En la década de los ’50 Cuba ocupaba el tercer lugar en número de automóviles por habitante en America Latina e importaba también la mayor cantidad de autos de lujo y deportivos.
Debido al alto consumo en La Isla muchos de los fabricantes en E.U., como General Motors, enviaban meses antes los últimos modelos antes de que estuvieran disponibles en E.U. para probar el mercado.