Santa Catalina de Siena alcanza su momento de mayor auge espiritual, con 32 hermanas, de las cuales algunas eran de México, Costa Rica y Colombia. Un buen número de novicias, que siempre osciló con los años, nutrió el convento con la juventud femenina de la diócesis.
En 1983, con la ayuda del padre Méndez Boán y de Monseñor Jaime Ortega, arzobispo de la Habana ya por aquel entonces, permitió a las hermanas poder salir de la casa hacia Nuevo Vedado, donde fundaron el convento de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (en Calle 41 No. 1605 e/ Kholly y 46A, Nuevo Vedado) adjunto a la iglesia de los dominicos que en ese lugar ya se encontraba desde 1952.
Así terminaba el período del convento de clausura más grande que tuvo el siglo XX cubano, pero del cual la historia cristiana del Vedado y de la Arquidiócesis de la Habana no puede dejar de hacer referencia permanente.
La iglesia sigue teniendo de titular a Santa Catalina y es atendida por un capellán.
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