En julio de 1889 fue publicado el primer número de La Edad de Oro. El suceso debe ser evocado, no sólo como anécdota histórica. Quienes cada día aprendemos del Maestro, sabemos que en esta edición príncipe se encuentran algunos de los principales criterios políticos del Héroe de Dos Ríos, llevados a la comprensión del destinatario infantil, sin renunciar por ello, a la majestuosidad del lenguaje martiano.
El artículo Tres Héroes es el encargado de iniciar estas lecciones de ética revolucionaria. La historia de tres próceres continentales (Simón Bolívar, Miguel Hidalgo y José de San Martín) es la base argumental para exponer su definición de libertad.
En este texto escribe: Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. Y a continuación relata que en vísperas de las guerras independentistas hispanoamericanas en nuestras tierras no se podía ser honrado, ni pensar ni hablar, para añadir Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació, los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado.
Estas convicciones deben ser aprendidas desde las edades tempranas, Por esa razón, el Apóstol de la independencia cubana explica: El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con honradez, debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres, y debe ser un hombre honrado. El niño que no piensa en lo que sucede a su alrededor, y se contenta con vivir, sin saber si vive honradamente, es como un hombre que vive del trabajo de un bribón, y está en camino de ser bribón.
Quien no profese la libertad de ser y pensar menoscaba su condición humana. Al respecto, el hombre de La Edad de Oro puntualiza: Hay hombres que son peores que las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dichosas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso: la llama del Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza, o le pone más carga de la que puede soportar. El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como el elefante y como la llama.