< "En boca cerrada no entran moscas" >
Este es un refrán que nos recuerda que en ciertas ocasiones, es mejor mantener la boca cerrada para no hablar, o decir algo que nos meta en problemas innecesarios.
Para encontrar el origen de la frase, es necesario remontarnos al siglo XVI, concretamente al reinado de Carlos I en España. Carlos I era el hijo de Juana I de Castilla y Felipe I el Hermoso; el monarca y futuro emperador sufría, desde su nacimiento, de una deformación de la mandíbula conocida como prognatismo (deformación que provoca que el mentón sobresalga excesivamente).
Esta condición, que iba en aumento a medida que pasaba el tiempo y que lo obligaba a mantener constantemente la boca entreabierta, era un padecimiento frecuente entre los miembros de la monarquía. De hecho, era un trastorno de carácter hereditario, que a su vez se veía incrementada por los habituales cruces con familiares pertenecientes a una misma dinastía.
Carlos I fue el monarca que dió origen a esta frase popular.
En cualquier caso, lo cierto es que hay testimonios que recogen un episodio sucedido en un viaje a Calatayud que hizo el monarca. En aquella travesía, un hombre que vivía en el lugar le dijo al rey: «Cerrad la boca, majestad, que las moscas de este reino son traviesas». Fue esta frase, entonces, la que habría dado origen a la expresión castellana y extendida por toda América «en boca cerrada no entran moscas».
En la actualidad, todavía se utiliza esta frase que ha cambiado un poco su sentido y que se emplea para sugerir el silencio a alguna persona.